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jueves, 12 de diciembre de 2013

EDUARDO CONTRERAS DE DIEGO

CONTRERAS DE DIEGO, Eduardo
[Hiendelaencina, ¿1846? / Brihuega, 5 de marzo de 1926]

Eduardo Contreras de Diego nació en Hiendelaencina en la década de los años cuarenta del siglo XIX y falleció en Brihuega el día 5 de marzo de 1926, a punto de cumplir ochenta años de edad, siendo trasladados sus restos mortales a Jadraque en cuyo cementerio fue enterrado.
Era hijo de Bibiano Contreras Rata y Margarita de Diego Guijarro, y sólo tuvo una hermana que se llamaba Carmen. Bibiano era, a su vez, hijo de Ignacio Contreras, uno de los pioneros de la minería de plata de Hiendelaencina, modesto agricultor y sacristán de Torremocha que gracias al filón argentífero descubierto y explotado por Pedro Esteban Górriz se hizo con el capital suficiente como para enviar a su hijo Bibiano a cursar los estudios de Medicina en la Universidad madrileña.
Concluida su carrera, Bibiano volvió a Hiendelaencina, donde ejerció la medicina, administró algunos pozos de los que era propietario y fue alcalde republicano de la localidad, hasta que con motivo de la primera crisis de ese coto minero alcarreño en 1869 trasladó su residencia a Jadraque, donde volvió a trabajar como médico y a ser elegido alcalde por sus convecinos, siempre en las filas del republicanismo democrático y progresista. Quedó en Bibiano Contreras, como herencia de su padre, un marcado interés por la minería y, además, desarrolló un afán de erudito y coleccionista y una preocupación por la cultura que traspasó a su hijo Eduardo.
Eduardo Contreras contrajo matrimonio con la briocense María de los Ángeles Sepúlveda Cerrada, emparentada con notables familias briocenses, que falleció el 18 de julio de 1899. Tuvieron cuatro hijos: Herminia, que falleció el 12 de agosto de 1908, Blanca y Concepción, que trabajaron como telefonistas en Brihuega, y Arturo, que se instaló en la capital de España, donde pasó Eduardo Contreras algunas temporadas después de su jubilación.

Su actividad profesional
Después de una juventud que debió de ser muy turbulenta, y en la que no completó sus estudios universitarios en la Facultad de Medicina, no siguiendo sólo en eso los pasos de su padre, se instaló junto a su familia en tierras alcarreñas, a caballo entre Jadraque y Hiendelaencina, donde ocupó el cargo de administrador de Rentas Estancadas entre 1877 y 1879, aunque sabemos que en este último año ya estaba viviendo en Jadraque.
Finalmente, desarrolló su carrera profesional en el Cuerpo de Telégrafos, que por entonces era uno de los más prestigiosos entre los empleados públicos, pues era un cuerpo especializado que exigía conocimientos técnicos y de reciente creación. En septiembre de 1891 obtuvo Eduardo Contreras el certificado de aptitud de la escuela práctica establecida en la Oficina de Telégrafos de Guadalajara, siendo inmediatamente destinado a la estación telegráfica de Atienza.
En la villa atencina permaneció hasta que en un concurso de traslados de aspirantes terceros de Telégrafos obtuvo plaza en Jadraque, siendo sustituido en Atienza por César Álvarez Barroso. A pesar de sus estrechos lazos con esa localidad, no se quedó allí mucho tiempo, ni siquiera llegó a estar dos años, y aún solicitó en la segunda quincena del mes de mayo de 1900 una licencia por enfermedad que le fue concedida durante veinte días.
Ascendido a aspirante segundo del Cuerpo de telegrafistas, en el mes de julio de 1901 fue trasladado a petición propia a la oficina de Telégrafos de Brihuega. En octubre ya había tomado posesión de su nuevo puesto y en enero de 1902 disfrutó un aumento de sueldo con motivo de una reforma en el escalafón, pasando a percibir 1.250 pesetas. En el último trimestre de ese mismo año de 1902 aprobó los exámenes para ser incorporado como Oficial al cuerpo de Correos y Telégrafos, aunque ya ejercía de hecho como Administrador de Correos de Brihuega.
Y en Brihuega residió hasta su jubilación como jefe de la oficina local de Correos y Telégrafos, sin conocer nuevos cambios de destino, aunque algunos años solicitaba y conseguía ser nombrado, en comisión de servicios, telegrafista de la estación telegráfica de los baños de Trillo, un servicio que disfrutaban en la temporada veraniega algunos balnearios españoles, yque le permitiría disfrutar de los saludables beneficios de ese establecimiento termal.

Sus aficiones
Ya señalamos que Bibiano Contreras mostró un afán coleccionista que podemos calificar como desmedido y que transmitió a su hijo. Por su relación con la minería, obtuvo una excelente colección de geodas y minerales, pero también fue aficionado a la taxidermia, hasta el punto que en la Exposición Provincial de Guadalajara del año 1876 presentó a concurso una vasta exposición de animales disecados por el mismo.
Su hijo Eduardo heredó ese mismo espíritu y fue un bibliófilo y coleccionista empedernido, cuya afición era conocida por todos los que le trataban; como recordaba a su muerte la prensa provincial, era “un enamorado de la arqueología y aficionadísimo a la filatelia y trato siempre de cultivar el libro y coleccionar cuantos escritos tenían relación con la provincia de Guadalajara”. Como consecuencia lógica de esta acumulación variopinta de objetos, abrió un museo en la localidad alcarreña de Jadraque, donde entonces residía. El museo se hizo tan conocido que el escritor y político Francisco Pi y Arsuaga, hijo del que fue presidente de la Primera República Francisco Pi y Margall, le hizo personalmente una donación de libros.
Una de sus aficiones menos comunes fue la de coleccionista de ex-libris. En el suyo, dibujado por su amigo Jorge de la Guardia, se leía fuera de la composición en dos líneas de caracteres tipográficos “De la Biblioteca de D. Eduardo Contreras”, y “en el fondo, una biblioteca; en primer término, un ángel esculpido sobre una peana, libros y un globo terráqueo. Todo rodeado por dos cintas concéntricas formando las letras CO; en la primera, [el lema] “In Magnis Parva”; en la segunda, el resto del apellido ntreras. En la parte inferior de la segunda cinta, un pequeño escudo heráldico: de plata tres palos de azur, bordura de gules, ocho aspas de oro”. Se ofrecía para intercambiar con otros coleccionistas, y debió de mostrarse muy activo en el trueque, pues su ex-libris aparece en los catálogos de otros coleccionistas o reseñado en varias publicaciones especializadas.
Curioso por naturaleza como era, Eduardo Contreras fue también un enamorado de la fotografía, y en algunos de los artículos que se publicaban en la prensa provincial o sobre la provincia no era el responsable del texto sino el autor de las fotografías que lo ilustraban. Así en la revista Le Touriste, una publicación española de viajes, se publicó un artículo sobre Molina de Aragón escrito por Claro Abánades y acompañado por sus fotografías, que también incorporó Claro Abánades a La Torre de Aragón, el periódico molinés que dirigía en esos años.
Su obra escrita
Fue autor de dos libros, obras de juventud resultado de sus viajes y de su gusto por la ciencia geográfica cuando aún avanzaba por medio de travesías y expediciones sobre el terreno. De uno de ellos, un grueso volumen de casi quinientas páginas titulado Un viaje por Oriente. De Manila a Marianas, apenas tenemos datos y se ha convertido en una rareza bibliográfica. Fue escrito en colaboración con Juan Álvarez Guerra y se editó en Madrid en el año 1872 en la imprenta de Moliner y Labajos.
El otro, Viajes y descubrimientos en el Polo Norte, fue un éxito editorial, que llegó a conocer una segunda edición en 1919. Reseñaba El País que “Viajes y descubrimientos en el polo Norte es una buena obra, no sólo por lo que atañe á su interés científico, sino también porque está escrita en estilo correcto, lo cual demuestra que su autor posee tan amplios conocimientos, como condiciones de buen prosista. Este notable libro, cuya lectura es provechosa para todo el mundo, se vende en las principales librerías, al precio de una peseta”. En ella “se refieren las expediciones llevadas á cabo desde los primitivos tiempos hasta la última inglesa del Alert y Discovery”, según resumía El Globo al anunciar su inminente aparición, y recogían también la noticia la Revista del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Guadalajara y El Viajero Ilustrado hispano-americano.
En 1905, y en la imprenta del periódico La Región de Guadalajara, editó un libro inédito que había escrito su padre contando de primera mano, y con abundancia de datos, los inicios de la explotación argentífera en Hiendelaencina y su coto minero. Una obra escrita desde el conocimiento, publicada desde el amor filial y en la que “aparece la verdad tal como fue, [...] modelo de exactitud, reuniendo la ventaja de llevar en apéndices los documentos principales justificativos, y de haberla aumentado D. Eduardo Contreras, hijo de D. Bibiano, y quien ha dado á luz esta obra póstuma, con algunos datos”, en palabras del cronista provincial Juan Catalina García López.
En 1907 escribió un poema para Cancionero de los amantes de Teruel, una iniciativa del escritor turolense Domingo Gascón y Guimbao que reunió 500 poesías dedicadas a la leyenda de Isabel de Segura y Juan Martínez de Marcilla, “escritos por los mejores poetas contemporáneos”, en un libro en el que también figuran otros alcarreños como Gabriel María de Vergara, Antonio Pareja Serrada, Jorge Moya de la Torre, Alfonso Martín Manzano, Luis Cordavias Pascual o Tomás Bravo y Lecea.

Su labor periodística
Eduardo Contreras fue, sobre todo, un escritor y un agitador cultural. Si la relación de sus libros es corta, y se publicaron sobre todo en su juventud, su labor periodística fue extensa y constante y de un mérito extraordinario, pues la realizó en las peores condiciones que puedan imaginarse: en pequeños pueblos de la provincia, que ni siquiera contaban siempre con una imprenta, y con medios económicos siempre escasos e insuficientes.
A partir de 1877 comenzaron sus colaboraciones con la prensa madrileña de ámbito nacional: en su número del 31 de enero de ese año El periódico para todos publicaba, bajo el título general de “Estudios Geográficos”, un artículo titulado “El capitán Laperouse”. Al año siguiente, comenzaron a aparecer artículos con su firma en El Globo: “Descubrimientos geográficos: el capitán Cook” el 16 de agosto de 1878, una larga serie de artículos sobre “Herodoto, viajero griego” a lo largo del mes de diciembre... Y a partir de 1880 escribió con frecuencia para la revista El Viajero Ilustrado hispano-americano.
En el número del 1 de septiembre de 1891 de La Revista Popular de Juan Diges y Manuel Sagredo, se publicó su primer artículo en la prensa provincial, dedicado al azúcar. Muy pronto empezaron sus colaboraciones con Flores y Abejas de Guadalajara, en cuyo cuadro de redactores llegó a figurar, en El Eco Seguntino, que se editó en la ciudad mitrada desde noviembre de 1896, y en otras cabeceras periodísticas provinciales en las que pueden encontrarse algunos artículos suyos.
Pero donde su vocación periodística encontró mejor acomodo fue en la promoción y dirección de algunos periódicos de los que fue el alma y, en algunas ocasiones, el único sostén económico. El primero fue Atienza Ilustrada, un proyecto extremadamente ambicioso, por las dificultades de hacerlo desde la villa que daba nombre al periódico, cuyo primer número salió en septiembre de 1898 pero que se gestaba desde abril, como anunciaba la Revista Contemporánea en su número de julio de ese año: “Bajo la acertada dirección de D. Eduardo Contreras ha empezado á salir á luz en el citado pueblo de la provincia de Guadalajara una revista ilustrada de arte, literatura é historia”. Con un reducido grupo de colaboradores, entre los que destacaban el médico Jorge de la Guardia y la maestra Isabel Muñoz-Caravaca, esta revista “es notable por más de un concepto”.
Trasladado su director, como vimos, a Jadraque, la publicación se vio forzada al cambio de nombre y pasó a llamarse La Alcarria Ilustrada. Se imprimió en Guadalajara y en Madrid, por no haber taller tipográfico en Jadraque, y no tenía regularidad fija ni precio, pues se distribuía de forma gratuita. A pesar de todo ello, contó con la colaboración de la mayoría de los periodistas y escritores de la provincia y estaba ilustrada con retratos y fotografías de Guadalajara y sus gentes.
Trasladado a Brihuega, se embarcó en un nuevo proyecto periodístico bajo la cabecera de El Briocense. En esta ocasión, el voluntarismo fue sustituido por una cierta profesionalidad, sin dejar de ser el fruto del entusiasmo de Eduardo Contreras. A su frente se puso a Antonio Pareja Serrada, uno de los más respetados intelectuales de la provincia en esos años, que residía en Madrid, se buscaron colaboraciones de más interés, como los artículos sobre la provincia escritos años atrás por Celso Gomis, se mantuvo una periodicidad fija y se continuó con la inserción de fotografías. A pesar de todo, las condiciones objetivas de Brihuega, una antigua ciudad industrial pero entonces en clara decadencia, no eran las más propicias para la continuidad de esta iniciativa, que terminó en 1906.

Su actividad social y política
No era posible que alguien tan activo como interesado por los asuntos de su tierra natal no tuviese una temprana inclinación política. Eduardo Contreras de Diego, como su padre, se orientó hacia el republicanismo, y sobre todo hacia el republicanismo federal. Su colaboración con El Globo, la relación personal que por medio de sus periódicos establecía con el portavoz federal El Nuevo Régimen y con Francisco Pi y Arsuaga, sus reseñas de obras del geógrafo anarquista Eliseo Reclus o de las publicaciones de la Escuela Moderna de Ferrer Guardia, su fugaz pertenencia a la masonería... todo indica que, como tantos intelectuales de su tiempo, se identificó con el republicanismo en los últimos años del siglo XIX y primeros del siglo XX.
Pero sólo hemos encontrado un testimonio de esta vocación política, que reproducimos íntegramente por su interés. En una carta que Emilio Aquilino dirige desde Guadalajara el 20 de junio de 1880 informa a Bernardo García, director del periódico republicano La Discusión, le dice: “Muy señor mío y estimado correligionario: Los siguientes sujetos de Jadraque, cuyas firmas no llegaron á tiempo para ser incluidas con las que de esta capital se remitieron á D. Cristino Martos adhiriéndose al Manifiesto democrático-progresista, me autorizan para que participe a usted y haga constar en nuestro periódico su adhesión por sí y á nombre de los demás correligionarios de aquella villa. Queda suyo afectísimo y S. S. Q. B. S. M. Emilio Aquino Spú. He aquí los nombres de nuestros amigos de Jadraque á que se refiere la carta anterior: Eladio Sánchez, farmacéutico. Juan José Trinidad, propietario. Pedro Lapeña, industrial. Bibiano Contreras, médico y propietario. Celedonio Delgado. Martin Alcalde. Federico Saldaña. Eduardo Contreras, escritor”.
Fue en esos años cuando impulsó en Jadraque una sociedad de socorros mutuos llamada La Benéfica que, significativamente, celebraba su fiesta el 1 de mayo y que no tenía advocación religiosa. Se acogieron a ella un gran número de vecinos de la villa y fue próspera durante muchos años, aunque los cambios en la legislación social española y la aparición de nuevas realidades marcó su decadencia.
También en Jadraque se ocupó de evitar la ruina de su castillo, una tarea que le preocupó a lo largo de muchos años y sin la cual es posible que hoy no pudiésemos disfrutar de su silueta sobre el cerro. Nos cuenta Tomás Gismera que “logró reunir a media docena de personajes de la élite jadraqueña para que entre todos pusiesen las trescientas pesetas con las que se compraron las ruinas y donarlo al municipio, en la esperanza de que el municipio reconstruyese el castillo”.
En Atienza fue su mejor guía turístico. Francisco Alcántara escribió en los prestigiosos Los Lunes del Imparcial un relato de su viaje a Atienza, en el que cuenta a sus lectores: “Íbamos á la ventura, pero fue tan buena la nuestra, que á poco de entrar en el recinto exterior por una de las más interesantes puertas, nos condujo á la casa del jefe de Correos y Telégrafos, D. Eduardo Contreras, arqueólogo, escritor y amante entusiasta de las tradiciones”. Y en la prensa se publicó un breve informe de la Sociedad de Excursiones española en términos muy similares.
En Brihuega fue uno de los fundadores de la sociedad musical La Filarmónica Briocense, y aún inició Eduardo Contreras una última aventura en Brihuega. Próximo a conmemorarse el segundo centenario de la batalla de la vecina Villaviciosa y el asalto a la propia Brihuega, se formó una comisión con el objetivo de celebrar debidamente esa fecha que presidía Ramón Casas Caballero, que había sido presidente de la Diputación, de la que Eduardo Contreras de Diego era secretario y que tenía a Antonio Pareja Serrada como alma mater de la iniciativa. Además de los diferentes actos previstos, entre los que destacaba la colocación de un monolito conmemorativo, se publicó una interesante Crónica del Centenario.
En 1892, y junto con su padre y Pedro Solís Grepi, intentó aclimatar la soja para su cultivo en las localidades de Atienza y Jadraque, aunque los resultados no debieron de ser muy satisfactorios, pero pone de manifiesto que su preocupación por la provincia no miraba sólo hacia un pasado monumental e histórico sino también hacia el presente cotidiano de sus habitantes.
Fue pues un apasionado de Guadalajara que supo conjugar sus aficiones, talentos y gustos particulares con la defensa de la provincia de Guadalajara y de sus habitantes, sobre todo a través de la cultura. Flores y Abejas resaltaba, al dar noticia de su fallecimiento, que “fue el más entusiasta defensor de los monumentos artísticos de esta provincia y un investigador concienzudo”, y en la crónica remitida desde Brihuega su corresponsal enumeraba que “pertenecía a un gran número de Academias y sociedades españolas y extranjeras, estando en posesión de muchísimas condecoraciones”. Juan Diges resaltaba la dignidad de Eduardo Contreras “por su amor a la ilustración, por su desinterés y su entusiasmo hacia las cosas de esta tierra”.
JUAN PABLO CALERO DELSO

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