PASARÓN LASTRA, Ramón
[Castropol,
2 de septiembre de 1808 / Madrid, 4 de enero de 1876]
Nació
en Castropol el 2 de septiembre de 1808 y murió en Madrid el 4 de enero de
1876. Contrajo matrimonio el 20 de abril de 1835 en la parroquia madrileña de
San Martín con Vicenta Sánchez Lima, que falleció en Madrid el 26 de septiembre
de 1865. Tuvieron tres hijos: Benito, María Dolores, y María de los Ángeles.
Realizó sus estudios primarios en Vega de Ribadeo y los secundarios en el
colegio San Francisco de Tuy, alcanzando el 11 de enero de 1831 la licenciatura
en Derecho en la Universidad compostelana, incorporándose en octubre de 1833 al
Colegio de Abogados de Madrid, al llegar a la mayoría de edad. En junio de 1835
fue nombrado comisionado de arbitrios de amortización de las provincias de Lugo
y Orense, pero muy pronto presentó su dimisión, decidido a seguir la carrera
judicial.
Su carrera judicial
En
noviembre de 1835 fue nombrado juez de Primera Instancia interino de Tamajón,
en el norte de Guadalajara, donde tomó parte activa en los combates contra las
partidas carlistas. En marzo de 1836 se trasladó al pueblo granadino de Santa
Fe y en abril pasó al juzgado del pueblo cordobés de Pozoblanco, ascendiendo en
octubre de ese mismo año al ocupar el juzgado de Lucena, aunque solicitó y
obtuvo la permuta con Juan Chinchilla, juez del pueblo albacetense de La Roda;
durante su estancia en estos destinos fue miembro activo de la Milicia Nacional.
En
octubre de 1836 el Juez de Guadalajara, Ramón Pardo Osorio, fue elegido
diputado a Cortes por Orense, y Ramón Pasarón se trasladó a la capital
alcarreña para sustituirle mientras aquél ocupaba su escaño. Sin embargo,
permaneció allí muy poco tiempo, pues en junio de ese mismo año se trasladó a
Vivero como titular del juzgado. Residía en esa localidad lucense cuando se
produjeron los incidentes que forzaron la caída de María Cristina de Borbón como
regente de su hija, la reina Isabel II, y su sustitución por el general
Baldomero Espartero. En septiembre de 1840 se formó en la provincia de Lugo una
Junta Revolucionaria de orientación progresista, que se disolvió en diciembre,
y a la que perteneció Ramón Pasarón Lastra. Aunque en un primer momento se dudó
de su conducta política, se le mantuvo al frente del juzgado de Vivero,
mientras que los jueces de Lugo, Chantada, Nogales y Sarriá fueron removidos
por las nuevas autoridades revolucionarias.
Con los
progresistas de nuevo al frente de la nación, la carrera profesional de Ramón
Pasarón Lastra conoció un fuerte impulso. En febrero de 1841 se hizo cargo del
juzgado de Ferrol, aunque muy brevemente, pues en agosto de ese mismo año fue
trasladado a Madrid como Juez de Primera Instancia, y al mes siguiente se le
nombró Magistrado honorario de la Audiencia de Valladolid, aunque no se
incorporó a su destino en la ciudad castellana y siguió ejerciendo en la
capital del reino.
En
el mes de diciembre de 1843 fue destinado a Pamplona como magistrado de su
Audiencia Provincial, pero en agosto de 1844, cuando el nuevo régimen moderado
estuvo plenamente consolidado, fue cesado alegando el gobierno que había
viajado en Madrid sin la preceptiva autorización. Todo parece indicar que sólo
fue una excusa para deshacerse de un rival político, y así lo manifestó
públicamente Ramón Pasarón Lastra. De nada le sirvió que ese año hubiese
firmado con el resto de autoridades navarras un escrito de reconocimiento a
María Cristina de Borbón, ni que hubiese dado pruebas de independencia de
juicio durante la Regencia de Espartero.
Se
dedicó desde entonces al ejercicio privado de la abogacía en la capital del
reino, y aunque en enero de 1848 fue elegido para formar parte de la terna de
suplentes de la Audiencia de Madrid, nunca volvió a la judicatura. En diciembre
de 1846 fue elegido para formar parte de la Junta del Colegio de Abogados de
Madrid, responsabilidad para la que fue reelegido en 1849, en 1860 y en 1871.
Su acción política
Simultaneó
su trabajo como abogado con una marcada vocación política, que siempre
desarrolló en las filas del partido progresista. En 1843 ya fue propuesto por
los liberales del distrito de Castropol para que formase parte de su
candidatura en los comicios legislativos, elaborada al margen de la lista de la
Junta progresista de Oviedo, aunque finalmente no consiguió ser incluido en la
candidatura.
En
1846 se presentó con éxito a unas elecciones administrativas para Secretario de
las mesas electorales del madrileño distrito de Maravillas y en 1849 formó
parte de la candidatura progresista para el Ayuntamiento de Madrid por el
distrito de Hospicio, aunque en esta ocasión no alcanzó la victoria. Durante
esos años, perteneció a la tertulia que animaba en Madrid el ex ministro Juan
Álvarez Mendizábal, que se conocía como del “18 de junio”, y al Círculo de la
Amistad.
En
1849 pertenecía al comité progresista del territorio de la Audiencia de Oviedo,
lo que facilitó que en la legislatura de 1850 ganase el escaño por Ribadeo, un
resultado electoral sorprendente, pues en esos comicios la minoría progresista
estaba formada por menos de una quincena de diputados, mostrando así el arraigo
de su familia en la comarca; y aunque hubo algunas reclamaciones, no se discutió
su triunfo. En ese periodo legislativo fue elegido para formar parte de la Mesa
interina del Congreso, aunque no se respetó la recomendación para que ocupase
el mismo puesto con carácter definitivo, y se integró en la Comisión que llevó
a la reina la respuesta al Discurso de apertura de las Cortes. La reducida
representación que el gabinete moderado había cedido a los progresistas, le
otorgó un evidente protagonismo.
Volvió
a ganar el escaño en las elecciones de 1851 en la misma circunscripción electoral,
en disputa desigual con el moderado Luis Trelles, que sólo obtuvo 4 votos
frente a 99 del candidato progresista. En esa segunda legislatura formó parte
de la Comisión de Peticiones de la Cámara Baja y de la Comisión de diputados
que viajó a Sevilla con motivo del nacimiento y bautizo de María Amelia de
Orleans, hija de la infanta María Luisa Fernanda de Borbón y sobrina de Isabel
II. Asimismo, se integró en la comisión que el partido progresista designó para
llegar a acuerdos con el resto de la oposición constitucional para hacer frente
al gobierno moderado.
En
los comicios de 1853, con el gobierno legislando por decreto, se presentó de
nuevo por la circunscripción de Ribadeo, pero no consiguió la reelección, y su
escaño fue ocupado por el moderado Joaquín Sanjurjo. Ese mismo año se presentó
para Secretario de la Mesa electoral del distrito madrileño de Maravillas,
dentro de la candidatura de Unión Electoral formando terna con el ex ministro
progresista Ramón María de Calatrava, pero también fue vencido.
Con
la vuelta de los progresistas al gobierno en julio de 1854, fue nombrado
Intendente General de Cuba el 23 de agosto de 1854. Cinco días después debía
embarcar para la isla, pero retrasó su viaje y el 26 de septiembre de 1854 el
general Baldomero Espartero le nombró gobernador civil de La Coruña en comisión
de servicios, conservando en propiedad el nombramiento anterior. Al comenzar el
mes de octubre ya había tomado posesión de su cargo al frente de la provincia
coruñesa. No es fácil conocer los motivos por los que aceptó este destino
provisional, pues la epidemia de cólera azotaba a la ciudad de La Coruña y al
asumir esa responsabilidad ponía en riesgo su propia vida, y además renunció al
adelanto que se entregaba a todos los funcionarios que marchaban a Ultramar
para facilitar su traslado, que ya había solicitado y que le había sido
concedido.
La
única explicación es que quisiese permanecer en tierras gallegas para ganar más
fácilmente el escaño por Lugo al que concurrió en las elecciones para Cortes
Constituyentes celebradas ese mismo mes y año. Lo cierto es que alcanzó un
excelente resultado, con más de 16.000 votos sobre un total próximo a los
20.000 electores, y que una vez ganada su acta en el Congreso renunció al
Gobierno Civil coruñés, dimisión que le fue aceptada por el general Espartero
el día 20. Tampoco entonces embarcó para Cuba, siendo muy criticado porque se
incorporó a las Cortes Constituyentes desde su sesión inaugural sin renunciar a
un cargo que, por su importancia, exigía su presencia permanente en la isla.
Hasta diciembre de 1854 no solicitó un permiso de tres meses para ausentarse y
marchar a la isla caribeña para asumir el encargo del gobierno.
Llegó
en los primeros días de 1855, encargándose de reorganizar las fuerzas de la policía
y la Guardia Civil para tranquilidad de sus habitantes, renunciando en el mes
de mayo a su escaño en el Congreso para mantenerse en su puesto en la isla de
Cuba. No le sentó bien el clima caribeño y su salud empeoró de forma evidente,
lo que según algunos españoles residentes en la Gran Antilla le sirvió de
excusa para renunciar a su puesto de Intendente de la Hacienda y el Ejército,
que no era muy airoso, y regresar a Madrid en la primera quincena de marzo,
siendo sustituido por Joaquín Campuzano en el mes de abril. En mayo también
renunció a su acta de diputado, siendo sustituido en el escaño por Laureano
Gutiérrez Campoamor.
Derribado
en 1856 el liderazgo progresista, que había aupado al general Espartero hasta
la presidencia del Consejo de Ministros, renunció a toda responsabilidad
institucional, aunque tampoco se opuso a la hegemonía política de la Unión
Liberal del general Leopoldo O’Donnell, hasta el punto de renunciar en 1860 a
formar parte de la candidatura progresista para las elecciones municipales en
Madrid, para la que había sido elegido por sus correligionarios del Distrito de
Hospicio. Volvió al ejercicio de la abogacía y desde el verano de 1856 le
encontramos defendiendo a sus clientes en los juzgados de Madrid.
Con
el retorno de los moderados al poder, desplazando a la centrista Unión Liberal,
volvió a la lucha política. En los comicios de 1863 se presentó como candidato
por la circunscripción de Pastrana, “donde cuenta con gran número de amigos
políticos y personales”, que cultivaba veraneando en los baños de La Isabela,
junto a Sacedón. Pero como los progresistas decidieron el retraimiento
electoral, escribió un manifiesto a los electores del distrito animándoles a
adoptar la misma postura. En el proceso electoral del año siguiente, fue
propuesto para concejal del distrito madrileño del Hospicio, y aunque se
posicionó a favor de la participación de los progresistas, respetó la voluntad
mayoritaria del partido, que optó por el retraimiento.
El Sexenio Revolucionario
La Revolución Gloriosa de septiembre de 1868 supuso el
triunfo del ideario político que había defendido desde su juventud. Y aunque no
se sentó en las Cortes Constituyentes de 1869, no por eso estuvo al margen de
la política nacional. Como experto, fue elegido para formar parte de las
comisiones encargadas de estudiar y proponer las reformas más convenientes para
adaptar a los territorios de Ultramar el Código Penal vigente en la Península,
y la que fijó el escalafón de funcionarios de Aduanas de Cuba y Puerto Rico.
También fue uno de los fundadores de la Asociación Nacional para el estudio y
la reforma de los Presupuestos.
En
1871 volvió a sentarse en el Congreso de los Diputados, y aunque era miembro
del Comité del Partido Progresista Democrático de Castropol, se presentó por el
distrito de Pastrana, destacando por ser uno de los diputados firmantes de una
proposición para formar una Comisión para “estudiar el estado moral, intelectual y material de
las clases trabajadoras, así agrícolas como industriales”. Decidido partidario
de la monarquía democrática de Amadeo de Saboya, se alineó con el Partido
Radical de Manuel Ruiz Zorrilla, y en contra de Práxedes Mateo Sagasta,
llegando a pedir a finales de 1871 su dimisión en sede parlamentaria.
Activo dirigente del Partido
Radical, fue reelegido diputado por Pastrana en 1872, tanto en los comicios
convocados el 2 de abril como en los que se celebraron el 24 de agosto. En esta
última legislatura fue presidente de la Comisión de Actas, que validaba los
resultados electorales, siendo acusado de parcialidad y de connivencia con el
jefe del ejecutivo, y vicepresidente del Congreso de los Diputados. Y si en la
primera legislatura de ese año se incorporó a una comisión elegida por los
diputados de ambas Castillas, Aragón y Extremadura para tratar el asunto de los
aranceles sobre el trigo; en la segunda hubo quejas porque llegó a figurar en
siete comisiones parlamentarias, y aún después de las protestas fue elegido
para formar parte de la calificadora de jueces y magistrados.
No
es de extrañar que recibiese críticas por su voracidad institucional, pues
desde el 19 de junio de 1872 era, además, Comisario del Almirantazgo de Marina;
bien podía decir el diario La Época el día
13 de mayo de 1873, que “el Sr.
Pasaron y Lastra [...] durante la situación radical lo ha sido todo”. Sin
embargo, no dudó en votar por la República en la
histórica sesión del 11 de febrero de 1873.
Durante
la República Democrática, se mantuvo fiel políticamente al Partido Radical y a
Manuel Ruiz Zorrilla, aunque delegó en su hijo el protagonismo político
familiar. Pero después del golpe de Estado del general Manuel Pavía, volvió al
primer plano de la política, y así el día 15 de enero fue designado miembro de
la Comisión de Obras del Palacio de Justicia de Madrid, cuya composición se
modificó en esa fecha.
Como
jurista de prestigio, participó en numerosas comisiones e iniciativas para la
reforma del sistema legal español, incluso cuando gobernaban sus rivales
políticos. Así, en enero de 1854 fue nombrado miembro de la comisión para la
reforma de la instrucción del procedimiento civil del Ministerio de Gracia y
Justicia, y en 1865 estuvo en el tribunal de oposiciones para cubrir varias
cátedras de Derecho Civil y Canónico.
Además
de sus responsabilidades políticas y de sus ingresos en el ejercicio libre de
la abogacía, fue propietario agrícola, y no sólo en su tierra natal. Y en 1863
formó parte de la Comisión encargada de la construcción de un tranvía que desde
la Plaza del Progreso de Madrid llegase hasta la Dehesa de los Carabancheles.
Escritor y periodista
Escribió
varias obras de carácter político. En 1853 editó su Proyecto de bancos agrícolas para las provincias de Galicia y Asturias
y se dio a conocer el Informe sobre el
estado en que halló a los colonos pobres de Galicia el hambre que los afligió
durante el año 1853; una crisis en cuya solución se implicó desde la
comisión de la Real Congregación de Santiago Apóstol, que excitaba la caridad
ante la hambruna que azotaba aquel territorio. Como consecuencia, estuvo en la
Junta Especial de Caridad de Galicia, que el 24 de abril de 1857 firmó un
extenso memorándum dirigido a la reina Isabel II dando cuenta de sus trabajos
relativos a la situación de penuria de los habitantes de ese antiguo reino.
Cinco
años después dio a la imprenta La isla de
Cuba considerada económicamente, obra muy comentada en aquellos años que
copió el general José Gutiérrez de la Concha para un Informe sobre la isla
caribeña que se publicó en la prensa española en el año 1861. Además, colaboró
con algunas publicaciones, especialmente con La América.
JUAN PABLO CALERO DELSO
JUAN PABLO CALERO DELSO
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