ESPEJO DE HINOJOSA, Cristóbal
[Alhama
de Granada, 8 de agosto de 1870 / Madrid, 25 de febrero de 1939]
Nació
en Alhama de Granada el día 8 de agosto de 1870 en una familia dedicada a la agricultura y, sobre todo, la ganadería pero con preocupaciones
intelectuales. Su hermano Ricardo se dedicó a la investigación
histórica y fue autor de algunos libros de texto de ésta y de otras materias, ejerciendo
como Catedrático de la Escuela de Altos Estudios Mercantiles de Barcelona, y su
hermano Juan en el año 1897 aspiró a ocupar una plaza de funcionario, completando su carrera administrativa en el Ministerio de Trabajo. Por su
parte, Cristóbal cursó estudios de Bachillerato en el granadino Colegio de San
Bartolomé y Santiago, que completó en 1888, y alcanzó el título de licenciado en Derecho en la
Universidad de Granada.
En
1895 ingresó por oposición en el Cuerpo Facultativo de Archivos y Bibliotecas,
siendo su primer destino el Archivo Central de Alcalá de Henares, en el que
permaneció hasta 1901, año en el que se trasladó al General de Simancas. En
1906 fue el primer director del Archivo de la Real Chancillería de Valladolid,
una instancia judicial cuyos fondos, desde su desaparición en el año 1835, estuvieron
a cargo de la Audiencia Territorial vallisoletana, hasta que él los organizó cuando fueron transferidos al entonces Ministerio de Instrucción Pública. En el Archivo de la
Real Chancillería fue sustituido por Alfredo Basanta de la Riva y Francisco
Mendizábal García, un joven nacido en 1885 en Albalate de Zorita que en 1908 acababa de
aprobar la oposición al Cuerpo de Archiveros, con el número 1 de
su promoción, permaneciendo en esa institución y siendo designado
Cronista Oficial de esa capital castellana.
Entre
los años 1908 y 1916 estuvo en excedencia como funcionario del Cuerpo de
Archivos del Estado porque ocupó el puesto de Secretario de la Diputación
Provincial de Almería, que esos años estuvo bajo el mandato del Partido
Conservador, con el que Cristóbal Espejo de Hinojosa se identificaba
políticamente; una etapa muy turbulenta en las comarcas almerienses, en la que
según opinión del escritor José Martínez Ruiz Azorín, que fue diputado por el distrito de Purchena, en esa
provincia, “este asunto [la constitución de la Diputación de Almería] trae
apasionados todos los ánimos, y aquí la pasión reviste caracteres singulares de
encono”, según se puede leer en la carta que escribió a Antonio Maura en abril
de 1907.
En
1910, mientras estuvo en excedencia, solicitó una beca a la Junta para la
Ampliación de Estudios con el propósito de visitar distintos archivos españoles
para investigar la “organización de la Hacienda castellana en tiempos de Felipe
II”, ayuda que le fue concedida en 1912 por un importe total de 1.690 pesetas,
recorriendo durante cinco meses los archivos de Simancas, Medina del Campo,
Burgos, Madrid y Sevilla. En enero de 1919 solicitó una nueva beca para
completar sus estudios, pero le fue denegada a pesar de la recomendación ante
José Castillejo de su cuñado, Julián Paz Espeso, que era jefe de la Sección de
Manuscritos de la Biblioteca Nacional y con el que Cristóbal Espejo había
escrito en 1908 su primer libro, titulado Las
antiguas ferias de Medina del Campo.
En
1916, después de tan larga excedencia, reingresó en el Cuerpo Facultativo de
archiveros, ganando un destino en el Archivo de la Delegación de Hacienda de
Guadalajara, ciudad en la que residió en el número 3 del Paseo del Doctor
Fernández Iparraguirre, trasladándose en 1920 al Registro de la Propiedad
Intelectual de Madrid, donde ya permaneció hasta su muerte. En Guadalajara
publicó algunos artículos de carácter histórico relacionados con la provincia
alcarreña, dentro de una sección fija de periodicidad irregular que con el
nombre de Cosas de Antaño había iniciado en el semanario Flores y Abejas el médico Emiliano Cordavias en la primavera de
1917; en esa sección, los artículos de Cristóbal Espejo destacaban por su
interés y porque ofrecían abundante y novedosa documentación, prueba de su
labor archivística.
Más
allá de su producción divulgativa, fue autor de diversas obras de historia
económica sobre la España de los siglos XVI y XVII que le convirtieron en uno de los primeros historiadores económicos modernos, junto a Francisco Laiglesia. Siempre se mostró como un historiador positivista y
meticuloso que, como archivero de formación, concedía la mayor importancia a
los documentos escritos y mereció ser citado elogiosamente por Américo Castro en su artículo "El movimiento científico en la España actual", publicado en el número de octubre de 1920 de la revista Hispania.
Entre
sus trabajos podemos citar Las antiguas
ferias de Medina del Campo: investigación histórica acerca de ellas, un
grueso volumen de casi 350 oáginas editado en 1908, La carestía de la vida y medios de abaratarla, un folleto que salió
de imprenta el mismo año, obra que tuvo su continuación en La carestía de la vida en el siglo XVI y medios de abaratarla, que
se imprimió en 1921 en el taller tipográfico de la Revista de Archivos,
Bibliotecas y Museos de Madrid, y Las dificultades económicas
en España en el primer tercio del siglo XVII y las soluciones particulares,
de 1926.
Asimismo
merecen ser citados Arbitrios propuestos
por el bachiller Reina para amortizar los juros: Siglo XVI, publicado en
Valladolid en 1907, El interés del dinero
en los reinos españoles bajo los tres primeros Austrias, editada en la
Tipografía del Archivo de Investigaciones Históricas de Madrid en 1911, Rentas de la aguela y habices de Granada: Apuntes
para su estudio de 1918, La renta de
salinas hasta la muerte de Felipe II, que se tiró en la Tipografía de la
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos de Madrid en 1919, El Consejo de Hacienda durante la
presidencia del Marqués de Poza, con igual pie de imprenta en 1924, El encabezamiento de Madrid por Alcabalas de
1547 a 1556, publicado en la capital del reino en 1928, y Estudio sobre la vida en la Alpujarra en sus
aspectos económico y social durante las centurias XVII y XVIII.
También
dio a conocer varios artículos de esta misma especialidad en distintas
publicaciones periódicas especializadas, como por ejemplo su texto sobre “Licencia
para hacer una plaza en el Atabin de Granada e merced a dicha cibdad de las
tiendas que están alderredor”, en la Revista
del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino en 1912, “Un
arbitrista anónimo del siglo XVI” que apareció en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos de 1907 o “Arbitrio sobre
imposición tributaria en el trigo y la cebada” en su número correspondiente a
abril de 1923.
Fue
presidente de la Comisión Organizadora de la Asamblea del Cuerpo Facultativo de
Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, que se celebró en Madrid entre los
días 23 a 29 de octubre de 1923, en la que presentó diversas ponencias sobre la
incorporación del Archivo del Tribunal de Cuentas a los archivos del Estado y
sobre la incorporación de archivos municipales y provinciales.
Falleció
en Madrid el día 25 de febrero de 1939, pocas semanas antes del final de la Guerra Civil.
JUAN
PABLO CALERO DELSO
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