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sábado, 2 de diciembre de 2017

BENITO PASARÓN LIMA

PASARÓN LIMA, Benito
[Madrid, 5 de junio de 1838 / Vitoria, 24 de agosto de 1908]

Benito Pasarón Lima, también conocido como Benito Pasarón y Sánchez-Lima y en ocasiones, por error, como Benito Pasarón Lastra nació en Madrid el 5 de junio de 1838, hijo de Ramón Pasarón Lastra y de Vicenta Sánchez Lima, y falleció en Vitoria, mientras pasaba allí unos días de vacaciones, el 24 de agosto de 1908, siendo trasladados a Madrid sus restos mortales. Contrajo matrimonio con Matilde Sanmartín e Ibáñez de la Rentería, que falleció el 16 de julio de 1906, y con la que tuvo varios hijos. A pesar de sus raíces familiares en ambas orillas del río Eo, el matrimonio siempre residió en Madrid, en las calles Lope de Vega 22, 2º derecha y Zorrilla número 23.
El ascenso social de la familia Pasarón Lastra, de la mano de una carrera política y militar que a lo largo de los años centrales del siglo XIX había superado los estrechos márgenes de la comarca del río Eo, fue evidente y se puso de manifiesto con los hermanos Pasarón Lima; si Benito se casó con la única hija del Comisario de Guerra Francisco de Sanmartín y Vinent, su hermana, María Dolores, contrajo matrimonio en 1864 con Eduardo Flórez e Ibáñez de la Rentería, hijo del conde de Casa Flórez.
Realizó estudios de Leyes en la Universidad Central madrileña y en 1860 obtuvo el doctorado en Derecho Administrativo, jurando como abogado del Colegio de Madrid el 2 de enero de 1862. Ejerció la abogacía, siendo administrador y albacea testamentario de varios personajes de la aristocracia y de la alta burguesía, gracias a sus contactos familiares. Durante algún tiempo fue juez municipal en la capital del reino; en diciembre de 1864 fue nombrado Juez de Paz en el distrito madrileño de Inclusa y Promotor Fiscal sustituto del Distrito de Palacio. Ya en la Restauración, fue Juez de instrucción interino de los distritos madrileños de Oeste y de Latina, y Juez municipal del Distrito de Audiencia.

Gobernador civil de Guadalajara
La deriva autoritaria del régimen moderado le animó a apoyar a la oposición más frontal al gobierno de Ramón María de Narváez, como puso de manifiesto en 1865 al remitir, junto con su padre, 500 pesetas para la suscripción abierta para los muertos y heridos de la Noche de San Daniel, cuando el 10 de abril la Guardia Civil cargó con fiereza contra la multitud que protestaba pacíficamente por la destitución del catedrático Emilio Castelar y del rector.
Como su padre y sus tíos, apoyó la Revolución Gloriosa de septiembre de 1868. Pero fue la influencia familiar, más que sus propios méritos, la causa de que fuese nombrado gobernador civil de la provincia alcarreña en junio de 1872, en sustitución de Juan de la Cruz Martínez, aunque hubo un nombramiento anterior que no llegó a incorporarse a su destino. La dificultad para encontrar un gobernador para Guadalajara quizás tuvo que ver con la oposición que Diego García Martínez, líder de la elite progresista provincial, mostró al nuevo gabinete de Manuel Ruiz Zorrilla.
Como gobernador civil, podemos señalar su carácter conciliador y su firme defensa del tradicional programa progresista: libertades ciudadanas, Milicia Nacional… A pesar de su juventud e inexperiencia, sabemos que contaba con un fuerte respaldo político, pues una semana después de su nombramiento consiguió que Manuel López Cuenca fuese designado nuevo Secretario del Gobierno Civil de Guadalajara, como consecuencia del apoyo institucional de su padre, que era diputado por Pastrana.
Durante su mandato tuvo que enfrentarse a la Tercera Guerra Carlista, que alcanzó en la provincia de Guadalajara una gran intensidad, con el levantamiento constante de partidas guerrilleras de campesinos en todas las comarcas y la connivencia de varios alcaldes con los alzados en armas a favor del pretendiente. Su propósito era “que el sentimiento liberal de esta provincia, fuerte por la fe, aunque oprimido por las tendencias de anteriores gobiernos, recobre todo su vigor y energía y lleve su espíritu a la nueva vida política que se inaugura y que tanto ha de contribuir a mejorar la condición moral de los pueblos y a desarrollar sus intereses materiales”.
A él se debe la reorganización de la Comisión Provincial de Monumentos, que decidió reunir todas las obras de arte que aún quedaban en el itinerante Museo Provincial, solo 326 de las 900 que se inventariaron en 1837, en una sala del Palacio del Infantado. Este Museo Provincial tuvo de nuevo una vida muy breve y en 1877, destinado el Palacio de los Mendoza a Colegio de Huérfanos de Guerra, se acogieron los cuadros y obras artísticas restantes a la hospitalidad de la Diputación Provincial.
Al proclamarse la Primera República el 11 de febrero de 1873, presentó su dimisión, pero no por eso se alejó de la actividad política. Antes al contrario, el protagonismo que disfrutaba Ramón Pasarón Lastra pasó a su hijo, que fue diputado por el distrito de Castropol en las elecciones celebradas el 10 de mayo de 1873, ganando por solo 25 votos al republicano federal Aramburu. En esa legislatura formó parte de la Mesa del Congreso, a pesar de ser candidato radical y no pertenecer al partido republicano; por eso, cuando el Parlamento fue disuelto violentamente por la irrupción del general Manuel Pavía y, para dar visos de legalidad al golpe militar, se decidió disolver las Cortes, quedó en activo una comisión parlamentaria encargada del palacio de la carrera de San Jerónimo de la que formó parte junto con los ex-diputados Manuel Becerra, Julián García San Miguel, Ventura Olavarrieta, Fernando León y Castillo, Ángel Mansi y Antonio Palau.

Sus últimos años
Durante la Restauración, se mantuvo fiel al espíritu progresista y fue uno de los promotores y accionistas de la Institución Libre de Enseñanza. Políticamente, formó parte de la corriente política que se identificaba con el dirigente lucense Manuel Becerra, y así, en 1885 le encontramos en la Junta Directiva del Círculo de la Izquierda Dinástica de la calle del Lobo de Madrid, que acogía a la corriente más avanzada del liberalismo.
En la legislatura que arrancó con las elecciones del 4 de abril de 1886 fue diputado liberal por el distrito de Sigüenza, en sustitución de Antonio Díaz Valdés que, a su vez, había sustituido a Antonio Botija Fajardo, en una elección parcial realizada el 9 de marzo de 1890. Como consecuencia, tomó posesión de su escaño el día 2 de abril de 1890 y solo permaneció como diputado hasta la disolución de las Cortes el 29 de diciembre de ese mismo año. En esta ocasión, su vuelta al Congreso de los Diputados se debió, muy seguramente, más a la influencia de Manuel Becerra, uno de los líderes más destacados del ala izquierda del Partido Liberal en la Restauración, que a la antigua influencia de su padre en tierras alcarreñas.
Esa relación le valió a Benito Pasarón para que el 22 de febrero de 1889 fuese nombrado Jefe Superior de Administración y director general de Administración y Fomento del Ministerio de Ultramar, a cuyo frente se encontraba por entonces Manuel Becerra, y posteriormente director general de Gracia y Justicia en el mismo departamento. Dimitió el 4 de julio de 1890 alegando su mal estado de salud.
Aunque el ejercicio de la abogacía fue su principal actividad profesional, también participó en algunos negocios mineros y de ferrocarriles, llegando a ser, en el año 1881, director general y gerente de la Compañía de los Ferrocarriles Carboníferos de Aragón, que afrontaba serias dificultades y cambios de titularidad, aunque pudiera ser que esta responsabilidad fuese debida a su condición de abogado ante los procedimientos legales de compra de la empresa por nuevos accionistas.
Tuvo una intensa vida social, propia de la burguesía madrileña de su tiempo, y así en 1890 le encontramos formando parte de la Junta de Socorros constituida por los vecinos del barrio de las Cortes para auxiliar a los enfermos de la última epidemia. Fue socio, desde el año 1902, de la Sociedad Filarmónica madrileña y en 1889 se le concedió la Orden de Isabel la Católica.
JUAN PABLO CALERO DELSO

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