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sábado, 18 de julio de 2020

LORENZO ROMO Y GAMBOA FERNÁNDEZ

204.- ROMO Y GAMBOA FERNÁNDEZ, Lorenzo
[Cañizar, ¿? / ]

Lorenzo José Romo y Gamboa Fernández nació en el pueblo alcarreño de Cañizar, donde lo hicieron todos sus hermanos, entre los años 1780 y 1784. Era su padre Francisco Romo y Gamboa, que también había venido al mundo en Cañizar el 13 de diciembre de 1746, hijo único de Carlos Romo, nacido en Cañizar el 19 de noviembre de 1705, y de María Teresa Gamboa, que vio la luz en Torija el 7 de mayo de 1713. Su padre fue, por lo tanto, quien primero unió los apellidos de sus progenitores, Romo y Gamboa, para formar un único apellido compuesto, que legó a sus hijos. Contrajo matrimonio con Ramona Fernández Manrique, hija también de una ilustre familia de la nobleza alcarreña, y tuvieron seis hijos; cuatro varones, Lorenzo, Francisco, Judas José y José, y dos mujeres, una de las cuales fue religiosa de las Gerónimas de Brihuega y la otra se casó con Andrés Briones, coronel del Regimiento de Granaderos a Caballo de la Guardia Real.
Toda su familia pertenecía al estamento nobiliario; desde el siglo XV, los Gamboa ocupaban una posición eminente en Hita, Brihuega, Jadraque y Sigüenza, en cuya catedral disponían de una capilla, la de Santiago el Cebedeo, para los enterramientos familiares. Al quebrar el Antiguo Régimen, a raíz de la Guerra de la Independencia, supieron convertir los viejos privilegios nobiliarios en una sólida posición política y económica.
Lorenzo Romo y Gamboa cursó estudios en la Universidad de Alcalá de Henares a partir del año 1792, pero pesó más la tradición familiar. Su padre siguió la carrera de las armas; estuvo destinado como capitán en el Regimiento de Infantería de Sigüenza y alcanzó el grado de brigadier cuando se encontró al mando de la Columna de Granaderos Provinciales de Castilla la Vieja durante la Guerra de la Independencia; en 1776 fue investido como caballero de la orden de Santiago. Tanto Lorenzo Romo y Gamboa como su hermano Francisco siguieron, como su padre, la carrera militar. Aquél ganó el grado de Capitán de Fusileros y el 4 de marzo de 1803 el rey Carlos IV le nombró Capitán del Regimiento de Granaderos de Sigüenza, en el que ya había servido su padre y serviría su hermano Francisco.
Al comenzar la Guerra de la Independencia, en mayo de 1808, era capitán del Cuerpo de Granaderos Provinciales de Castilla la Vieja. Fue hecho prisionero en una de las primeras acciones bélicas, siendo traslado como prisionero hasta Saumur, en la región de Loira, en Francia. Allí tuvo la desgracia de ver llegar, poco después, a su padre, Francisco Romo y Gamboa, brigadier del mismo Cuerpo de Granaderos, que había sido herido y hecho prisionero en la batalla de Cardedeu, que tuvo lugar cerca de esa localidad catalana el 16 de diciembre de 1808, muriendo poco más tarde en sus brazos a causa de las heridas de guerra y de las penalidades del viaje.
Terminado el conflicto, abandonó la carrera de las armas y volvió a su provincia natal. Cuando en 1834 fue elegido para representar a Guadalajara en el Estamento de Procuradores, figuraba como propietario agrícola y su renta era superior a los 12.000 reales exigidos; así que antes del proceso de Desamortización puesto en marcha por Juan Álvarez Mendizábal en 1836, ya contaba Lorenzo Romo con extensas fincas agrarias en tierras alcarreñas.
En 1839 le encontramos como socio de la Sociedad para propagar y mejorar la educación del pueblo, que tenía como Patrona a la Reina Gobernadora María Cristina de Borbón y como presidente efectivo al duque de Gor.

Elección y actividad parlamentaria
Convocadas las elecciones para el Estamento de Procuradores, los comicios se celebraron en la Casa Consistorial de Guadalajara el día 30 de junio de 1834, siendo elegido para el cargo Gregorio García Tabernero, que sin embargo no pudo acreditar una renta superior a los 12.000 reales que era preceptiva para ocupar el escaño en esa Cámara. Celebradas nuevas elecciones el 15 de octubre de 1834, fue designado Juan Francisco Morate, que también vio sus poderes desaprobados por el Estamento de Procuradores, admitiéndose su renuncia al cargo el 7 de noviembre de ese mismo año.
Convocadas de nuevo, y por tercera vez, las elecciones en la circunscripción de Guadalajara, resultó elegido Lorenzo Romo y Gamboa, que pudo acreditar que cumplía todos los requisitos, por lo que el 12 de febrero de 1835 juró su cargo y ocupó su escaño hasta el día 27 de enero de 1836, cuando cesó en sus funciones parlamentarias. Durante los once meses que perteneció al Estamento de Procuradores no formó parte de ninguna comisión ni pronunció ningún discurso, según consta en las actas parlamentarias de ese periodo.
Aunque en 1834 las divergencias entre las dos ramas del liberalismo, moderados y progresistas, apenas empezaban a manifestarse en las Cámaras, Lorenzo Romo y Gamboa llegó a las Cortes como procurador liberal y afín al gobierno que entonces presidía Francisco Martínez de la Rosa. Sin embargo, la tibieza del presidente del Consejo de Ministros para plantear las reformas constitucionales que exigía la nación determinó que aquél votase generalmente a favor del gabinete progresista de Juan Álvarez Mendizábal en algunas decisiones de especial importancia.
En las elecciones a diputados en Cortes celebradas en julio de 1836 para la renovación de la Cámara, obtuvo una votación testimonial, apenas cuatro votos frente a los 367 del candidato más votado. En las de 1837, en la que los moderados se alzaron con la victoria en la provincia alcarreña, participó en la segunda vuelta de los comicios, en la que se debía elegir al senador suplente de la provincia, aunque el elegido fue Bonifacio Fernández de Córdoba.
JUAN PABLO CALERO DELSO

sábado, 4 de julio de 2020

DÁMASO MIÑÓN VILLANUEVA

MIÑÓN VILLANUEVA, Dámaso
[Burgos, 1886 / ]

Dámaso Miñón Villanueva nació en la ciudad de Burgos en el año 1886.
Después de cursar sus estudios primarios y secundarios, se matriculó en la Sección de Letras de la Escuela Superior de Magisterio de Madrid y, tras aprobar la correspondiente oposición en 1909, fue destinado como maestro a la localidad alcarreña de Mondéjar, donde permaneció hasta que en 1917 ingresó, también por oposición directa, en el Cuerpo de Inspectores de Primera Enseñanza, siendo su primer destino la zona educativa de Ponferrada y Zamora, dejando testimonio de su misión en un artículo publicado en el número del mes de enero de 1923 de La Escuela Moderna que tituló “Estado de la escuela primaria en la provincia de León”.

Inspector de Enseñanza Primaria
En 1920 ocupó el mismo puesto en la provincia de Ciudad Real, donde su labor inspectora fue causa de conflictos. Por ejemplo, en junio de 1922 dio con sus huesos en la cárcel, pues al realizar una visita de inspección con motivo del expediente a una maestra de Villanueva de los Infantes tuvo un enfrentamiento en el Casino local con un abogado, que salió en defensa de la docente y que, como consecuencia de ese encontronazo, puso una denuncia que llevó al juez a decretar su ingreso temporal en prisión. Por ese motivo, y tras una breve estancia en Albacete desde el mes de julio, ese mismo otoño fue destinado de nuevo, mediante permuta, a la provincia de Guadalajara, donde como Inspector giró una completa visita a todas las escuelas de la provincia, cuyos exhaustivos informes permiten conocer con detalle el estado de la educación primaria en tierras alcarreñas.
En 1925 fue expulsado del Cuerpo de Inspectores como resultado de un expediente disciplinario que le fue abierto por su insólita conducta en el desempeño de sus funciones: abandono de su destino, hacer caso omiso de los requerimientos oficiales, amenazas y coacciones contra sus superiores… Aunque la Comisión Permanente del Consejo de Instrucción Pública atendió sus alegaciones reincorporándole al Cuerpo de Inspectores, sostenía que Dámaso Miñón tenía una “constitución paranoide” que no le hacía responsable de sus actos, eximiéndole de incorporarse a sus funciones y concediéndole dos años para su recuperación. Sin embargo, pronto se reincorporó a su puesto y aún fue trasladado a la Inspección de Enseñanza Primaria de la provincia de Madrid y adscrito a la Escuela Central de Anormales.
Quizás influyese en la resolución favorable de su expediente disciplinario y en su ascenso a Madrid, su adscripción política a la extrema derecha, pues tan pronto le vemos participando en un acto de homenaje al tradicionalista Juan Vázquez de Mella en marzo de 1928, como interviniendo en el mismo como "caballero asesor" en una reunión de la Orden del Santo Cáliz, una asociación católica de tinte integrista, como podemos leer el 13 de marzo de 1931 en el diario carlista El Siglo Futuro un anuncio de su conferencia sobre “Las Universidades en la Edad Media” en el Centro Nacionalista Español, vinculado al doctor José Luis Albiñana y su partido ultranacionalista, aunque el 6 de febrero había impartido otra sobre un tema muy similar en el Círculo Liberal madrileño.
Pero en 1931 el nuevo gobierno republicano decidió declarar nulos y sin efectos todos los traslados de inspectores realizados durante la Dictadura de Primo de Rivera por no haberse hecho de acuerdo a la legislación vigente y con perjuicio de otros con más derecho, por lo que su destino en Madrid fue revocado, volviendo a su anterior destino en la provincia de Ciudad Real. No debió de quedar Dámaso Miñón muy satisfecho con el cambio de destino, pues en julio de 1931 y en octubre de 1932 le encontramos optando a una plaza de Inspector para las provincias de Madrid y Barcelona.
En mayo de 1935 fue destinado por concurso de traslados, a la Inspección de Primera Enseñanza de la provincia conquense, y pasó a residir en la ciudad de Cuenca. Atento más a sus intereses particulares que a la lealtades políticas, se afilió a Izquierda Republicana y empezó a colaborar en el semanario republicano Heraldo de Cuenca, en cuya capital pasó la Guerra Civil y desde la que, en agosto de 1936, se ofreció a acoger un niño víctima de la guerra. Prueba del verdadero propósito de su mudanza ideológica, pronto escribió una carta a Eduardo Ortega y Gasset, muy bien relacionado con las autoridades del régimen republicano, solicitando una recomendación para ser nombrado Inspector jefe de Primera Enseñanza en la provincia de Cuenca.
Finalizado el conflicto bélico, y después de haber superado con éxito el expediente de depuración, se le mantuvo como Inspector de Enseñanza Primaria en Cuenca, pero dadas sus circunstancias, el Ministerio acordó suspenderle de empleo, que no de sueldo, y abrirle un expediente de jubilación por incapacidad física, contra el que presentó un recurso que no fue atendido. Finalmente, el 14 de enero de 1956 el ministro de Educación, Joaquín Ruiz-Giménez Cortés, firmó el cese como inspector por jubilación de Dámaso Miñón Villanueva, al haber cumplido la edad reglamentaria en su destino en la provincia de Cuenca.

Su preocupación pedagógica
Su personalidad conflictiva no le impidió mostrar un profundo interés por la pedagogía. En octubre de 1914 participó en un curso breve de formación para maestros organizado por la Junta para la Ampliación de Estudios, que se impartió durante diez semanas en la Residencia de Estudiantes madrileña, en la que se alojaron, y que estuvo dirigido por Luis de Zulueta. Satisfecho con la experiencia, en 1920 y aún en años sucesivos, solicitó a la citada Junta la concesión de una beca particular o el encargo de coordinar alguno de los grupos de maestros que, a instancias de la JAE, visitaban las Escuelas primarias y Normales de Francia, Bélgica o Suiza, con el objetivo de conocer nuevos métodos pedagógicos aplicados a la Geografía y la Historia. Pero, a pesar de sus reiteradas reclamaciones administrativas y de su insistente correspondencia a la Junta, no le fue concedida ninguna de las becas que solicitó.
Con poco más de veinte años colaboró con los eminentes profesores Alfonso Retortillo y Rufino Blanco en la redacción de unos Rudimentos de Geografía y de Historia Universal, obra erudita de casi quinientas páginas que fue adoptada como libro de texto en distintas Escuelas Normales. Y entre los días 16 y 25 de octubre de 1949 se celebró en Madrid el I Congreso Interiberoamericano de Educación, convocado por el Instituto de Cultura Hispánica, por iniciativa de su director, Alfredo Sánchez Bella, y organizado por el Seminario de Problemas Hispanoamericanos, que dirigía Manuel Fraga Iribarne, y en el que participó Dámaso Miñón con un texto sobre las entonces llamadas Escuelas de Anormales. Fue autor, además, de varios artículos sobre diferentes aspectos pedagógicos en revistas especializadas y pronunció algunas conferencias sobre enseñanza.
Participó muy activamente en el movimiento asociativo de los Inspectores de enseñanza primaria, y tenemos constancia de su intervención para solicitar mejoras en las retribuciones del Cuerpo en la Asamblea que estos funcionarios celebraron en Madrid en el mes de enero de 1923. En esos mismos años formó parte de la Junta Directiva de la Asociación de Inspectores de Primera Enseñanza.
JUAN PABLO CALERO DELSO