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sábado, 9 de junio de 2018

GREGORIO GARCÍA MARTÍNEZ

GARCÍA MARTÍNEZ, Gregorio
[Guadalajara, 1824 / 30 de abril de 1894]

Gregorio García Martínez nació en Guadalajara en el año 1824, y falleció en la misma ciudad el día 30 de abril de 1894, en su domicilio del número 1 de la Calle de San Ginés. Hijo de Gregorio García Tabernero y de Andrea Martínez Gutiérrez, tuvo un hermano, Diego, y dos hermanas, Joaquina y Clementina García Martínez, que fallecieron en la primavera de 1881 con solo ocho días de diferencia. Su biografía estuvo marcada por su pertenencia a la principal familia de la élite burguesa de la provincia, pero siempre estuvo a la sombra de su hermano mayor aunque, al contrario que él, permaneció soltero toda su vida.
Hijo de uno de los principales terratenientes de la provincia, fue un rico propietario urbano y agrícola, que durante el Sexenio Revolucionario, con poco más de cuarenta años, aparecía en el puesto número 37 de la lista de mayores contribuyentes de la provincia por imposición territorial. Incrementó notablemente la rica herencia recibida, sobre todo gracias a la desamortización puesta en marcha por Pascual Madoz en 1855, proceso que respaldó públicamente con un extenso y bien argumentado artículo, publicado en el Boletín Oficial de la Provincia de Guadalajara el 14 de mayo de 1855, en el que alentaba a los municipios a vender sus bienes de propios y proponía fundar un banco provincial.
Sólo en la ciudad de Guadalajara tenía un molino aceitero en la travesía de Santo Domingo y contaba con sus propias bodegas en la capital, que competían con las de su hermano Diego.  Sus vinos obtuvieron medalla de bronce en el concurso de la Sociedad Económica Matritense de 1882 y en el concurso internacional de Ámsterdam del año siguiente. Además, poseía algunas fincas urbanas, como la del número 1 de la Plaza de San Ginés en la que residía, y varias fincas rústicas en diferentes localidades de la provincia.
Su acción política
Se inició en política en las filas del liberalismo más progresista de la mano de su padre, Gregorio García Tabernero, y más tarde su carrera institucional creció a la sombra de su hermano, Diego García Martínez, participando en las corporaciones alcarreñas en todos los períodos de gobierno progresista, aunque sin salir del ámbito provincial, a diferencia de su padre y hermano.
En 1854 ya formaba parte de la dirección informal del liberalismo alcarreño, como se puso de manifiesto al firmar la convocatoria de una asamblea de progresistas de la provincia para fijar la candidatura de este partido para las próximas elecciones a Cortes Constituyentes. Fue elegido diputado provincial cuando el general Baldomero Espartero se hizo con el poder el verano de ese mismo año, y por ocupar la vicepresidencia de esta corporación fue Jefe Político interino hasta que Benigno Quirós y Contreras volvió a hacerse cargo del gobierno civil de Guadalajara. Además, en 1855 fue nombrado comisionado subalterno para el partido judicial de Pastrana de la Comisión provincial de Venta de Bienes Nacionales, encargada de gestionar la Desamortización decretada ese año por el ministro Pascual Madoz; seguramente, este puesto le permitió actuar con ventaja en la compra de bienes desamortizados que, como hemos indicado, tanto beneficio reportó a él y a toda su familia.
Caído el gabinete de Espartero, el nuevo gobierno nombró una nueva Diputación Provincial y se vio apartado de las instituciones políticas hasta que en 1860 fue nombrado teniente de alcalde del concejo arriacense, con Juan de Dios González como alcalde, pero éste no completó el bienio para el que había sido elegido, siendo sustituido primero por Joaquín Sancho Garrido y luego por Gregorio García, que desde el 13 de julio de 1861 fue la primera autoridad de la ciudad, como ya lo habían sido su hermano, su padre, su abuelo y su bisabuelo. Durante los últimos años del reinado de Isabel II se mantuvo leal a los progresistas y en la asamblea provincia que este partido celebró el día 13 de agosto de 1865 fue elegido para formar parte de su comité provincial.
Su participación política alcanzó su punto más álgido en septiembre de 1868, con motivo de la Revolución Gloriosa, formando parte de la Junta Revolucionaria y del Comité Electoral liberal de la provincia para las Cortes Constituyentes de 1869, junto a Manuel del Vado, Cirilo López, Manuel González Hierro, su hermano Diego García Martínez, Ramón Corrido, Simón García, José Ruiz de la Fuente, Luciano Lanza, Melitón Gil, Joaquín Verdugo, Santiago Gil, Camilo Estúñiga, Joaquín Sancho Garrido y José Guzmán y Manrique Ruiz, es decir, la plana mayor del liberalismo y del republicanismo alcarreño.
Se hizo cargo del Ayuntamiento de la capital alcarreña de forma provisional después la Revolución Gloriosa de septiembre de 1868 y se vio ratificado en este puesto tras las elecciones celebradas en diciembre de ese mismo año, permaneciendo al frente de la ciudad hasta su dimisión, en el año 1870, y al año siguiente volvió a ser elegido diputado provincial. De su paso por la alcaldía de Guadalajara en estos años se recordaba sobre todo el acuerdo, tomado por unanimidad en el pleno del 23 de marzo de 1869, de suprimir el sorteo de quintos en la capital y pagar con los fondos municipales la liberación del servicio militar del cupo de soldados que le pudiesen corresponder a la ciudad, por considerarlo "un tributo de oprobiosa memoria".
En julio de 1872 fue propuesto para ser nombrado Comisario regio de agricultura de la provincia de Guadalajara, cargo que compartiría con su primo Camilo García Estúñiga y con Luciano Lanza, los tres ricos propietarios agrarios de filiación progresista; sin embargo, finalmente el nombramiento recayó sobre el citado Luciano Lanza y sobre José Gamboa Calvo, cuya familia había emparentado con la suya a través del matrimonio entre su hermano Diego y Casilda Gamboa González.
Durante los primeros años de la Restauración se mantuvo al margen de la política provincial a causa de la hegemonía de los conservadores de Cánovas del Castillo, pero cuando los antiguos progresistas reorganizaron sus fuerzas y bajo el liderazgo de Práxedes Mateo Sagasta volvieron al gobierno de la nación, fue de nuevo requerido para ocupar distintos cargos institucionales. El primer día de julio de 1881 volvió a ser elegido alcalde de la capital alcarreña, y en 1886 volvió a ocupar un escaño de diputado provincial, accediendo en esta ocasión al puesto de Presidente de la Diputación hasta el final de la legislatura, en el año 1890.
Además, entre otros cargos, en 1844 era miembro de la Comisión Provincial de Monumentos Histórico-Artísticos, fue secretario de la Junta de Agricultura, Industria y Comercio de la provincia durante el Sexenio y vicepresidente del Jurado General de la Exposición Provincial de Guadalajara de 1876 y presidente de la Liga de Contribuyentes de Guadalajara en 1879. Una presencia que se incrementó durante la regencia de María Cristina de Habsburgo: vocal de la Junta Provincial de Beneficencia en 1881, de la Junta Provincial de Agricultura, Industria y Comercio, socio del Ateneo Caracense y Centro Volapükista español en 1891...
JUAN PABLO CALERO DELSO

sábado, 2 de junio de 2018

CRISTÓBAL ESPEJO DE HINOJOSA

ESPEJO DE HINOJOSA, Cristóbal
[Alhama de Granada, 8 de agosto de 1870 / Madrid, 25 de febrero de 1939]

Nació en Alhama de Granada el día 8 de agosto de 1870 en una familia dedicada a la agricultura y, sobre todo, la ganadería pero con preocupaciones intelectuales. Su hermano Ricardo se dedicó a la investigación histórica y fue autor de algunos libros de texto de ésta y de otras materias, ejerciendo como Catedrático de la Escuela de Altos Estudios Mercantiles de Barcelona, y su hermano Juan en el año 1897 aspiró a ocupar una plaza de funcionario, completando su carrera administrativa en el Ministerio de Trabajo. Por su parte, Cristóbal cursó estudios de Bachillerato en el granadino Colegio de San Bartolomé y Santiago, que completó en 1888, y alcanzó el título de licenciado en Derecho en la Universidad de Granada.
En 1895 ingresó por oposición en el Cuerpo Facultativo de Archivos y Bibliotecas, siendo su primer destino el Archivo Central de Alcalá de Henares, en el que permaneció hasta 1901, año en el que se trasladó al General de Simancas. En 1906 fue el primer director del Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, una instancia judicial cuyos fondos, desde su desaparición en el año 1835, estuvieron a cargo de la Audiencia Territorial vallisoletana, hasta que él los organizó cuando fueron transferidos al entonces Ministerio de Instrucción Pública. En el Archivo de la Real Chancillería fue sustituido por Alfredo Basanta de la Riva y Francisco Mendizábal García, un joven nacido en 1885 en Albalate de Zorita que en 1908 acababa de aprobar la oposición al Cuerpo de Archiveros, con el número 1 de su promoción, permaneciendo en esa institución y siendo designado Cronista Oficial de esa capital castellana.
Entre los años 1908 y 1916 estuvo en excedencia como funcionario del Cuerpo de Archivos del Estado porque ocupó el puesto de Secretario de la Diputación Provincial de Almería, que esos años estuvo bajo el mandato del Partido Conservador, con el que Cristóbal Espejo de Hinojosa se identificaba políticamente; una etapa muy turbulenta en las comarcas almerienses, en la que según opinión del escritor José Martínez Ruiz Azorín, que fue diputado por el distrito de Purchena, en esa provincia, “este asunto [la constitución de la Diputación de Almería] trae apasionados todos los ánimos, y aquí la pasión reviste caracteres singulares de encono”, según se puede leer en la carta que escribió a Antonio Maura en abril de 1907.
En 1910, mientras estuvo en excedencia, solicitó una beca a la Junta para la Ampliación de Estudios con el propósito de visitar distintos archivos españoles para investigar la “organización de la Hacienda castellana en tiempos de Felipe II”, ayuda que le fue concedida en 1912 por un importe total de 1.690 pesetas, recorriendo durante cinco meses los archivos de Simancas, Medina del Campo, Burgos, Madrid y Sevilla. En enero de 1919 solicitó una nueva beca para completar sus estudios, pero le fue denegada a pesar de la recomendación ante José Castillejo de su cuñado, Julián Paz Espeso, que era jefe de la Sección de Manuscritos de la Biblioteca Nacional y con el que Cristóbal Espejo había escrito en 1908 su primer libro, titulado Las antiguas ferias de Medina del Campo.
Su paso por Guadalajara
En 1916, después de tan larga excedencia, reingresó en el Cuerpo Facultativo de archiveros, ganando un destino en el Archivo de la Delegación de Hacienda de Guadalajara, ciudad en la que residió en el número 3 del Paseo del Doctor Fernández Iparraguirre, trasladándose en 1920 al Registro de la Propiedad Intelectual de Madrid, donde ya permaneció hasta su muerte. En Guadalajara publicó algunos artículos de carácter histórico relacionados con la provincia alcarreña, dentro de una sección fija de periodicidad irregular que con el nombre de Cosas de Antaño había iniciado en el semanario Flores y Abejas el médico Emiliano Cordavias en la primavera de 1917; en esa sección, los artículos de Cristóbal Espejo destacaban por su interés y porque ofrecían abundante y novedosa documentación, prueba de su labor archivística.
Más allá de su producción divulgativa, fue autor de diversas obras de historia económica sobre la España de los siglos XVI y XVII que le convirtieron en uno de los primeros historiadores económicos modernos, junto a Francisco Laiglesia. Siempre se mostró como un historiador positivista y meticuloso que, como archivero de formación, concedía la mayor importancia a los documentos escritos y mereció ser citado elogiosamente por Américo Castro en su artículo "El movimiento científico en la España actual", publicado en el número de octubre de 1920 de la revista Hispania.
Entre sus trabajos podemos citar Las antiguas ferias de Medina del Campo: investigación histórica acerca de ellas, un grueso volumen de casi 350 oáginas editado en 1908, La carestía de la vida y medios de abaratarla, un folleto que salió de imprenta el mismo año, obra que tuvo su continuación en La carestía de la vida en el siglo XVI y medios de abaratarla, que se imprimió en 1921 en el taller tipográfico de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos de Madrid, y Las dificultades económicas en España en el primer tercio del siglo XVII y las soluciones particulares, de 1926.
Asimismo merecen ser citados Arbitrios propuestos por el bachiller Reina para amortizar los juros: Siglo XVI, publicado en Valladolid en 1907, El interés del dinero en los reinos españoles bajo los tres primeros Austrias, editada en la Tipografía del Archivo de Investigaciones Históricas de Madrid en 1911, Rentas de la aguela y habices de Granada: Apuntes para su estudio de 1918, La renta de salinas hasta la muerte de Felipe II, que se tiró en la Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos de Madrid en 1919, El Consejo de Hacienda durante la presidencia del Marqués de Poza, con igual pie de imprenta en 1924, El encabezamiento de Madrid por Alcabalas de 1547 a 1556, publicado en la capital del reino en 1928, y Estudio sobre la vida en la Alpujarra en sus aspectos económico y social durante las centurias XVII y XVIII.
También dio a conocer varios artículos de esta misma especialidad en distintas publicaciones periódicas especializadas, como por ejemplo su texto sobre “Licencia para hacer una plaza en el Atabin de Granada e merced a dicha cibdad de las tiendas que están alderredor”, en la Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino en 1912, “Un arbitrista anónimo del siglo XVI” que apareció en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos de 1907 o “Arbitrio sobre imposición tributaria en el trigo y la cebada” en su número correspondiente a abril de 1923.
Fue presidente de la Comisión Organizadora de la Asamblea del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, que se celebró en Madrid entre los días 23 a 29 de octubre de 1923, en la que presentó diversas ponencias sobre la incorporación del Archivo del Tribunal de Cuentas a los archivos del Estado y sobre la incorporación de archivos municipales y provinciales.
Falleció en Madrid el día 25 de febrero de 1939, pocas semanas antes del final de la Guerra Civil.
JUAN PABLO CALERO DELSO