SÁNCHEZ DE ARROJO, Elena
[Madrid, 1857 / Guadalajara, 28 de junio de 1947]
Elena Sánchez de Arrojo nació en Madrid en el año 1857 y
falleció el 28 de junio de 1947, a los noventa años de edad, en la ciudad de Guadalajara, cuyo
cementerio acogió sus restos mortales. Contrajo matrimonio con Víctor Martínez Cardenal, un militar que falleció en las Islas Filipinas y
quedó enterrado en la iglesia de San Agustín de Manila, con el que tuvo dos hijos, que también fueron oficiales del ejército español: Emilio, que falleció en plena juventud siendo capitán de Infantería de Marina y Gentilhombre del rey Alfonso XIII, Víctor, que contrajo matrimonio con Ángela Sastre y que
también falleció antes que su madre, y César, casado con Carmen Rodríguez.
Era hija de Pascuala de Arrojo y Valdés, fallecida en
Guadalajara el 22 de septiembre de 1922 a los 93 años de edad, y del abogado liberal Emilio Sánchez, del que sabemos muy poco pues murió todavía joven. El matrimonio tuvo dos hijos: Elena y Emilio, un laureado comandante del ejército español que murió en Calaganang durante la Guerra de Independencia de Filipinas de 1898. Pascuala de Arrojo casó en segundas nupcias con César Tournelle, un poeta que
había sido profesor del rey Alfonso XII y que falleció en 1906; su relación con
la Familia Real era tan estrecha que la infanta Paz de Borbón acudió personalmente
a Guadalajara para visitarla con motivo de su enfermedad.
Durante muchos años Elena Sánchez de Arrojo vivió en Filipinas, "donde pasé los más venturosos años de mi vida, entre amigos cariñosos y consecuentes, tanto como jamás volví a tener", según sus propias palabras, y donde comenzó a publicar sus primeros trabajos periodísticos y literarios. Ya viuda, se trasladó a la Península, residiendo primero en Madrid en la calle de Hartzenbusch,
en el barrio de Chamberí, para establecerse después en Guadalajara, donde vivió en el piso principal del
número 27 de la calle de Jáudenes.
Su acción
política
Elena Sánchez de Arrojo fue la
primera mujer de la burguesía guadalajareña que destacó por su actividad
pública; otras mujeres habían tenido un evidente protagonismo en la historia
más reciente de la provincia de Guadalajara, y lo hicieron en muy distintos
ámbitos, pero siempre rehuyendo la acción política partidista e institucional. Por el contrario, ella fue capaz de dar el paso desde
las actividades caritativas propias de las damas de su clase social hasta la
propaganda del catolicismo social y la política institucional.
Quizás el primer paso lo dio con la fundación hacia el año
1918 del Sindicato Obrero Femenino de la
Inmaculada Concepción de Guadalajara, uno de los escasos, por no decir el
único, sindicato confesional católico de la provincia que no agrupaba básicamente a
agricultores y que buscaba organizar a los trabajadores de las áreas urbanas,
aunque en este caso fuese un sector tan particular como el de las modistas,
costureras y empleadas domésticas. Su lema era “Trabajo cristiano, justicia y caridad en su organización, unión y
solidaridad en los agremiados”, síntesis de un programa sindical que tenía
demasiados residuos del caduco gremialismo católico y de la tutela patronal.
Tenía su sede social en la iglesia de
Santiago Apóstol y era su consiliario el sacerdote Francisco Mariño, encargado
de esa parroquia. Aunque a sus actos asistían casi un centenar de afiliadas,
seguramente el número de trabajadoras no era tan elevado y algunas de las
socias y cooperantes serían mujeres de las clases medias que las empleaban a su
servicio; ese era el caso de Elena Sánchez de Arrojo, su presidenta, y de Inés
Ugarte de Calvo, su tesorera.
Pero, sobre todo, fue la primera mujer que ocupó una
concejalía en la provincia de Guadalajara. Suprimidas por la Dictadura del
general Miguel Primo de Rivera las elecciones plenamente democráticas y condenadas a la clandestinidad
algunas corrientes ideológicas y los partidos y sindicatos que las sostenían,
el Directorio primorriverista modificó el método de elección de los concejales,
sustituyendo el sufragio universal por la libre voluntad del régimen o
reservando concejalías a determinadas instituciones y corporaciones. Fue así
como Elena Sánchez de Arrojo entró en el Ayuntamiento de la ciudad de
Guadalajara en el mes de enero de 1927; curiosamente presidió la primera sesión
por ser el concejal de mayor edad. Entró a formar parte de las Comisiones de
Agua y Arbolado y de Beneficencia, Sanidad y Limpieza, pero sólo permaneció
nueve meses en el municipio, y a partir del acta correspondiente al pleno
municipal del 19 de octubre de 1927 no vuelve a asistir a las sesiones.
En enero de 1931, y con
motivo de la fiesta onomástica del rey Alfonso XIII, se concedieron por el Ministerio de Instrucción Pública algunos títulos
de comendadores de número, ordinarios, caballeros y cruces de la orden civil de
Alfonso XII, los últimos que fueron concedidos por el rey, y ella se encontraba
entre los condecorados.
Su
actividad social
Siempre atenta a los asuntos
de la mujer, fue en los años previos a la Dictadura la delegada en Guadalajara,
con su nuera Ángela Sastre de Martínez, del Patronato Real para la represión de
la trata de blancas, que había sido creado mediante un Real decreto del 11 de Julio de 1902
y que se había reorganizado en 1917; a él pertenecían las damas de la más
rancia aristocracia bajo la presidencia de la Infanta Isabel de Borbón,
conocida popularmente como La Chata.
También formó parte del primer grupo de Damas
Enfermeras de la Cruz Roja Española, un cuerpo fundado por la Reina Victoria
Eugenia que, en palabras del
doctor Fernando Calatraveño, “es sencillamente la señora que llevada de
hidalgos sentimientos patrióticos y de generosos impulsos caritativos, sin
abandonar por completo su vida ordinaria social y sus deberes de esposa, madre,
hija o hermana, dedica, transitoria y accidentalmente, horas y aún días tal
vez, al voluntario y desinteresado auxilio y consuelo de sus semejantes”. Su reglamento fue aprobado por Real Orden de 18 de mayo de 1917 con
arreglo al artículo 4º del Real Decreto de 28 de febrero, e inmediatamente se
abrió la inscripción para matricularse en el primer curso y posterior examen
que debían aprobar todas las aspirantes. En el mes de junio de 1917 se
realizaron los primeros exámenes, que en Madrid fueron aprobados por 132
mujeres que fueron las pioneras de este Cuerpo sanitario, la mayoría
aristocráticas y damas de la alta sociedad que querían demostrar así su apoyo a
la reina en esta iniciativa; y entre este grupo de mujeres se encontraba Elena
Sánchez de Arrojo, a pesar de que ya cumplía sesenta años. Mujer con ideas y
empuje, se mantuvo activa en la Cruz Roja de
Guadalajara, de cuya sección de Damas fue vicepresidenta.
Asimismo, presidió una junta de mujeres de Guadalajara
constituida para allegar fondos con el objetivo de abrir un hospital en el
arriacense Paseo de las Cruces. La citada junta femenina llegó a organizar
algún festival para cumplir sus objetivos y al celebrado en el Teatro Principal
en abril de 1920 asistió la infanta Isabel de Borbón, tan relacionada con su
presidenta. También perteneció a la Junta del Hospital de la Princesa de Madrid.
En general, se la encontraba en
infinidad de sociedades y actos caritativos, como en la entrega de 400
cartillas de ahorros a otros tantos escolares de la ciudad arriacense, una
iniciativa de la sociedad La Mutualidad Infantil, que animaba en Guadalajara su hijo, el
capitán Víctor Martínez, y del Instituto Nacional de Previsión, o al frente de la Asociación del Rosario
Perpetuo, o sentada en la Junta Directiva de la asociación La visita del soldado, fundada con motivo
de la Guerra de Marruecos y que presidía la duquesa del Infantado.
Pero toda su actividad social y caritativa destilaba
un rancio paternalismo burgués que rehuía el análisis de las causas de la
pobreza y se limitaba a intentar taponar la herida que provocaba la profunda
miseria de las clases populares. Ella misma nos ofrece su punto de vista en el
siguiente texto: “¡Qué edificante y
conmovedor lo que aquí observo! Ya es un grupo de señoritas enseñando labores a
jóvenes obreras, fortificándolas en su dolorosa lucha por la vida, ya otras
instruyendo a los obreros para apartarles de sus más mortales enemigos,
aquellos que les arrastran a la abyección y la miseria, el alcoholismo y la
blasfemia, otro grupo cosiendo para los pobrecitos, otro llevando a sus frías
viviendas calor de caridad, auxilio y consuelo, otros uniéndose para cantar
alabanzas a Dios en sus iglesias”.
Su
obra escrita
Mujer polifacética, la obra escrita y publicada de
Elena Sánchez de Arrojo se inscribe en muy distintos campos. En un principio se
decidió por la prosa literaria, y los cuentos Hágase tu voluntad y Un
ingrato a la ciencia fueron editados en un volumen conjunto en el taller
tipográfico del Colegio de Huérfanos de Guerra de Guadalajara en el año 1906.
Después se orientó hacia el teatro, y así el 1 de
diciembre de 1913 se celebró en el teatro Infanta Isabel de Madrid una gala
benéfica organizada por Roma, el
periódico de la rama femenina de Acción Católica, y en el curso de la misma se
representó “una conferencia humorística sobre El hombre, original de Dª
Elena Sánchez de Arrojo”, según
rezaba la crónica que apareció en La
Época al día siguiente.
En 1915, y en la imprenta de Cleto Vallinas, se publicó El padre Mabuti, una novela de casi un
centenar de páginas con prólogo del padre Albino Menéndez Reigada y que fue la
más famosa de sus creaciones literarias. Al año siguiente se dieron a conocer
otras dos obras de teatro: Alma máter,
una comedia en tres actos y en prosa impresa en el establecimiento tipográfico
de Vicente Pedromingo de Guadalajara, y Juan
Crisóstomo... ¡mártir!, un sainete en un acto y dos cuadros que salió de la
imprenta del Colegio de Huérfanos de Guerra alcarreño. Curiosamente, Alma máter fue presentada por su autora
veinte años después al concurso organizado por la sociedad madrileña Los amigos
del teatro, que establecía en sus bases que las obras debían ser inéditas y ser
presentadas bajo seudónimo; esta comedia, aunque había sido publicada veinte
años atrás, resultó la ganadora junto a En
el jardín de un templo chino, de Agustín Organero, en el apartado lírico.
La sociedad preparaba la representación de la obra en el mes de febrero de
1936, aunque seguramente la Guerra Civil impidió su reestreno. En 1920 se representó en el
Teatro Principal de Guadalajara, con motivo de una gala benéfica, un sainete
titulado La llave de la gloria. Era
el suyo, como puede deducirse de sus títulos y de su biografía particular, un
teatro de ideas, incluso de combate, y una herramienta de propaganda, siempre
católica, quizás por eso la mayoría de sus obras solo fueron representadas por
grupos aficionados con ocasión de galas benéficas católicas o actos de
propaganda.
Sin embargo, a raíz de inscribirse como Dama de la
Cruz Roja, pasó a dedicar su tiempo principalmente a la elaboración de libros de
formación y divulgación sanitaria. El primero fue El consultor de la dama enfermera, un grueso volumen que fue libro
de texto oficial para las Escuelas de Enfermería en 1918. Tuvo dos ediciones;
la primera salió ese mismo años de la imprenta de Vicente Pedromingo, bajo la marca
comercial de Sucesores de Antero Concha, con 282 páginas; la segunda edición,
con cuarenta páginas más, salió en 1920 del taller tipográfico del Colegio de
Huérfanos de Guerra de Guadalajara. La obra tenía un prólogo del doctor
Fernando Calatraveño y estaba dedicada a la reina.
Años después publicó Algo de puericultura, un librito de 60 páginas con prólogo del
médico Juan Antonio Alonso Muñoyerro que fue impreso por Vicente Pedromingo en
su taller tipográfico de Guadalajara en 1926. Por su utilidad, contó con un
informe favorable emitido por el Consejo Superior de Protección a la Infancia.
Sabemos que también cultivó la
poesía, y hasta llegó a presentarse al Certamen en honor de Ntra. Sra. de la
Arrixaca, antigua Patrona de Murcia, que convocó la Pontificia y Real Academia
Mariana de Lérida en diciembre de 1944, pero no debió de estar muy inspirada en
esta ocasión pues el premio al que concursó quedó desierto y sólo se le entregó
una mención. Otros poemas suyos fueron publicados en varias ocasiones en la
prensa provincial y nacional; de la revista humorística Algo, de Barcelona, copiamos el siguiente epigrama: “La mujer,
cuando se casa, / es como la lavativa: / si es buena, sirve de ayuda, / y si es mala..., te jeringa”. O
bien fueron leídos con motivo de distintos actos, como la poesía que se leyó
durante la visita pastoral del cardenal de Toledo Enrique Reig a Guadalajara en
la velada literaria organizada por el Sindicato Obrero Femenino.
También escribió durante su estancia en Guadalajara diversas
colaboraciones en prensa, destacando en la de la provincia sus artículos en La Palanca, pero también los encontramos
en otras cabeceras como Flores y Abejas.
JUAN PABLO CALERO DELSO
JUAN PABLO CALERO DELSO
Muchas gracias por el recuerdo hacia mi familia en su artículo . Muchas de las fotografías originales dedicadas por ellos mismos que aparecen en su artículo se encuentran en mi casa custodiadas . Nuevamente le agradezco este valioso testimonio de este pedazo de la historia de España . Muy agradecido.
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