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sábado, 9 de diciembre de 2017

ÁNGEL CAMPOS GARCÍA

CAMPOS GARCÍA, Ángel
[Trillo, 2 de agosto de 1850 / Guadalajara, 13 de mayo de 1916]

Ángel Campos García nació en el pueblo de Trillo, en la provincia de Guadalajara, el día 2 de agosto de 1850 y falleció en la capital alcarreña el 13 de mayo de 1916 en su domicilio del número 4 de la Plaza de Moreno. Era hijo de Manuel Campos Delgado y de Marcelina García Delgado, que murió en Trillo el 3 de febrero de 1896. Después de un primer y breve matrimonio, se casó en segundas nupcias con Luisa García Gamboa, con la que no tuvo hijos y cuyo deceso se produjo el día 2 de julio de 1923.
Estudió en la madrileña Facultad de Medicina de San Carlos hasta completar sus estudios de licenciatura y ganar el doctorado con una tesis doctoral, leída en junio de 1881, dedicada a la "Importancia de la higiene y en especial de la profilaxis sifilítica; noción de los problemas que con esta se relacionan", aunque parece ser que también inició estudios de Farmacia en la misma Universidad Central. Al terminar su formación retornó a la Alcarria y durante muy poco tiempo ejerció como médico en Albares y en algún otro pueblo de la provincia.
Pero una vez que contrajo matrimonio con Luisa García Gamboa se dedicó, primero desde Madrid y, a partir de 1891 en Guadalajara, a la administración de las fincas agrícolas que el matrimonio había heredado y que habían convertido a su familia política en una de las más ricas de la provincia; si los vinos de su suegro ya habían sido galardonados, él mereció algún premio en exposiciones nacionales de ganado lanar. Además, en la capital alcarreña tenía otros negocios como un molino de aceite y una fábrica de cal.
Como propietario agrario impulsó la asociación de los campesinos alcarreños; en 1893 renovó el Cabildo de Hacendados y Labradores de Guadalajara, una entidad medieval circunscrita a la capital alcarreña y que bajo su dirección se convirtió en una importante asociación corporativa y en el mejor antecedente de la Cámara Agraria Provincial, y en 1898 fue miembro del Consejo de la Asociación de Agricultores de España, en la que su suegro, Diego García Martínez, había ocupado señalados cargos directivos, Sin embargo, en 1904 vio frustrado el proyecto de establecer en Guadalajara una Asociación Provincial de Labradores, a cuya asamblea fundacional estaba convocada la plana mayor del caciquismo romanonista. y en 1909 firmó con Rafael Pajares y Fernando Güici la convocatoria para constituir una Federación Agraria de Castilla-La Nueva, a cuya junta interina pertenecían.
Su acción política
Pero Ángel Campos se dedicó principalmente a la política, no sólo ocupando distintos cargos institucionales, sino también ejerciendo un activo periodismo político. Entró en la política provincial dentro de las filas del liberalismo dinástico, que dirigía su suegro Diego García Martínez, máximo dirigente de la élite provincial y cabeza de una familia que gobernaba la provincia desde la Guerra de la Independencia. Después de la muerte de su cuñado, Diego García Gamboa, todo parecía indicar que iba a ser él quien recogiese de aquél el testigo como próximo líder de la burguesía liberal alcarreña, puesto para el que no le faltaba vocación ni capacidad y que su familia política ocupaba desde hacía casi un siglo. Sin embargo, la irrupción en 1886 de Álvaro de Figueroa y Torres, conde de Romanones, en el panorama político provincial desde las filas del Partido Fusionista Liberal le privó de cualquier opción para ponerse al frente de la hegemónica corriente progresista de Guadalajara.
Desairado, en 1891 abandonó el liberalismo progresista y se integró en las huestes del republicanismo, dando repetidas muestras públicas de animosidad contra el conde de Romanones, al que se enfrentó en las elecciones legislativas de 1893, sufriendo una severa derrota y obteniendo un resultado poco más que testimonial. En 1893 ya pertenecía a la Junta Directiva del Círculo Republicano de Guadalajara, junto a personalidades como Manuel González Hierro, Miguel Mayoral Medina o Manuel Diges Antón, y en 1896 fue elegido presidente del Comité Republicano Progresista de Guadalajara.
Durante esos años desplegó una actividad tan continua como encomiable, fundando El Atalaya de Guadalajara, semanario del que fue director desde que vio la luz, el 11 de agosto de 1889, hasta enero de 1897, en que fue destituido por romper con los partidos republicanos que sostenían la publicación, siendo sustituido al frente del semanario por Felipe Pérez Cerrada; quedó en sus páginas el recuerdo de sus muchos editoriales y artículos escritos y rubricados con su nombre, con algún seudónimo o incluso sin firma. Fue El Atalaya de Guadalajara un semanario de confección muy atractiva, con colaboraciones de prestigio y calidad y abierto a las nuevas realidades sociales; con Flores y Abejas, cuya orientación política era menos evidente, renovó profundamente la prensa alcarreña y la preparó para afrontar los retos del siglo XX. Mientras tanto, colaboró con otras publicaciones alcarreñas, como Flores y Abejas o La Alcarria Ilustrada; en su nota necrológica, Flores y Abejas destacaba que “era un escritor notable y en diferentes publicaciones dejó el fruto de su privilegiado entendimiento”.
También fue redactor de La Legislación Sanitaria, revista profesional en defensa de los intereses médico-farmacéuticos que dirigía Joaquín García Plaza y que sacó su primer número el día 1 de marzo de 1898, sustituyendo como portavoz de los profesionales sanitarios de la provincia a El Atalaya de Guadalajara, que había sido elegido órgano de la Asociación Médico-farmacéutica, 
una sociedad que él personalmente promovió junto a otros colegas de profesión e ideales republicanos, como Manuel González Hierro o José López Cortijo, y a la que se sumó la práctica totalidad de los profesionales sanitarios guadalajareños. Fue secretario de la citada Asociación en 1892 y uno de sus principales dirigentes hasta su disolución.
Frustrada su carrera política en las filas republicanas por la hegemonía romanonista, se reintegró al liberalismo dinástico y aceptó el liderazgo del conde de Romanones, lo que le permitió entrar en las instituciones provinciales, aunque nunca pudo acceder a cargos de ámbito nacional, seguramente por el veto personal de Álvaro de Figueroa. En 1898 fue elegido diputado provincial por el distrito de Sigüenza y Atienza y ocupó el cargo de secretario de la corporación alcarreña. En 1901 se le propuso que se presentase como candidato a concejal en la lista del Partido Liberal, pero no aceptó por motivos de salud, accediendo a acudir en los siguientes comicios con el respaldo del liberalismo romanonista, llegando a convertirse en alcalde de la capital alcarreña entre el 21 de octubre de 1905 y el 8 de febrero de 1907; el 25 de diciembre de 1908 renunció a su acta de concejal, junto con los ediles Aurelio Oliver y Juan Alejandre, porque no se tomó en consideración una moción suya relativa a la traída de aguas a la ciudad.
De su labor como alcalde cabe destacar el arreglo del Jardinillo de San Nicolás, aunque se criticó que bautizase a la plaza con el nombre de su suegro Diego García, la conclusión de las obras de las Casas Consistoriales, cuyo retraso había sido usado por el conde de Romanones para inhabilitar a la mayoría republicana del concejo, y los primeros trabajos para traer a la ciudad arriacense las aguas de Torija.
Su labor social
Desplegó una actividad social muy intensa, como lo demuestra la dura crítica que recibió desde las páginas del semanario Flores y Abejas durante su período al frente de la alcaldía arriacense: “Es tan bondadoso, tan sumamente bondadoso, nuestro Alcalde Sr. Campos, que aún a trueque de arrostrar los más grandes contratiempos y de sufrir las mayores amarguras, es incapaz de desatender los requerimientos de la amistad, a la que siempre rindió fervorosísimo culto. De poco tiempo a esta parte, nuestro distinguido amigo el Alcalde viene siendo una especie de padrino universal. […] Un día acompaña hasta las gradas del altar a dos enamorados que concertaron unirse en matrimonio; otro sostiene ante la pila del bautismo a una que otra angelical criatura, en tanto que el sacerdote derrama sobre la cabecita del catecúmeno las redentoras aguas del Jordán”.
De su infatigable labor social destacamos que en 1891 fue Bibliotecario en la primera Junta Directiva del recién nacido Ateneo Instructivo del Obrero, en cuya fundación colaboró activamente con otros jóvenes republicanos, y que en 1895 era socio del Ateneo Escolar Caracense. Si en 1891 ocupó una vocalía en la Junta Directiva de la primera Cámara de Comercio de Guadalajara, en 1897 era elegido presidente del Casino de Guadalajara, que su suegro había fundado casi treinta años atrás. Formó parte de la Junta Directiva de la sección provincial de la Unión Iberoamericana, junto a conocidos republicanos, o de la directiva de la Tienda Asilo arriacense, a cuya junta promotora había pertenecido en 1892 como director de El Atalaya de Guadalajara.
Además en octubre de 1897 perteneció a la Junta Provincial de Socorros a inútiles de guerra, establecida a raíz del recrudecimiento del conflicto colonial ultramarino, y que presidía su suegro, Diego García Martínez. y durante varios años fue delegado provincial de la Cruz Roja, cuya Junta provincial presidía en el momento de su muerte y en la que le acompañaban Manuel María Valles, Telesforo Aurelio Olivier y Luis Cordavias. En premio a sus desvelos, en el año 1909 se le concedió la Placa de la Cruz Roja, la máxima distinción que otorgaba la Asamblea General de esta sociedad. Aunque Luis Cordavias le acusó, después de que hubiese fallecido, de haber pertenecido a la masonería, no hemos encontrado rastro de su actividad en las logias alcarreñas, y más bien nos parece un falso rumor fruto del rencor personal.
A su muerte, su viuda donó, como era voluntad del fallecido, su biblioteca personal, que sumaba aproximadamente medio millar de volúmenes, al Instituto General y Técnico de Guadalajara, por consejo del profesor Aurelio Olivier, según recogía el profesor Juan Dantín Cereceda en un hermoso artículo laudatorio publicado en Flores y Abejas el 22 de octubre de 1916.
JUAN PABLO CALERO DELSO

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