GUZMÁN Y MANRIQUE RUIZ, José
[Almoguera,
10 de diciembre de 1809 / 24 de enero de 1871]
José
Guzmán y Manrique Ruiz nació en Almoguera, villa alcarreña del Partido Judicial
de Pastrana en la provincia de Guadalajara, el 10 de diciembre de 1809 y falleció en la misma localidad el día 24 de enero de 1871. Era
hijo de Francisco Guzmán y Manrique y de Luciana Ruiz Castañeda. Tuvo dos hermanos: Juan, que fue militar, y Lucía, que pasó a residir en Morata de Tajuña.
Pertenecía
a una familia noble de gran arraigo en la provincia de Guadalajara; los Guzmán
habían ocupado cargos concejiles en la capital alcarreña desde el siglo XVII.
El 1 de abril de 1836 entró en posesión de un mayorazgo de los Gutiérrez, que
había recaído en su bisabuelo, Bernardo Manrique, y que él recibió en herencia
por línea preferente, legado que fue impugnado por María del Carmen Fominaya,
aunque cuando finalmente ganó el pleito los mayorazgos ya se habían extinguido. También recibió la herencia de su tía Tomasa Guzmán y Manrique, acumulando así un rico patrimonio familiar.
Realizó
sus estudios primarios con los Padres Jesuitas y los primeros cursos de
Filosofía en el Colegio de Santo Tomás de los dominicos, ambos en la ciudad de
Madrid, hasta donde se habían trasladado sus padres. El cierre de la
Universidad de Alcalá de Henares en 1830, por decisión del rey Fernando VII,
puso brusco fin a sus estudios universitarios y le devolvió a su pueblo natal
para hacerse cargo de los negocios familiares.
En la política provincial
En la política provincial
De
ideología liberal, al comenzar la Primera Guerra Carlista se alistó en la
Milicia Nacional con el grado de teniente y en 1835 fue elegido alcalde
constitucional de Almoguera. El 16 de agosto de 1836 sufrió con su familia un
gravísimo atentado a manos de un grupo de guerrilleros carlistas, como
resultado del cual quedó manco del brazo izquierdo y resultaron malheridas su
esposa y su hija. Al año siguiente tuvo que abandonar precipitadamente su casa,
asaltada y arruinada por la incursión de otra partida carlista. Desalojado por
la fuerza de Almoguera, en un primer momento se unió a la columna que para
combatir a los enemigos de Isabel II se había organizado en Cuenca, pero
finalmente se trasladó con su familia a Madrid.
Con
el fin de la guerra, pudo volver a la provincia de Guadalajara y allí,
identificado con los progresistas, tomó parte activa en el levantamiento
popular de 1840, que acabó llevando al general Baldomero Espartero a la
Regencia, siendo elegido diputado provincial por el distrito de Pastrana
durante los tres años de gobierno progresista y volviendo a las filas de la
Milicia Nacional en el batallón constituido en el pueblo de Cabanillas del
Campo, muy próximo a Guadalajara.
Fue
elegido representante de la provincia alcarreña en septiembre de 1843, tras el final de la regencia esparterista, pero la
nueva hegemonía política de los moderados le hizo abandonar toda actividad
institucional en 1844 y volvió otra vez a Almoguera para encargarse de sus
asuntos particulares. Pero, progresista convencido, participó en la revolución de
1854 que desplazó del poder a los moderados, y fue elegido comandante del batallón del partido
de Pastrana de la Milicia Nacional.
Una
vez más, la reacción de los liberales centristas y moderados, que disolvieron
violentamente las Cortes en 1856, le devolvió a su tierra natal. No por eso se
desanimó y se mantuvo activo en la defensa de sus ideas, ratificando públicamente su adhesión al partido progresista y a su política de retraimiento electoral en 1863. El 24 de agosto de
1868, cuando la inquietud popular anunciaba la quiebra inminente de la
monarquía de la reina Isabel II, fue detenido y apresado por la Guardia Civil.
Activo en la conspiración de los partidos políticos que habían firmado el Pacto
de Ostende, cuando triunfó la Revolución de Septiembre de 1868 y se constituyó
una nueva Diputación Provincial interina, el 8 de octubre, fue diputado
provincial junto a Diego García Martínez, que la presidió, Ramón Ortega Gordo,
Melitón Gil, Santiago Gil y Joaquín Verdugo.
De cara a las elecciones de enero de 1869 fue miembro del comité
electoral del bloque político revolucionario, junto a Manuel del Vado, Cirilo
López, Manuel González Hierro, Diego y Gregorio García Martínez, Ramón Corrido,
Simón García, José Ruiz de la Fuente, Luciano Lanza, Melitón Gil, Joaquín
Verdugo, Santiago Gil, Camilo Estúñiga y Joaquín Sancho Garrido, es decir, la
plana mayor del liberalismo y del republicanismo alcarreño.
En
enero de 1869 fue presentado como candidato al Congreso con el respaldo de
todos los liberales de la provincia, en una lista unitaria llamada de Concordia
Liberal, que se hizo pública mediante un manifiesto que firmaron los
principales dirigentes de la élite progresista alcarreña, entre los que
obviamente se encontraba. Sin embargo, roto el partido demócrata por la
cuestión de la monarquía, José Guzmán y Manrique se alineó con la escisión
republicana y en 1869 fue elegido para ser el primer presidente provincial del
Partido Republicano Federal, del que fue el primer líder en tierras guadalajareñas.
Solo
la enfermedad le obligó a cesar en su actividad política, En la Asamblea de
representantes del Partido Republicano Federal celebrada el día 9 de marzo de
1870, se aprobó la sustitución de quienes tenían la delegación de Guadalajara,
José Guzmán y Manrique Ruiz y Simón García, por Cirilo López y Cesáreo Cana por
enfermedad de aquellos, y pocos meses después falleció en Almoguera.
Elección y actividad parlamentaria
José
Guzmán y Manrique fue elegido diputado en prácticamente todos los procesos electorales que
durante el reinado de Isabel II marcaron el triunfo de los progresistas.
En
los comicios celebrados el 27 de febrero de 1843 la Diputación Provincial avaló
una lista progresista integrada por Mariano Delgrás, Vicente Peiró y Narciso
Riaza. Pero las disensiones que aquejaban a los progresistas a causa de la
política del general Baldomero Espartero tuvieron como consecuencia la presentación de
una segunda candidatura, en la que figuraban progresistas de tanto prestigio
como Diego García Martínez y Justo Hernández Pareja. El enfrentamiento entre los progresistas provocó una
abstención tan alta que ninguno de los candidatos consiguió superar el 50% de
los votos, por lo que fue necesario convocar nuevos comicios, que se celebraron
en el mes de abril. En la segunda vuelta, los tres candidatos esparteristas superaron el
número de votos exigido y pudieron ocupar sus escaños en el Congreso de los
Diputados, quedando José Guzmán y Manrique como diputado suplente. Lo breve de
esta legislatura, menos de seis meses, no hizo necesario que sustituyese a
ninguno de los diputados electos.
Convocadas
nuevas elecciones en el mes de septiembre de 1843, por la coalición triunfante
de moderados y progresistas antiesparteristas, José Guzmán y Manrique se presentó como candidato al
Congreso, obteniendo un amplio respaldo electoral, pues fue el segundo diputado
con mayor número de votos en la circunscripción de Guadalajara: más de 2.000. Ocupó su escaño
el 26 de octubre de 1843, ingresando en las secciones segunda y quinta y formó
parte de la comisión parlamentaria encargada de la comunicación del señor
Silvela. Formó parte de la minoría progresista, siendo uno de los dieciséis
diputados que se mostraron contrarios a conceder a Isabel II la mayoría de edad
antes de lo establecido en la Constitución de 1837 y el 21 de
noviembre se mostró a favor de la incompatibilidad de ser diputado o senador y
cobrar simultáneamente como funcionario. Consciente de la
deriva conservadora del nuevo régimen de Narváez, se dio de baja en la Cámara
el día 10 de julio de 1844.
En
1854, tras la caída de Narváez, se convocó una asamblea de electores progresistas de la provincia, que
decidió presentar una candidatura formada por Pedro Gómez de La Serna, José
María Medrano López-Soldado, Diego García Martínez, José Guzmán y Manrique y
Ramón Ugarte, siendo elegidos en la primera vuelta los cuatro primeros con
un amplio respaldo, que en el caso de Guzmán se tradujo en 3.073 papeletas sobre
poco más de 6.000 votos válidos. En el Congreso se mostró contrario a la
política gubernamental de los generales Baldomero Espartero y Leopoldo
O’Donnell, que le parecía alicorta e insuficiente, por lo que se aproximó a los
demócratas, situándose en la extrema izquierda de aquella Cámara constituyente
hasta su violenta disolución en 1856.
Ya
en el mes de diciembre de 1854 fue uno de los siete diputados firmantes de una
enmienda para que quedase abolida la contribución de consumos y el cobro de los
derechos de puertas desde el 1 de enero de 1855, que fue naturalmente derrotada.
El 28 de mayo de 1855 firmó otra enmienda destinada a combinar la defensa del
orden constitucional y el respeto a las libertad que se establecían en la Carta
Magna, obligando al gobierno a seguir determinados trámites en caso de
desterrar a un ciudadano a cualquier punto de la Península y a que “ningún
periódico pueda ser suspendido en sus publicaciones futuras, sino después que
hayan sido amonestados sin efecto una vez por lo menos”.
Y el
27 de marzo de 1856 presentó, junto con otra media docena de diputados, una
enmienda al dictamen de la comisión sobre las cesantías de los Ministros,
entendiendo que “los que lo ejercen [el cargo de ministro] no deben exceptuarse
del cumplimiento de las condiciones que para su clasificación como jubilados o
cesantes”, por lo que propones que “Las personas que hayan ejercido el cargo de
Ministros de la Corona, optarán á su clasificación como cesantes ó jubilados
por el tipo ó sueldo regulador de 90,000 rs., y con sujeción á todas las
prescripciones legales comunes á los demás funcionarios públicos”.
En
1869 volvió a salir elegido diputado para las nuevas Cortes Constituyentes y,
siempre presente en la línea más avanzada del liberalismo, se integró en las
filas de la minoría parlamentaria del Partido Republicano Federal. Fue uno de
los firmantes, el 6 de abril de 1869, de una enmienda a la Constitución que
entonces se debatía, proponiendo la más completa libertad religiosa, pues
“siendo la religión un asunto exclusivo entre el hombre y Dios, la Nación
declara libre a la Iglesia Católica, y garantiza el ejercicio de su culto, sin
obligarse a sostener éste ni a sus ministros”, una decisión coherente con su trayectoria política, pues el 14 de enero de 1855 ya haní votado a favor de una enmienda a la Constitución para establecer la libertad de cultos y la tolerancia religiosa.
El
día 22 de septiembre de 1870 firmó, con un grupo de diputados, un Manifiesto
contra el gobierno de Juan Prim acusándolo de mala administración y en
noviembre de ese mismo año fue uno de los diputados que votaron a favor de la
República Federal y contra las candidaturas de Amadeo de Saboya y del duque de
Montpensier y, en general, del mantenimiento de la monarquía en España,
recibiendo el apoyo público de los republicanos federales de Guadalajara.
JUAN
PABLO CALERO DELSO
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