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lunes, 1 de mayo de 2017

MODESTO ARAGONÉS SANZ

ARAGONÉS SANZ, Modesto
[Guadalajara, 15 de junio de 1855 / Madrid, 11 de enero de 1920]

Modesto Aragonés Sanz nació en Guadalajara el 15 de junio de 1855, hijo de de Sandalio Aragonés y de Cecilia Sanz, en el seno de una numerosa familia trabajadora. El 11 de enero de 1920 falleció en su domicilio madrileño, en el número 15 de la calle Olite, y fue enterrado en el Cementerio del Este de la capital sin ceremonia religiosa.

Su acción política en Guadalajara
En 1879, y a través de su hermano Manuel que estaba empleado como maquinista en la Imprenta Provincial alcarreña, conoció a los tipógrafos Julián Fernández Alonso, Enrique Burgos Boldova y Alfonso Martín Manzano, amigos y correligionarios de Pablo Iglesias en Madrid, vinculándose desde entonces al núcleo inicial del marxismo en Guadalajara y convirtiéndose en un militante obrero tan activo como perseverante; en su necrológica, El Socialista dijo de él, con razón, que “su vida fue un ejemplo constante de abnegación y entrega a los ideales del proletariado revolucionario”.
Como ya hemos dicho, muy pronto se relacionó con el grupo madrileño de tipógrafos socialistas y en 1879 asistió a las reuniones de los cafés Brillante y Lisboa en las que se sentaron las bases para la constitución del PSOE. En 1880 formó parte del grupo fundador de la Agrupación Socialista de Guadalajara, la primera establecida después de las de Madrid y Barcelona, de la que fue presidente en 1889. En 1887 fue el primer secretario de la Sociedad de Socorros Mutuos La Unión de Guadalajara, la iniciativa pública pionera de los socialistas alcarreños, de la que su hermano Ignacio era presidente. Es prueba de la importancia de este grupo alcarreño que cuando el 15 de enero de 1882 se celebró en un aula de las Escuelas Pías de San Fernando la primera asamblea pública del partido obrero y se eligió al primer Comité legal del PSOE, de sus siete miembros tres tenían relación con el grupo de Guadalajara: Modesto Aragonés, Luis Ranz y Juan Gómez Crespo.
Aunque muy pronto se fue a vivir a Madrid, en todo momento mantuvo su relación con Guadalajara y fue candidato del PSOE por la circunscripción alcarreña en los comicios celebrados el 1 de febrero de 1891, la primera ocasión en la que los socialistas hispanos concurrieron a unas elecciones legislativas, enfrentándose sin éxito al conde de Romanones en su primera reelección. Desde entonces, en repetidas ocasiones acudió a la ciudad arriacense para intervenir en mítines o manifestaciones convocadas por el obrerismo provincial, como por ejemplo en los actos del 1º de Mayo.

Su acción política en Madrid
Instalado por lo tanto en Madrid, allí fundó en 1888 la Sociedad Obrera de Albañiles El Trabajo, una de las más potentes sociedades de oficio del socialismo madrileño hasta 1936, formando parte en repetidas ocasiones de su Junta Directiva y participando en numerosos actos y mítines tanto de esta Sociedad, como de la UGT. También condujo algunos Congresos de la Federación de Albañiles de España. Republicanos y anarquistas le acusaron de sectarismo y falta de solidaridad para con los albañiles presos que no fuesen socialistas o dirigentes destacados de la UGT, y lo cierto es que Modesto Aragonés defendió y preservó a la Sociedad bajo la obediencia socialista, mientras acusaba a los anarquistas de “destrozar la colectividad promoviendo alborotos sin causa justificada con el exclusivo objeto de que no se puedan tomar acuerdos nunca y de introducir la discordia entre los que aman de verdad la causa del proletariado”.
 Asumió distintas responsabilidades en el partido obrero y en la UGT. Entre 1899 y 1902 fue vocal del Comité Nacional del PSOE, después de que asistiese como delegado de los albañiles de Madrid al VI Congreso de la UGT. Asimismo, en 1907 firmó como presidente de la comisión el balance de ingresos y gastos para la compra del solar sobre el que se levantó la Casa del Pueblo de Madrid de la calle Relatores. Entre los años 1916 y 1918 fue miembro del Comité Nacional de la UGT, firmando la convocatoria conjunta a la Huelga General de 1917, lo que le valió ser encarcelado en condiciones inhumanas sin atender a su avanzada edad. Además, asistió a distintos congresos ugetistas como delegado de los albañiles madrileños y, en alguna ocasión, de los de Guadalajara.
Perteneció a la Junta Local mixta para informar de la reglamentación laboral de las mujeres y los niños, y desde septiembre de 1901 fue delegado obrero de la subcomisión del distrito madrileño de Hospicio, dependiente de la Junta Local de Reformas Sociales, encargada del control de la aplicación práctica de la legislación sobre el trabajo de mujeres y niños y la salubridad de los talleres. Entre 1908 y 1920 fue vocal obrero suplente por la Pequeña Industria en el Instituto de Reformas Sociales.
Modesto Aragonés tuvo un protagonismo indeseado en un suceso que convulsionó al Madrid de su tiempo. Realizando obras de reforma en unas casas de los números 24 y 26 de la calle de Embajadores en Madrid, propiedad de Luis de la Mata, surgieron rumores de que los albañiles que realizaban esas tareas habían encontrado en dos ocasiones cajas llenas de oro, escondidas por el primer propietario de los edificios y de la que se conocía un precedente, pues ya había sido hallada una caja muchos años atrás. Dos de los albañiles imputados eran los hermanos Antonio y Modesto Aragonés; este último reconoció haber trabajado en esa obra y haber encontrado mil duros en una caja, que se repartieron entre los cuatro trabajadores, alegando desconocer que le ley les obligaba a entregar la mitad al propietario. Aunque se investigó su vida privada no se vieron signos externos de riqueza, porque habían dedicado ese dinero a cubrir las necesidades más primarias: Antonio Aragonés declaró que ni siquiera tenía una cama en su casa.
Fueron enviados a prisión por el juez, y hasta el 14 de septiembre no se decretó su libertad bajo fianza personal, pudiendo salir de la cárcel los cuatro imputados. En mayo de 1902 se celebró el juicio, en el que fueron defendidos por el abogado José Luis Castillejo Gutiérrez. Los cuatro albañiles fueron condenados a duras penas de más de un año de presidio correccional, pero el rey ejerció el derecho de gracia y conmutó el período que les quedaba por cumplir por igual tiempo pero de destierro, alegando que el delito se había producido por falta de conocimiento de la ley, que si no eximía de responsabilidad, descartaba la malicia en la falta.
Volvió a ser detenido en abril de 1919 por ir en la plataforma del tranvía comentando con otros dos obreros la huelga de telegrafistas, y como llamasen esquiroles a los funcionarios que habían acudido al trabajo, otro viajero los denunció y fueron llevados a comisaría, sin que tuviese este lance más consecuencias que poner de manifiesto la degeneración de la democracia y el temor a los conflictos sociales que se vivía en la España de esos años.
JUAN PABLO CALERO DELSO

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