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sábado, 17 de febrero de 2018

MIGUEL DE ATIENZA GUTIÉRREZ

ATIENZA GUTIÉRREZ, Miguel de
[¿Jadraque? - ]

No conocemos la fecha exacta de su nacimiento, pero Miguel de Atienza Gutiérrez debió de nacer en el tercer cuarto del siglo XVIII, pues sabemos que cuando ocupó su escaño en las Cortes de 1822 ya era de avanzada edad. Tampoco tenemos certeza de su lugar de origen, aunque seguramente vino al mundo en la localidad alcarreña de Jadraque, pues tenemos noticia de otro Miguel de Atienza que nació en esa misma villa en 1742 y que muy bien podría ser su padre; en cualquier caso su apellido estaba muy presente en esa comarca. Desde luego, residió en esa localidad de la provincia de Guadalajara, que por entonces correspondía al arzobispado de Toledo, donde ejerció como presbítero después de haber sido ordenado sacerdote. Su fecha de fallecimiento tampoco podemos fijarla con seguridad, aunque en 1830 dos vecinos de Jadraque, Matías Ruiz Atienza y Antonio Modesto Díez Coronel, pleitearon sobre la legítima posesión de los bienes dejados por Miguel de Atienza a su muerte, que debió de producirse ese mismo año o el anterior.
Además de seguir la carrera eclesiástica, Miguel de Atienza Gutiérrez era un rico propietario agrícola, como así se refleja en su acta del Congreso de los Diputados. De hecho, en 1827 pleiteó con Ruperta Cobeña, una viuda de Jadraque, para desahuciarla de una huerta de regadío que era propiedad de la Ermita de la Soledad y que le había arrendado a ésta sin recibir el correspondiente estipendio. Como también litigó con su convecino Gumersindo Gutiérrez por una deuda no satisfecha, podemos sospechar que, además, ejercía como prestamista.

Elección y actividad parlamentaria
El lunes 3 de diciembre de 1821, y no el domingo día 2 como era preceptivo, se celebró en la Sala Capitular de la Casa Consistorial de Guadalajara una reunión de electores, que estuvo presidida por el Jefe Político Joaquín Montesoro Moreno, para la designación de los dos diputados que enviaría al Congreso la circunscripción de Guadalajara, resultando elegidos Francisco Mateo Marchamalo y Miguel de Atienza Gutiérrez, y quedando como suplente Gregorio García Tabernero. Acudieron a la cita siete electores, uno por cada uno de los partidos judiciales que entonces formaban la provincia, en un proceso electoral con sufragio indirecto.
Como ya había sucedido en las Cortes de 1810, con Andrés Esteban Gómez y José de Roa Fabián, y en las de 1820, con Vicente García Galiano y Anselmo Antonio Fernández, de nuevo un sacerdote ostentaba la máxima representación política de la circunscripción de Guadalajara. En 1822 la influencia de la Iglesia Católica seguía siendo decisiva en tierras alcarreñas y nunca faltaron clérigos identificados con el liberalismo constitucional, aunque en esta ocasión los dos sacerdotes elegidos defendían postulados muy conservadores. Y aún en las elecciones para las Cortes de 1822, donde repitieron en su escaño los dos diputados titulares, fue elegido como diputado suplente por el distrito de Guadalajara el también sacerdote Juan Martín de Zalvear, canónigo magistral de la Colegiata de Úbeda, en Jaén.
El 15 de febrero de 1822 abrió sus puertas el nuevo parlamento y el día 20 presentó Miguel de Atienza su acreditación en el Congreso de los Diputados, que fue aprobada sin objeciones en la siguiente sesión, jurando su cargo el día 25 del mismo mes y año. Repitió como diputado en la legislatura de 1823, renovando su juramento en la sesión celebrada el 3 de octubre de 1822, y cesó como parlamentario el 27 de septiembre de 1823 a causa de la disolución de este órgano representativo y la reasunción de plenos poderes por el rey Fernando VII, que de nuevo arrastró a España al absolutismo tras la invasión de los llamados Cien Mil Hijos de San Luis, enviados para derribar el gobierno constitucional de España según acuerdo del Congreso de Verona.
Durante su breve período de actividad parlamentaria solo perteneció a la Comisión de etiqueta, encargada de recibir al rey Fernando VII con motivo de la solemne sesión de apertura de las Cortes el día 1 de mayo de 1822, y no presentó ninguna proposición ni firmó ningún proyecto ni participó más que con su voto en la actividad parlamentaria desarrollada en esos meses.
Aunque al comienzo de la legislatura formaba parte del sector más conservador del Congreso de los Diputados, lo mismo que su compañero Francisco Mateo Marchamalo con quien coincidía en casi todas las votaciones, parece ser que con el paso del tiempo fue evolucionando políticamente hacia posiciones más radicales y en ocasiones apoyó en la Cámara las propuestas más avanzadas, sobre todo durante la legislatura extraordinaria, abierta el 7 de octubre de 1822, hasta el punto de que, a pesar de ser sacerdote, fuese considerado masón y exaltado en el libro Condiciones y semblanzas de los diputados de 1822 y 1823, escrito por el entonces diputado exaltado Vicente Salvá Pérez.
Así, por ejemplo, en julio de 1822 estuvo entre los parlamentarios que se dirigieron a la Diputación Permanente del Congreso animando al gobierno a tomar medidas más enérgicas contra la reacción absolutista, que ese mismo  mes había visto fracasar un pronunciamiento de la Guardia Real en Madrid, y el 9 de octubre del mismo año fue uno de los diputados firmantes de una declaración en la que, bajo el título de “Exposición hecha a las Cortes extraordinarias por sesenta y seis diputados sobre las causas de los males que afligen a la Nación”, quienes se mostraban tan ardientes defensores del régimen liberal español como muy preocupados por el crecimiento de la insurrección absolutista en Cataluña y exigían mano dura para los que amenazaban al sistema constitucional, al mismo tiempo que rechazaban con firmeza las injerencias del gobierno absolutista francés del rey Luis XVIII.
Sin embargo, la investigadora Marta Ruiz Jiménez ofrece una explicación para este sorprendente giro ideológico. Para ella, Miguel de Atienza pudo ser el autor anónimo de un documento, que formaba parte de los papeles reservados de Fernando VII, titulado Memoria histórica de la legislatura de 1822 y 1823, escrito por uno de los diputados de esa legislatura para informar al rey de los propósitos y opiniones de los diputados de la cámara y colaborar en la restauración del absolutismo. Sus deducciones, a pesar de la falta de datos, nos parecen acertadas y justificarían la supuesta evolución política de Miguel de Atienza como fruto del intento de este clérigo absolutista de infiltrarse entre los parlamentarios liberales exaltados. La falta de sanciones sobre Miguel de Atienza durante la Década Ominosa, que sí recibió, por ejemplo, Gregorio García Tabernero, avalaría esta interpretación.
JUAN PABLO CALERO DELSO

sábado, 10 de febrero de 2018

JOSÉ GUZMÁN Y MANRIQUE RUIZ

GUZMÁN Y MANRIQUE RUIZ, José
[Almoguera, 10 de diciembre de 1809 / 24 de enero de 1871]

José Guzmán y Manrique Ruiz nació en Almoguera, villa alcarreña del Partido Judicial de Pastrana en la provincia de Guadalajara, el 10 de diciembre de 1809 y falleció en la misma localidad el día 24 de enero de 1871. Era hijo de Francisco Guzmán y Manrique y de Luciana Ruiz Castañeda. Tuvo dos hermanos: Juan, que fue militar, y Lucía, que pasó a residir en Morata de Tajuña.
Pertenecía a una familia noble de gran arraigo en la provincia de Guadalajara; los Guzmán habían ocupado cargos concejiles en la capital alcarreña desde el siglo XVII. El 1 de abril de 1836 entró en posesión de un mayorazgo de los Gutiérrez, que había recaído en su bisabuelo, Bernardo Manrique, y que él recibió en herencia por línea preferente, legado que fue impugnado por María del Carmen Fominaya, aunque cuando finalmente ganó el pleito los mayorazgos ya se habían extinguido. También recibió la herencia de su tía Tomasa Guzmán y Manrique, acumulando así un rico patrimonio familiar.
Realizó sus estudios primarios con los Padres Jesuitas y los primeros cursos de Filosofía en el Colegio de Santo Tomás de los dominicos, ambos en la ciudad de Madrid, hasta donde se habían trasladado sus padres. El cierre de la Universidad de Alcalá de Henares en 1830, por decisión del rey Fernando VII, puso brusco fin a sus estudios universitarios y le devolvió a su pueblo natal para hacerse cargo de los negocios familiares.

En la política provincial
De ideología liberal, al comenzar la Primera Guerra Carlista se alistó en la Milicia Nacional con el grado de teniente y en 1835 fue elegido alcalde constitucional de Almoguera. El 16 de agosto de 1836 sufrió con su familia un gravísimo atentado a manos de un grupo de guerrilleros carlistas, como resultado del cual quedó manco del brazo izquierdo y resultaron malheridas su esposa y su hija. Al año siguiente tuvo que abandonar precipitadamente su casa, asaltada y arruinada por la incursión de otra partida carlista. Desalojado por la fuerza de Almoguera, en un primer momento se unió a la columna que para combatir a los enemigos de Isabel II se había organizado en Cuenca, pero finalmente se trasladó con su familia a Madrid.
Con el fin de la guerra, pudo volver a la provincia de Guadalajara y allí, identificado con los progresistas, tomó parte activa en el levantamiento popular de 1840, que acabó llevando al general Baldomero Espartero a la Regencia, siendo elegido diputado provincial por el distrito de Pastrana durante los tres años de gobierno progresista y volviendo a las filas de la Milicia Nacional en el batallón constituido en el pueblo de Cabanillas del Campo, muy próximo a Guadalajara.
Fue elegido representante de la provincia alcarreña en septiembre de 1843, tras el final de la regencia esparterista, pero la nueva hegemonía política de los moderados le hizo abandonar toda actividad institucional en 1844 y volvió otra vez a Almoguera para encargarse de sus asuntos particulares. Pero, progresista convencido, participó en la revolución de 1854 que desplazó del poder a los moderados, y fue elegido comandante del batallón del partido de Pastrana de la Milicia Nacional.
Una vez más, la reacción de los liberales centristas y moderados, que disolvieron violentamente las Cortes en 1856, le devolvió a su tierra natal. No por eso se desanimó y se mantuvo activo en la defensa de sus ideas, ratificando públicamente su adhesión al partido progresista y a su política de retraimiento electoral en 1863. El 24 de agosto de 1868, cuando la inquietud popular anunciaba la quiebra inminente de la monarquía de la reina Isabel II, fue detenido y apresado por la Guardia Civil. Activo en la conspiración de los partidos políticos que habían firmado el Pacto de Ostende, cuando triunfó la Revolución de Septiembre de 1868 y se constituyó una nueva Diputación Provincial interina, el 8 de octubre, fue diputado provincial junto a Diego García Martínez, que la presidió, Ramón Ortega Gordo, Melitón Gil, Santiago Gil y Joaquín Verdugo.
De cara a las elecciones de enero de 1869 fue miembro del comité electoral del bloque político revolucionario, junto a Manuel del Vado, Cirilo López, Manuel González Hierro, Diego y Gregorio García Martínez, Ramón Corrido, Simón García, José Ruiz de la Fuente, Luciano Lanza, Melitón Gil, Joaquín Verdugo, Santiago Gil, Camilo Estúñiga y Joaquín Sancho Garrido, es decir, la plana mayor del liberalismo y del republicanismo alcarreño.
En enero de 1869 fue presentado como candidato al Congreso con el respaldo de todos los liberales de la provincia, en una lista unitaria llamada de Concordia Liberal, que se hizo pública mediante un manifiesto que firmaron los principales dirigentes de la élite progresista alcarreña, entre los que obviamente se encontraba. Sin embargo, roto el partido demócrata por la cuestión de la monarquía, José Guzmán y Manrique se alineó con la escisión republicana y en 1869 fue elegido para ser el primer presidente provincial del Partido Republicano Federal, del que fue el primer líder en tierras guadalajareñas.
Solo la enfermedad le obligó a cesar en su actividad política, En la Asamblea de representantes del Partido Republicano Federal celebrada el día 9 de marzo de 1870, se aprobó la sustitución de quienes tenían la delegación de Guadalajara, José Guzmán y Manrique Ruiz y Simón García, por Cirilo López y Cesáreo Cana por enfermedad de aquellos, y pocos meses después falleció en Almoguera.
Elección y actividad parlamentaria
José Guzmán y Manrique fue elegido diputado en prácticamente todos los procesos electorales que durante el reinado de Isabel II marcaron el triunfo de los progresistas.
En los comicios celebrados el 27 de febrero de 1843 la Diputación Provincial avaló una lista progresista integrada por Mariano Delgrás, Vicente Peiró y Narciso Riaza. Pero las disensiones que aquejaban a los progresistas a causa de la política del general Baldomero Espartero tuvieron como consecuencia la presentación de una segunda candidatura, en la que figuraban progresistas de tanto prestigio como Diego García Martínez y Justo Hernández Pareja. El enfrentamiento entre los progresistas provocó una abstención tan alta que ninguno de los candidatos consiguió superar el 50% de los votos, por lo que fue necesario convocar nuevos comicios, que se celebraron en el mes de abril. En la segunda vuelta, los tres candidatos esparteristas superaron el número de votos exigido y pudieron ocupar sus escaños en el Congreso de los Diputados, quedando José Guzmán y Manrique como diputado suplente. Lo breve de esta legislatura, menos de seis meses, no hizo necesario que sustituyese a ninguno de los diputados electos.
Convocadas nuevas elecciones en el mes de septiembre de 1843, por la coalición triunfante de moderados y progresistas antiesparteristas, José Guzmán y Manrique se presentó como candidato al Congreso, obteniendo un amplio respaldo electoral, pues fue el segundo diputado con mayor número de votos en la circunscripción de Guadalajara: más de 2.000. Ocupó su escaño el 26 de octubre de 1843, ingresando en las secciones segunda y quinta y formó parte de la comisión parlamentaria encargada de la comunicación del señor Silvela. Formó parte de la minoría progresista, siendo uno de los dieciséis diputados que se mostraron contrarios a conceder a Isabel II la mayoría de edad antes de lo establecido en la Constitución de 1837 y el 21 de noviembre se mostró a favor de la incompatibilidad de ser diputado o senador y cobrar simultáneamente como funcionario. Consciente de la deriva conservadora del nuevo régimen de Narváez, se dio de baja en la Cámara el día 10 de julio de 1844.
En 1854, tras la caída de Narváez, se convocó una asamblea de electores progresistas de la provincia, que decidió presentar una candidatura formada por Pedro Gómez de La Serna, José María Medrano López-Soldado, Diego García Martínez, José Guzmán y Manrique y Ramón Ugarte, siendo elegidos en la primera vuelta los cuatro primeros con un amplio respaldo, que en el caso de Guzmán se tradujo en 3.073 papeletas sobre poco más de 6.000 votos válidos. En el Congreso se mostró contrario a la política gubernamental de los generales Baldomero Espartero y Leopoldo O’Donnell, que le parecía alicorta e insuficiente, por lo que se aproximó a los demócratas, situándose en la extrema izquierda de aquella Cámara constituyente hasta su violenta disolución en 1856.
Ya en el mes de diciembre de 1854 fue uno de los siete diputados firmantes de una enmienda para que quedase abolida la contribución de consumos y el cobro de los derechos de puertas desde el 1 de enero de 1855, que fue naturalmente derrotada. El 28 de mayo de 1855 firmó otra enmienda destinada a combinar la defensa del orden constitucional y el respeto a las libertad que se establecían en la Carta Magna, obligando al gobierno a seguir determinados trámites en caso de desterrar a un ciudadano a cualquier punto de la Península y a que “ningún periódico pueda ser suspendido en sus publicaciones futuras, sino después que hayan sido amonestados sin efecto una vez por lo menos”.
Y el 27 de marzo de 1856 presentó, junto con otra media docena de diputados, una enmienda al dictamen de la comisión sobre las cesantías de los Ministros, entendiendo que “los que lo ejercen [el cargo de ministro] no deben exceptuarse del cumplimiento de las condiciones que para su clasificación como jubilados o cesantes”, por lo que propones que “Las personas que hayan ejercido el cargo de Ministros de la Corona, optarán á su clasificación como cesantes ó jubilados por el tipo ó sueldo regulador de 90,000 rs., y con sujeción á todas las prescripciones legales comunes á los demás funcionarios públicos”.
En 1869 volvió a salir elegido diputado para las nuevas Cortes Constituyentes y, siempre presente en la línea más avanzada del liberalismo, se integró en las filas de la minoría parlamentaria del Partido Republicano Federal. Fue uno de los firmantes, el 6 de abril de 1869, de una enmienda a la Constitución que entonces se debatía, proponiendo la más completa libertad religiosa, pues “siendo la religión un asunto exclusivo entre el hombre y Dios, la Nación declara libre a la Iglesia Católica, y garantiza el ejercicio de su culto, sin obligarse a sostener éste ni a sus ministros”, una decisión coherente con su trayectoria política, pues el 14 de enero de 1855 ya haní votado a favor de una enmienda a la Constitución para establecer la libertad de cultos y la tolerancia religiosa.
El día 22 de septiembre de 1870 firmó, con un grupo de diputados, un Manifiesto contra el gobierno de Juan Prim acusándolo de mala administración y en noviembre de ese mismo año fue uno de los diputados que votaron a favor de la República Federal y contra las candidaturas de Amadeo de Saboya y del duque de Montpensier y, en general, del mantenimiento de la monarquía en España, recibiendo el apoyo público de los republicanos federales de Guadalajara.
JUAN PABLO CALERO DELSO