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sábado, 30 de septiembre de 2017

GABRIEL VERGARA MARTÍN

VERGARA MARTÍN, Gabriel María
[Madrid, 19 de enero de 1869 / Madrid, 21 de diciembre de 1948]

Gabriel María Vergara Martín nació en Madrid el 19 de enero de 1869, aunque él se sentía segoviano por sus raíces familiares, y falleció en la misma ciudad el día 21 de diciembre de 1948. Contrajo matrimonio pero no tuvo hijos.
Aunque durante más de cuarenta años fue catedrático del Instituto de Bachillerato de Guadalajara, siempre residió en Madrid, en la Plaza del Dos de Mayo concretamente, y sólo durante el curso escolar se establecía provisionalmente en la capital alcarreña, casi siempre en el Hotel España, tan próximo al Instituto. Los vecinos de la ciudad se burlaban frecuentemente de quien no decía sentirse a gusto entre ellos pero que ni pidió ni obtuvo otro destino a lo largo de cuatro décadas de actividad docente, hasta convertirse en el más completo de los intelectuales alcarreños del primer tercio del siglo XX y el mejor representante en Guadalajara de la generación del 98.
Completados sus estudios de segunda enseñanza, fue estudiante en la Universidad Central madrileña, donde alcanzó en 1892 el grado de Doctor en Filosofía y Letras con una tesis sobre “Colmenares y su Historia de Segovia” y en Derecho desde 1894 con su tesis “La esclavitud: sus causas y vicisitudes porque ha pasado desde su origen hasta la actualidad”.
El 4 de diciembre de 1894 la Dirección General de Instrucción Pública daba a conocer el listado de admitidos a la oposición a Cátedra de Instituto convocada ese mismo año y a la que Gabriel Vergara se presentaba por primera vez. Sin embargo, solo en el mes de diciembre de 1897 fue propuesto para ocupar la cátedra de Geografía e Historia del Instituto alcarreño, a la que se incorporó el 2 de febrero de 1898 y en la que permaneció hasta su jubilación en enero de 1939. Aunque recién ingresado opositó para obtener una cátedra en los Institutos de Barcelona, Gerona, Burgos y León, no sólo continuó en su cátedra de Guadalajara, sino que acabada la Guerra Civil, solicitó a las nuevas autoridades reincorporarse a su puesto a pesar de haber superado la edad reglamentaria para la jubilación, lo que hizo por breve tiempo tras superar el correspondiente expediente de depuración, en el que sólo delató a Marcelino Martín González del Arco y a José Robledano Torres, conocidos militantes socialistas que ya estaban detenidos.
A lo largo de estos más de cuarenta años escribió numerosos manuales de geografía e historia, tanto española como universal, adaptados a los distintos grados y programas de estudio; también publicó atlas, cronologías y otras obras auxiliares para el estudio de las ciencias sociales; su Historia de España conoció varias ediciones. la última que conocemos de 1927 en la prestigiosa Editorial Hernando. También editó el documentado librito editado en 1937 en conmemoración del primer centenario del Instituto de Segunda Enseñanza alcarreño.
Fue secretario del Instituto en el curso 1901-1902, y al finalizar ese curso académico dimitió el director del centro, Luis Catalá, por encontrarse con la oposición de la mayoría del claustro docente. Por unanimidad, los profesores acordaron proponer al Ministerio como nuevo director a Miguel Rodríguez de Juan, completando la terna preceptiva los profesores Juan Prat y Gabriel María Vergara, que volvió a ser nombrado Secretario del Instituto General y Técnico de Guadalajara. A él se debe, junto al director Miguel Rodríguez de Juan, que en 1903 no se arruinase definitivamente la iglesia conventual anexa al Instituto y que se perdiesen los restos de su fundadora, Doña Brianda de Mendoza. Más adelante fue nombrado vicedirector del Instituto, cargo del que dimitió en 1912.
Su actividad intelectual
Escribió más de un centenar de obras, tanto de investigación como de divulgación, de historia, geografía, derecho, lexicografía, folclore y etnología. Pero destacó, sobre todo, por sus estudios sobre refranes, coplas, modismos y adivinanzas populares relacionados con la geografía y la sociología; a esta serie pertenecen obras como Cantares, refranes, adagios, proverbios, modismos, locuciones y frases proverbiales referentes a curas, frailes, monjas y sacristanes (1919), que recogía los que Gonzalo Correas reunió en el siglo XVII junto a los que él mismo pudo añadir y que primero apareció como breve folleto en 1907, Refranes y cantares geográficos de España (1906), Refranes, modismos y cantares geográficos empleados en España con relación a otros pueblos (1907), Carácter y cualidades de los habitantes de las diferentes regiones españolas según las frases populares (1915), Cosas notables de algunas localidades españolas según los cantares (1918), Algunos cantares, refranes, adagios, proverbios, locuciones y modismos españoles de carácter jurídico (1923), Relaciones entre las festividades de la Iglesia y los fenómenos atmosféricos y las faenas agrícolas según las frases populares españolas (1931) y otros muchos.
Entre lás obras suyas que merece la pena destacar están aquellas relacionadas con la provincia de Guadalajara como Noticias de algunos naturales de Guadalajara que se distinguieron en América (1930), que en principio fue un folleto que editó en 1917 el Instituto de segunda enseñanza y se repartió profusamente con motivo del Día de la Raza y que respondía a un acuerdo del claustro del Instituto para celebrar esa fiesta pidiendo a los alumnos de la provincia que aportaran datos para su elaboración. En esta misma categoría podemos citar Algunas cosas notables y curiosas de la provincia de Guadalajara (1931) o Cantares populares recogidos en la provincia de Guadalajara (1932). El último de sus trabajos publicados creemos que fue “Algunas palabras de uso corriente en la provincia de Guadalajara que no se hallan en los diccionarios”, que se incluyó en el número 49 de la Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, correspondiente al segundo semestre del año 1946.
Otros de sus textos que sobresalieron son un Diccionario etnográfico de tribus y pueblos americanos, que presentó infructuosamente a un premio de la Real Academia de la Historia, Mil cantares populares amorosos, que vio la luz en 1921; El cante jondo: siguiriyas gitanas, soleares y soleariyas, del año 1922; o su Diccionario hispanoamericano de voces sinónimas y análogas, publicado en Madrid en 1930.
Obtuvo diversos premios y honores por su actividad investigadora. Ganó una mención de menor en la Exposición de Artes y Oficios de 1901 del Ateneo Instructivo del Obrero de Guadalajara por su obra Nociones de Historia de España y una Memoria de la Cruz Roja en Guadalajara, y ese mismo año recibió una medalla de plata del jurado de la Exposición Provincial de Segovia, por haber presentado diversos trabajos de “interés para aquella provincia”, entre los que quizás pueda destacarse su libro El licenciado Diego de Colmenares y su Historia de Segovia que, con el mismo título que su tesis doctoral, publicó en 1895 en la madrileña Imprenta de G. Hernández. También dedicó a esa provincia castellana su folleto Noticias acerca de algunos naturales de la Provincia de Segovia que se distinguieron en América que se publicó en Madrid en 1918 y varios artículos y textos menores.
En 1898 fue nombrado académico correspondiente de la Real Academia de la Historia, siendo designado también de la de Bellas Artes de San Fernando, de la Academia de la Historia en Lisboa, de la Société Néo-Latine de Carcassonne y de la Luigi Camoens de Nápoles. Fue presidente honorario de la Sociedad Dante Alighieri de Catania, socio de la Sociedad Geográfica de Madrid y de la Sociedad Económica de Amigos del País de Segovia. Y obtuvo las condecoraciones de Caballero de la Orden de Alfonso XII y del Mérito Naval.
En enero de 1917 solicitó a la Junta para Ampliación de Estudios “continuar una colección de manifestaciones de la poesía popular de carácter geográfico e histórico” bajo la dirección del Centro de Estudios Históricos, pidiendo permiso para residir en Madrid “los días que no le corresponda dar clase”. Su petición fue informada favorablemente tanto por el Director del Instituto de segunda enseñanza alcarreño, Salvador Prado Sáinz, como por Ramón Menéndez Pidal, que señaló la importancia e interés de la propuesta investigadora del profesor Vergara Martín.
Colaboró asiduamente con la prensa, en ocasiones empleando el anagrama de su apellido, Garevar, que hemos localizado en una fecha tan temprana como 1892 en los periódicos Revista Contemporánea, donde escribió algunas colaboraciones en verso, o La Biografía ilustrada; más adelante, firmó con este seudónimo colaboraciones en revistas tan diversas como España Médica.
En Guadalajara escribió en Flores y Abejas y en La Palanca, en La Región y El Cuarto de Hora y fundó y dirigió El Magisterio Contemporáneo, que vio la luz entre febrero y septiembre de 1909, un periódico profesional que sostuvo agrias polémicas con otra cabecera educativa alcarreña, La Orientación, con tal intensidad y encono que la prensa provincial se preguntaba: “¿qué harán los chicos si andan así los maestros?”. También colaboró más ocasionalmente con la Revista de Escuelas Normales, que sostenía la Asociación del Profesorado de dichas escuelas y que tenía su redacción en Guadalajara.
Una de sus facetas menos conocidas fue la de poeta; en Flores y Abejas se pueden leer algunos de los poemas breves que escribió, del que escogemos éste, titulado “A una morena”, que se publicó en el número del 4 de febrero de 1900: “El día que te vi por vez primera, / el poder de tu mágica mirada / más brillante que el sol de primavera, / dejó mi voluntad electrizada: / desde entonces, cual hada encantadora, / veo surgir tu imagen adorada / velando como sombra protectora / mi existencia á tu cuito consagrada. / En ti tan solo cifro mi alegría, / no se aparta de ti mi pensamiento, / con tu recuerdo vivo noche y día / sin que pueda olvidarte ni un momento”.Y en 1907 colaboró con un breve poema en el libro Cancionero de los amantes de Teruel, una iniciativa del escritor turolense Domingo Gascón y Gimbao que reunió 500 poemas relacionados con la leyenda de Isabel de Segura y Juan Martínez de Marcilla "escritos por los mejores poetas contemporáneos" y que se publicó en Madrid.
Su actividad social
Una presencia tan constante y una actividad intelectual tan intensa en la Guadalajara del primer tercio del siglo XX se tenían que traducir, necesariamente, en una activa vida social. En 1899 fue uno de los más laboriosos colaboradores en el establecimiento definitivo de la Cruz Roja en Guadalajara y en agosto de 1900 figuraba en la Junta Directiva de la sección provincial de la Unión Iberoamericana, que acababa de fundar junto a Ubaldo Romero de Quiñones, Ángel Campos García y Anselmo Arenas, entre otros. En 1912 fue nombrado vocal de la Junta Local de Instrucción Pública y también perteneció en la década siguiente a la Comisión Provincial de Monumentos, que volvió una vez más a establecerse y reunirse, sobre todo en el período en el que estuvo presidida por el gobernador civil Luis María Cabello Lapiedra, que era un prestigioso arquitecto que se había encargado, entre otras, de la restauración de la Iglesia Magistral de la vecina Alcalá de Henares.
También le tentó la política, y al empezar el nuevo siglo ingresó en el partido de José Canalejas, el Liberal Demócrata, de carácter progresista, que se posicionaba más a la izquierda que el Fusionista Liberal y que sostenía postulados democráticos, como la separación de la Iglesia y el Estado. En 1913 firmó un manifiesto público, ampliamente respaldado, para que los maestros de Primera Enseñanza quedasen excluidos de la obligación de impartir las clases de Religión Católica, como hasta ese momento estaban encargados de hacer aunque violase su conciencia.
Al finalizar la Guerra Civil, formó de nuevo parte de la Comisión de Monumentos que se reorganizó en Guadalajara y que tenía como finalidad evaluar y proteger el patrimonio histórico y artístico provincial después de los desastres de la guerra.
JUAN PABLO CALERO DELSO

sábado, 23 de septiembre de 2017

MODESTO BARGALLÓ ARDEVOL


BARGALLÓ ARDEVOL, Modesto
[Sabadell, 1894 / Ciudad de México, 1981]

Modesto Bargalló Ardevol nació en Sabadell 1894 y falleció en su exilio de la Ciudad de México en 1981. Contrajo matrimonio con Luisa Porrera Llopis y en Guadalajara residieron en el número 29 de la calle popularmente llamada del Museo, frente al Palacio de la Cotilla; su hermano Miguel vivía en su mismo piso y su amigo Marcelino Martín lo hacía en otra vivienda del mismo edificio.
Hijo de maestro, se educó en el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza y en 1911 obtuvo el título de Magisterio. Por Real Orden de 25 de junio de 1915 fue nombrado, a la temprana edad de veintiún años, profesor numerario de Física, Química, Historia Natural y Agricultura en la Escuela Normal de Maestros de Guadalajara, al mismo tiempo que su hermano Miguel obtenía la plaza de profesor de Historia en el mismo centro educativo.
Su vivo interés científico le animó a continuar sus estudios. En 1928 solicitó a la Junta para la Ampliación de Estudios una beca para residir ocho meses en París con objeto de “redactar una monografía sobre la génesis de la doctrina atómico-molecular”. No la obtuvo, pero no por eso dejó de aprovechar sus vacaciones para visitar París y Londres y profundizar en sus conocimientos facultativos, pues conocía el francés, el alemán y el italiano y, en menor medida, el inglés. En 1929 siguió el curso de Psicología experimental en la Universidad Central con el profesor Rodrigo Lavín y en 1931 alcanzó el grado de doctor en Ciencias Naturales, mientras colaboraba con Ignacio Bolívar Urrutia, que dirigía el Jardín Botánico y el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, además de presidir la Junta para la Ampliación de Estudios y la Sociedad Española de Historia Natural.
 
Modesto Bargalló en Guadalajara
La labor científica y pedagógica desarrollada por Modesto Bargalló durante los veinte años que residió en Guadalajara fue excepcional. En la Escuela Normal, además de las clases dispuestas en el programa oficial, abrió un taller en el que, con los alumnos, construía los aparatos necesarios para realizar experimentos de Física. También fue reuniendo diversos materiales para un Museo escolar. Esta inquietud científica se hizo patente desde sus primeros días en tierras alcarreñas y ya en el mes de mayo de 1917 acudió a Sevilla, en compañía de los profesores Juan Dantín y Alberto Blanco, para participar en el VI Congreso Nacional de Ciencias.
Fue constante su preocupación por la formación integral de sus alumnos y de los maestros. Si en 1925 le encontramos en Humanes de Mohernando impartiendo conferencias sobre didáctica de las Ciencias Naturales a los maestros de la comarca, en febrero de 1932 colaboraba con las Misiones Pedagógicas en su visita a los pueblos alcarreños de Valdepeñas de la Sierra; La Mierla, Tamajón... Y si en 1929 impulsaba a un grupo de alumnos a publicar El Bachiller Arriacense, en 1933 firmaba un artículo en el primer número de FAE, el órgano periodístico de la Federación Alcarreña de Estudiantes. No por casualidad fue miembro de la Junta Directiva de la Asociación de la Prensa de Guadalajara, pues fue tenaz colaborador en publicaciones como Avante, órgano del PSOE alcarreño, o Abril, portavoz de las izquierdas. Además, en 1928 fundó Faraday, una publicación dedicada a la didáctica de las Ciencias Naturales.
Su afán de divulgación se puso de manifiesto en la Revista de Escuelas Normales, portavoz de Asociación Nacional del Profesorado Numerario de Escuelas Normales. Esta sociedad, nacida en 1921, decidió en su congreso fundacional dotarse de una revista dedicada a profesores y alumnos de las Escuelas Normales, y fijó en Guadalajara su redacción, de la que se hicieron cargo Modesto y Miguel Bargalló, junto a un selecto grupos de profesores: Daniel Carretero Riosalido, director de la Normal alcarreña, Carmen Oña y Visitación Poblete.
Desde 1923 hasta 1927, durante la Dictadura del general Primo de Rivera, permaneció en su plaza de profesor y dirigió la Revista de Escuelas Normales, ocupándose de recopilar el material que llegaba desde las demás Escuelas Normales y de confeccionar la revista, en la que se debatieron las bases ideológicas de una tan profunda como necesaria reforma pedagógica.
En 1927, Modesto Bargalló renunció a seguir al frente de la Revista, “con el dolor de quien ve partir un hijo; pero con el confortamiento de haberle dado pies para sostenerse y alas para volar noblemente”, y al año siguiente la redacción pasó a Cuenca, bajo la dirección de su amigo Rodolfo Llopis, catedrático de la Escuela Normal conquense, donde estuvo hasta que en 1930 volvió a Guadalajara, para ser de nuevo conducida por él. Este grupo de profesores normalistas alcarreños estuvo detrás de la reforma de la primera enseñanza que emprendió la Segunda República durante su primer bienio, con Rodolfo Llopis al frente de la Dirección General de Enseñanza Primaria y Jorge Moya de la Torre como su secretario particular.
Aunque no tuvo la destacada militancia partidista de su hermano Miguel, que fue diputado por Guadalajara en las Cortes Constituyentes en la candidatura de la conjunción republicano-socialista y ocupó la vicepresidencia de la Comisión Gestora que se hizo cargo de la Diputación Provincial alcarreña en abril de 1931, es evidente que participó en la política educativa implantada por la Segunda República desde la plataforma que le ofrecía la Revista de Escuelas Normales y que lo hizo en un sentido netamente socialista.
En general, fueron años en los que la ciencia conoció en Guadalajara un desarrollo extraordinario; Tomás de la Rica en la Escuela de Artes y Oficios, Marcelino Martín González del Arco en el Instituto de Bachillerato, Modesto Bargalló en la Escuela Normal de Maestros, José Cubillo Fluiters, Emilio Herrera y Mariano Barberán en la Academia de Ingenieros… En Guadalajara nació la aerostación nacional y se escribieron las primeras páginas de la aviación española, se diseñaron motores y aviones, se renovó la pedagogía y se publicaron admirables libros de texto para las materias científicas.
En este último campo destacó con Marcelino Martín, con el que escribió un Manual de Química editado por Ediciones Sardá en Reus y Guadalajara, que a partir de 1919 conoció cinco ediciones y que ilustró con sus propias fotografías. Otras obras fueron Ciencias físico-químicas para primer grado, del año 1918, Cómo se enseñan las ciencias fisicoquímicas, con varias ediciones desde 1923, un Manual de Física, de 1919 y que conoció al menos otra edición en 1925, La vida de las plantas. Experiencias sencillas de fisiología vegetal, publicado en 1932, Metodología de las Ciencias Naturales y la Agricultura, del mismo año, Paseos y excursiones escolares, editado en Guadalajara en 1934, y Problemas de Física y Química y Elementos de Física y Química, los dos impresos en Guadalajara en 1936.
Modesto Bargalló en México
Derrotado en la Guerra Civil, en 1939 huyó a Francia desde Cataluña con su familia, en la que sólo sería la primera etapa de su exilio en México. Confesaba que “el 24 de mayo embarcábamos en Cette, en el paquebot Sinaia, con mi esposa, mis hijos y mi hermano, integrantes de la primera expedición patrocinada por un comité británico de auxilio y que había de conducir a México a 1.800 refugiados españoles, entre ellos mujeres y niños. Salió al día siguiente. Al pasar el Sinaia frente a las costas de la tierra catalana en que nací y en la que dormían el sueño eterno mis amados padres, tomaban fuerza real las estrofas de “L´emigrant” del excelso Verdaguer y al dejar el Sinaia a su popa en lontananza, las últimas costas españolas del Estrecho, me invadieron escalofríos de emoción y se humedecieron copiosamente mis ojos”.
En la mañana del 13 de junio de 1939 el Sinaia arribaba al puerto mexicano de Veracruz; Modesto Bargalló iniciaba una nueva etapa en su vida, aún más intensa y fructífera que la que había vivido en Guadalajara. Desde 1940 fue profesor universitario en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional de México, y activo colaborador de prestigiosas publicaciones como la Revista de la Sociedad Química de Méjico y Ciencia. En 1964 fundó la Sociedad Mejicana de Historia de la Ciencia y la Tecnología.
Mientras en España sus libros de texto eran prohibidos para uso escolar por un Decreto firmado por el primer ministro de Educación Nacional franquista, Pedro Sainz Rodríguez, en México escribía algunas obras fundamentales en la reciente historia de la ciencia mexicana, entre las que destacan La minería y la metalurgia española durante la época colonial y su Tratado de Química Inorgánica. A pesar de su largo exilio, en sus últimos años aún seguía reconociéndose como “un viejo maestro español”; de hecho, pertenecía a la Unión de Profesores Universitarios Españoles en México.
JUAN PABLO CALERO DELSO

sábado, 16 de septiembre de 2017

ALFONSO MARTÍN MANZANO

MARTÍN MANZANO, Alfonso
[Guadalajara, 1852 / 13 de noviembre de 1912]

Alfonso Martín Manzano nació en Guadalajara en 1852, hijo de Luis Martín, un capataz que falleció el 3 de junio de 1874 a los sesenta años de su nacimiento en la ciudad valenciana de Gandía, y de Eusebia Manzano. Falleció en la misma ciudad el 13 de noviembre de 1912, después de una larga enfermedad cardiaca. Tuvo, al menos, cuatro hermanos: Manuel, Vicente, Cecilio, y Luis. Contrajo matrimonio con Ascensión García Lorenzo, hija del empresario Vicente García y de Andrea Lorenzo, con la que tuvo dos hijos: Julia y José.

Tipógrafo en la Imprenta Provincial
Tipógrafo de profesión, aprendió el oficio en Madrid, donde residió cinco años, de la mano de Julián Fernández Alonso. En 1877 volvió a Guadalajara, residiendo desde entonces en el número 27 y 29 de la calle de Álvar Fáñez de Minaya, para trabajar como regente de la recién inaugurada imprenta de la Diputación Provincial, en donde continuó como empleado hasta el final de sus días, ejerciendo como administrador a la muerte de Tadeo Calomarde. En octubre de 1899 el antiguo Establecimiento Tipográfico Provincial, anejo a la Casa Inclusa de la Diputación, quedó reducido a taller de aprendizaje para los huérfanos asilados, sin confeccionar más impresos que los necesarios para esta institución, quedando Alfonso Martín Manzano al frente del mismo, no como Administrador sino como simple gerente o encargado; un puesto que se amortizó a su muerte, asumiendo la responsabilidad de los talleres tipográficos de la Diputación su sobrino, Ramón Martín.
Su relación en Madrid con Julián Fernández Alonso le vinculó con Pablo Iglesias y el núcleo fundador del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en 1879 y desde 1882 con la Asociación del Arte de Imprimir, base para la constitución en 1888 de la Unión General de Trabajadores (UGT). Fue uno de los pioneros del partido obrero en España y perteneció al núcleo fundador de la Agrupación Socialista de Guadalajara.
Pero su trayectoria en el campo marxista fue muy corta y en su madurez mostró ideas muy conservadoras e incluso reaccionarias. En 1904 el viraje ideológico antisindical se había completado, y desde las páginas de Flores y Abejas se mostró opuesto a las primeras leyes sociales aprobadas por conservadores y liberales: el 21 de agosto culpaba a la huelga de los trabajadores de las tahonas de la subida del precio del pan, el 10 de septiembre criticaba la Ley del Descanso Dominical, el 15 de octubre calificaba al Instituto de Reformas Sociales como Instituto de Reformas Perjudiciales...
Sin embargo, otros miembros de su familia siguieron militando activa y destacadamente en las filas socialistas, como su hermano Luis, que contrajo matrimonio con Catalina Aragonés y que en 1912 formó parte del reconstruido comité local del Partido Socialista, y su sobrino Luis Martín Lerena, hijo de Vicente Martín Manzano y Luisa Lerena que fue concejal socialista en Guadalajara. Otro de sus hermanos, Manuel, también fue concejal en 1897, pero con el respaldo del Partido Conservador.
Su actividad cultural
Alfonso Martín estuvo presente en muy diversas iniciativas de la sociedad arriacense de esos años. Como muchos tipógrafos, desarrolló una vasta labor periodística, primero desde las páginas de El Atalaya de Guadalajara, Revista Popular y La Crónica, para continuar más adelante impulsando sus propios proyectos periodísticos; primero Miel de la Alcarria, que ayudó a fundar pero que sólo sacó seis números en 1891, y luego a través de Flores y Abejas, en cuya fundación participó en el mes de septiembre de 1892 y que dirigió desde el fallecimiento de Miguel Mayoral Medina hasta su muerte, y en la que escribió innumerables artículos. Pero no por eso dejó de cooperar esporádicamente con otros periódicos de la provincia, como La Alcarria Ilustrada, La Ilustración y en el portavoz conservador La Región.
Además, fue el principal impulsor del Ateneo Instructivo del Obrero, una sociedad modélica cuya encomiable labor perduró en Guadalajara hasta el final de la Guerra Civil. En febrero de 1891, poco después de celebrarse la primera concurrencia electoral socialista en la provincia, apareció en El Atalaya de Guadalajara un proyecto para crear un Ateneo obrero del que él era el primer firmante y que se hizo realidad poco tiempo después. Durante muchos años siguió vinculado a este Ateneo y en distintas ocasiones ocupó cargos de responsabilidad.
Manifestó una gran afición al teatro; si en su juventud fue actor aficionado, sobre todo en la sociedad teatral “La Confianza” y en el Liceo Artístico que presidió, y hasta llegó a instalar en su domicilio un pequeño escenario donde ofrecía representaciones, en su madurez fue empresario del Teatro Principal arriacense durante varios años; por ejemplo, en 1898 pagó 2.000 pesetas por hacerse con la gestión del primer escenario de la provincia. Formó parte, con Enrique Burgos, del grupo teatral habitual del Salón García, un pequeño escenario propiedad de Vicente García, y allí conoció a la que sería su esposa, actriz aficionada e hija del empresario.
Además escribió diversas piezas cómicas que se representaron en distintas ocasiones, como En Recoletos y al fresco, ¿Dónde me quedé?, De todo un poco, Salón García, ¡Ya encontré lo que buscaba!, una obra teatral, La Reina de los Mayos, en colaboración con Antonio Velasco, una revista con Luis Cordavias, Guadalajara cómica, que trataba en clave de comedia la lucha electoral y que se representó a beneficio del Ateneo Instructivo del Obrero y algunas canciones y cuplés. Prolífico escritor, publicó dos interesantes galerías de personajes alcarreños titulados Plumas alcarreñas y Retratos al vuelo, esta última obra escrita en colaboración con su socio y amigo Luis Cordavias, un libro de relatos, Ropa vieja, y una Semblanza del cuadro activo del Liceo Artístico de Guadalajara.
JUAN PABLO CALERO DELSO