DIGES ANTÓN, Juan
[Guadalajara,
27 de diciembre de 1855 – 28 de diciembre de 1925]
Juan
Diges Antón nació en Guadalajara el 27 de diciembre de 1855 y falleció en la
misma ciudad el día 28 de diciembre de 1925, al día siguiente de cumplir
setenta años de edad. Formaba parte de una familia numerosa con sus hermanos
José, que se casó con Amparo López Moya, María, casada con Pedro Pérez Caja,
Cándido y Manuel, que contrajo matrimonio con Encarnación López Moya y fue
alcalde de la ciudad arriacense.
Estuvo
casado con Rosa de Lucas, que falleció en Guadalajara el día 15 de octubre de 1913, y residieron en el número 8 de la calle Antonio del
Rincón y en el número 17 de la calle del Amparo, siempre en Guadalajara. Tuvo
una descendencia numerosa pero desgraciada; cuatro de sus hijos (Víctor, los
gemelos Francisco y José y Luciano) fallecieron antes de llegar a la edad
adulta; él mismo escribía
en la revista del Ateneo que “después de las desgracias con que Dios se ha
servido probarme, llevándose la mayor parte de mis hijos, continúo con mi
interrumpida tarea de bibliotecario”.
Otros tres crecieron y salieron adelante; Saturnina Diges Lucas estuvo casada con Marceliano Pascual y falleció en Guadalajara el 24 de febrero de 1924. Su hijo Santiago aprobó los estudios en la Escuela de Ayundantes de Obras Públicas, para seguir la misma carrera profesional de su padre y casó con Margarita Villalba. Alejandro, aficionado como su padre al dibujo, fue aceptado como profesor Auxiliar de Dibujo sin sueldo en la Escuela de Artes y Oficios municipal que abrió sus puertas en Guadalajara en 1922.
Otros tres crecieron y salieron adelante; Saturnina Diges Lucas estuvo casada con Marceliano Pascual y falleció en Guadalajara el 24 de febrero de 1924. Su hijo Santiago aprobó los estudios en la Escuela de Ayundantes de Obras Públicas, para seguir la misma carrera profesional de su padre y casó con Margarita Villalba. Alejandro, aficionado como su padre al dibujo, fue aceptado como profesor Auxiliar de Dibujo sin sueldo en la Escuela de Artes y Oficios municipal que abrió sus puertas en Guadalajara en 1922.
En
1876 concluyó sus estudios de Magisterio en la Escuela Normal de Guadalajara,
aunque no ejerció como maestro y entró a trabajar como delineante, primero en
la Comandancia y Talleres de Ingenieros militares de la capital alcarreña y,
después de aprobar unas duras oposiciones, como funcionario del Cuerpo de
Sobrestantes de Obras Públicas, obteniendo destino en la Jefatura provincial de
Guadalajara, permaneciendo en el mismo centro de trabajo durante el resto de su
carrera profesional, que no fue muy próspera, pues hasta mayo de 1922 no
ascendió a Sobrestante de tercera clase, medio año antes de su jubilación en
enero de 1923.
Su defensa del patrimonio
Pero
Juan Diges Antón destacó, sobre todo, por ser uno de los más eruditos
conocedores y más activos defensores del patrimonio artístico y cultural de la
capital alcarreña. Sería una tarea abrumadora hacer una simple relación de todas
las campañas que, a través de la prensa y de cuantos medios estaban a su
alcance, emprendió para salvar de la ruina y la destrucción los monumentos de
mérito y los restos históricos de Guadalajara.
Aunque, si hubiese que destacar alguna,
ésta sería sin duda la defensa de la Capilla de Luis de Lucena o de los
Urbinas, último vestigio de la antigua y derruida iglesia mudéjar de San Miguel
del Monte, cuyos solar fue adquirido por su familia. En 1918, siendo secretario
de la Comisión Provincial de Monumentos, escribió al conde de Romanones, un intercambio
de misivas que se recogió en la prensa, para pedirle que salvase al edificio de
la ruina y con el propósito instalar allí un Museo, “de que tan necesitado se
halla esta población”.
Fue,
durante muchos años, vocal de la Comisión Provincial de Monumentos, que sólo
pudo desarrollar una actividad intermitente, constantemente interrumpida por el
menguado apoyo de las instituciones políticas y por la falta de miembros
activos y comprometidos, quedando en muchas ocasiones Juan Diges Antón como su
único vocal en ejercicio.
Sus
investigaciones históricas se tradujeron en algunos libros de mérito. Con
Manuel Sagredo Martín participó en el concurso convocado en 1888 por el Ateneo Caracense
y Centro Volapükista español de Guadalajara para galardonar obras de carácter
histórico sobre la provincia, obteniendo el primer premio con su Biografía de hijos ilustres de la provincia
de Guadalajara, un trabajo animado por el espíritu que se recogía en la
propia obra: “Reconocemos nosotros que estas biografías nuestras, aunque cortas
ó incompletas, son convenientes hasta tanto que otra persona venga á
escribirlas con la debida extensión y como la importancia de algunos de los
personajes lo merece, porque queda consignado en el papel, mejor ó peor
ordenado, lo que se halla esparcido en diferentes sitios, difícil de consultar,
y lo que se halla en la memoria de las gentes que, conservado por la tradición,
llega más o menos tarde a borrarse o a extinguirse por completo”. El libro fue
publicado al año siguiente, con un prólogo laudatorio del doctor Miguel Mayoral
Medina, en la Tipografía y Encuadernación Provincial de Guadalajara.
En
1917 se imprimió en los talleres gráficos de la Casa de Expósitos de
Guadalajara su Resumen histórico del
convento de monjas clarisas de Guadalajara, un librito de casi un centenar
de páginas cuyo título no hace justicia al interés de la obra, que más que un
resumen es una completa investigación artística e historiográfica sobre este
cenobio; además, el libro se abría con una emocionada dedicatoria del autor a
su esposa, que había fallecido poco antes.
Esta
labor fue merecidamente reconocida, siendo nombrado académico correspondiente
de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y de la Academia de Bellas
Artes y Ciencias Históricas de Toledo.
Su actividad cultural
En
1880 fue uno de los socios fundadores del Ateneo Escolar Caracense y allí
desplegó su reconocida laboriosidad, dirigiendo su Revista en 1881. En 1887 esta sociedad se fusionó con el Centro Volapukista
Español, siendo nombrado Juan Diges presidente de la Sección del Ateneo
mientras que su hermano José era elegido Tesorero general en una Junta que
presidía Francisco Fernández Iparraguirre y que tenía a José Julio de la Fuente
como uno de sus presidentes honoríficos. Después, formó parte de nuevos equipos
directivos del Ateneo y en 1896 volvió a ser el responsable de su Revista. En 1890 recibió uno de los
premios de los Juegos Florales organizados por el Ateneo.
También
colaboró en 1891 en la fundación del Ateneo Instructivo del Obrero, a cuya
Junta Directiva perteneció en alguna ocasión, obteniendo como reconocimiento a
sus desvelos el título de Socio Meritísimo, concedido por sus afiliados como
prueba de agradecimiento por impartir clases nocturnas a los trabajadores
asociados.
En
1890 fundó, con su inseparable compañero Manuel Sagredo, La Revista Popular, que fue la primera publicación periódica
ilustrada que salió de la imprenta en la provincia de Guadalajara. Sin embargo,
lo escaso de sus recursos y el restringido apoyo que encontraron, forzaron el
cierre prematuro de la revista, según él mismo declaraba públicamente.
No
volvió a formar parte de la redacción de ningún otro periódico de la provincia,
pero se pueden encontrar sus trabajos en prácticamente todas las cabeceras
periodísticas que se publicaron en tierras alcarreñas en esos años, destacando
por su frecuencia sus artículos en Flores
y Abejas, a menudo ilustrados con sus detallados dibujos, y siendo de
destacar sus apuntes de azulejos del Palacio del Infantado en un artículo
publicado en la prestigiosa Revista de
Archivos, Bibliotecas y Museos.
Es
buena prueba de su afición e interés por la prensa su folleto El periodismo en la provincia de Guadalajara,
una meritoria obrita que se editó en 1902 en la imprenta de Felipe Pérez
Cerrada y que fue durante más de un siglo la más completa obra de referencia
sobre este tema, sólo teniendo que lamentarnos que no se conservasen muchas de
las cabeceras que cita de primera mano y de las que guardaba ejemplares.
En
1890 dio a la imprenta su primera obra en solitario: la Guía de Guadalajara, un libro destinado a cubrir un hueco en la
bibliografía provincial que estaba escrito al dictado de la utilidad y que
buscaba la difusión de la capital alcarreña más allá de los límites
provinciales. En el prólogo, explicaba que su libro era complementario de una
Historia de la ciudad que estaba redactando Miguel Mayoral Medina, aunque la
muerte prematura de éste dejó la investigación histórica inconclusa.
Otras
obras dedicadas a dar a conocer y promocionar las tierras alcarreñas fueron Vías de comunicación de la provincia de
Guadalajara, que se publicó en la tipografía de La Región en 1908, que ofrece una variadísima y riquísima
información que excede con mucho lo que se anuncia en el título, y la Guía del turista en Guadalajara, escrita
por encargo de la Junta Provincial de Turismo y publicada en 1914 en la
tipografía de la Casa de Expósitos. Es ésta una obra de importancia capital
para el conocimiento de la Guadalajara de la Restauración porque, además del
texto siempre erudito y concienzudo de Juan Diges, se inserta un elevado número
de fotografías que muestran lo moderno del proyecto, que recoge rutas
turísticas por la capital y por distintos rincones de la provincia.
Su acción política
Aunque
perteneció a algunos organismos públicos, como la citada Comisión Provincial de
Monumentos o la Junta Local de Primera Enseñanza, siempre permaneció alejado de
la lucha política a pesar del destacado protagonismo de sus hermanos José y,
sobre todo, Manuel al frente del republicanismo federal alcarreño. Este
distanciamiento no respondía, seguramente, a su falta de interés por la
política sino a su voluntad de mantenerse en el terreno estrictamente cultural,
aunque siempre salió públicamente en defensa de su hermano, bien con motivo de
la restauración de las Casas Consistoriales de Guadalajara o bien para recordar
una iniciativa de Manuel Diges para fundar una biblioteca municipal.
Sólo
hemos encontrado una pista sobre sus inclinaciones ideológicas en la Guía de Guadalajara publicada en el año 1890,
donde hace un repaso a los distintos partidos políticos de la ciudad y, después
de resaltar la desorganización o escaso número del resto de los grupos,
sostiene que “solamente D. Manuel González Hierro puede presentar lucida
hueste, pues él solo capitanea 300 federales, aumentados todos los días con
nuevos adeptos”.
Del
mismo modo, quedó al margen de la acción reivindicativa profesional de los
funcionarios, aunque se manifestó públicamente cuando el caso lo requería, como
cuando firmó un escrito de los sobrestantes de Guadalajara relacionado con la
carrera profesional de estos funcionarios.
JUAN PABLO CALERO DELSO
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