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domingo, 30 de abril de 2017

RAMÓN PASARÓN LASTRA

PASARÓN LASTRA, Ramón
[Castropol, 2 de septiembre de 1808 / Madrid, 4 de enero de 1876]

Nació en Castropol el 2 de septiembre de 1808 y murió en Madrid el 4 de enero de 1876. Contrajo matrimonio el 20 de abril de 1835 en la parroquia madrileña de San Martín con Vicenta Sánchez Lima, que falleció en Madrid el 26 de septiembre de 1865. Tuvieron tres hijos: Benito, María Dolores, y María de los Ángeles. Realizó sus estudios primarios en Vega de Ribadeo y los secundarios en el colegio San Francisco de Tuy, alcanzando el 11 de enero de 1831 la licenciatura en Derecho en la Universidad compostelana, incorporándose en octubre de 1833 al Colegio de Abogados de Madrid, al llegar a la mayoría de edad. En junio de 1835 fue nombrado comisionado de arbitrios de amortización de las provincias de Lugo y Orense, pero muy pronto presentó su dimisión, decidido a seguir la carrera judicial.

Su carrera judicial
En noviembre de 1835 fue nombrado juez de Primera Instancia interino de Tamajón, en el norte de Guadalajara, donde tomó parte activa en los combates contra las partidas carlistas. En marzo de 1836 se trasladó al pueblo granadino de Santa Fe y en abril pasó al juzgado del pueblo cordobés de Pozoblanco, ascendiendo en octubre de ese mismo año al ocupar el juzgado de Lucena, aunque solicitó y obtuvo la permuta con Juan Chinchilla, juez del pueblo albacetense de La Roda; durante su estancia en estos destinos fue miembro activo de la Milicia Nacional.
En octubre de 1836 el Juez de Guadalajara, Ramón Pardo Osorio, fue elegido diputado a Cortes por Orense, y Ramón Pasarón se trasladó a la capital alcarreña para sustituirle mientras aquél ocupaba su escaño. Sin embargo, permaneció allí muy poco tiempo, pues en junio de ese mismo año se trasladó a Vivero como titular del juzgado. Residía en esa localidad lucense cuando se produjeron los incidentes que forzaron la caída de María Cristina de Borbón como regente de su hija, la reina Isabel II, y su sustitución por el general Baldomero Espartero. En septiembre de 1840 se formó en la provincia de Lugo una Junta Revolucionaria de orientación progresista, que se disolvió en diciembre, y a la que perteneció Ramón Pasarón Lastra. Aunque en un primer momento se dudó de su conducta política, se le mantuvo al frente del juzgado de Vivero, mientras que los jueces de Lugo, Chantada, Nogales y Sarriá fueron removidos por las nuevas autoridades revolucionarias.
Con los progresistas de nuevo al frente de la nación, la carrera profesional de Ramón Pasarón Lastra conoció un fuerte impulso. En febrero de 1841 se hizo cargo del juzgado de Ferrol, aunque muy brevemente, pues en agosto de ese mismo año fue trasladado a Madrid como Juez de Primera Instancia, y al mes siguiente se le nombró Magistrado honorario de la Audiencia de Valladolid, aunque no se incorporó a su destino en la ciudad castellana y siguió ejerciendo en la capital del reino.
En el mes de diciembre de 1843 fue destinado a Pamplona como magistrado de su Audiencia Provincial, pero en agosto de 1844, cuando el nuevo régimen moderado estuvo plenamente consolidado, fue cesado alegando el gobierno que había viajado en Madrid sin la preceptiva autorización. Todo parece indicar que sólo fue una excusa para deshacerse de un rival político, y así lo manifestó públicamente Ramón Pasarón Lastra. De nada le sirvió que ese año hubiese firmado con el resto de autoridades navarras un escrito de reconocimiento a María Cristina de Borbón, ni que hubiese dado pruebas de independencia de juicio durante la Regencia de Espartero.
Se dedicó desde entonces al ejercicio privado de la abogacía en la capital del reino, y aunque en enero de 1848 fue elegido para formar parte de la terna de suplentes de la Audiencia de Madrid, nunca volvió a la judicatura. En diciembre de 1846 fue elegido para formar parte de la Junta del Colegio de Abogados de Madrid, responsabilidad para la que fue reelegido en 1849, en 1860 y en 1871.

Su acción política
Simultaneó su trabajo como abogado con una marcada vocación política, que siempre desarrolló en las filas del partido progresista. En 1843 ya fue propuesto por los liberales del distrito de Castropol para que formase parte de su candidatura en los comicios legislativos, elaborada al margen de la lista de la Junta progresista de Oviedo, aunque finalmente no consiguió ser incluido en la candidatura.
En 1846 se presentó con éxito a unas elecciones administrativas para Secretario de las mesas electorales del madrileño distrito de Maravillas y en 1849 formó parte de la candidatura progresista para el Ayuntamiento de Madrid por el distrito de Hospicio, aunque en esta ocasión no alcanzó la victoria. Durante esos años, perteneció a la tertulia que animaba en Madrid el ex ministro Juan Álvarez Mendizábal, que se conocía como del “18 de junio”, y al Círculo de la Amistad.
En 1849 pertenecía al comité progresista del territorio de la Audiencia de Oviedo, lo que facilitó que en la legislatura de 1850 ganase el escaño por Ribadeo, un resultado electoral sorprendente, pues en esos comicios la minoría progresista estaba formada por menos de una quincena de diputados, mostrando así el arraigo de su familia en la comarca; y aunque hubo algunas reclamaciones, no se discutió su triunfo. En ese periodo legislativo fue elegido para formar parte de la Mesa interina del Congreso, aunque no se respetó la recomendación para que ocupase el mismo puesto con carácter definitivo, y se integró en la Comisión que llevó a la reina la respuesta al Discurso de apertura de las Cortes. La reducida representación que el gabinete moderado había cedido a los progresistas, le otorgó un evidente protagonismo.
Volvió a ganar el escaño en las elecciones de 1851 en la misma circunscripción electoral, en disputa desigual con el moderado Luis Trelles, que sólo obtuvo 4 votos frente a 99 del candidato progresista. En esa segunda legislatura formó parte de la Comisión de Peticiones de la Cámara Baja y de la Comisión de diputados que viajó a Sevilla con motivo del nacimiento y bautizo de María Amelia de Orleans, hija de la infanta María Luisa Fernanda de Borbón y sobrina de Isabel II. Asimismo, se integró en la comisión que el partido progresista designó para llegar a acuerdos con el resto de la oposición constitucional para hacer frente al gobierno moderado.
En los comicios de 1853, con el gobierno legislando por decreto, se presentó de nuevo por la circunscripción de Ribadeo, pero no consiguió la reelección, y su escaño fue ocupado por el moderado Joaquín Sanjurjo. Ese mismo año se presentó para Secretario de la Mesa electoral del distrito madrileño de Maravillas, dentro de la candidatura de Unión Electoral formando terna con el ex ministro progresista Ramón María de Calatrava, pero también fue vencido.
Con la vuelta de los progresistas al gobierno en julio de 1854, fue nombrado Intendente General de Cuba el 23 de agosto de 1854. Cinco días después debía embarcar para la isla, pero retrasó su viaje y el 26 de septiembre de 1854 el general Baldomero Espartero le nombró gobernador civil de La Coruña en comisión de servicios, conservando en propiedad el nombramiento anterior. Al comenzar el mes de octubre ya había tomado posesión de su cargo al frente de la provincia coruñesa. No es fácil conocer los motivos por los que aceptó este destino provisional, pues la epidemia de cólera azotaba a la ciudad de La Coruña y al asumir esa responsabilidad ponía en riesgo su propia vida, y además renunció al adelanto que se entregaba a todos los funcionarios que marchaban a Ultramar para facilitar su traslado, que ya había solicitado y que le había sido concedido.
La única explicación es que quisiese permanecer en tierras gallegas para ganar más fácilmente el escaño por Lugo al que concurrió en las elecciones para Cortes Constituyentes celebradas ese mismo mes y año. Lo cierto es que alcanzó un excelente resultado, con más de 16.000 votos sobre un total próximo a los 20.000 electores, y que una vez ganada su acta en el Congreso renunció al Gobierno Civil coruñés, dimisión que le fue aceptada por el general Espartero el día 20. Tampoco entonces embarcó para Cuba, siendo muy criticado porque se incorporó a las Cortes Constituyentes desde su sesión inaugural sin renunciar a un cargo que, por su importancia, exigía su presencia permanente en la isla. Hasta diciembre de 1854 no solicitó un permiso de tres meses para ausentarse y marchar a la isla caribeña para asumir el encargo del gobierno.
Llegó en los primeros días de 1855, encargándose de reorganizar las fuerzas de la policía y la Guardia Civil para tranquilidad de sus habitantes, renunciando en el mes de mayo a su escaño en el Congreso para mantenerse en su puesto en la isla de Cuba. No le sentó bien el clima caribeño y su salud empeoró de forma evidente, lo que según algunos españoles residentes en la Gran Antilla le sirvió de excusa para renunciar a su puesto de Intendente de la Hacienda y el Ejército, que no era muy airoso, y regresar a Madrid en la primera quincena de marzo, siendo sustituido por Joaquín Campuzano en el mes de abril. En mayo también renunció a su acta de diputado, siendo sustituido en el escaño por Laureano Gutiérrez Campoamor.
Derribado en 1856 el liderazgo progresista, que había aupado al general Espartero hasta la presidencia del Consejo de Ministros, renunció a toda responsabilidad institucional, aunque tampoco se opuso a la hegemonía política de la Unión Liberal del general Leopoldo O’Donnell, hasta el punto de renunciar en 1860 a formar parte de la candidatura progresista para las elecciones municipales en Madrid, para la que había sido elegido por sus correligionarios del Distrito de Hospicio. Volvió al ejercicio de la abogacía y desde el verano de 1856 le encontramos defendiendo a sus clientes en los juzgados de Madrid.
Con el retorno de los moderados al poder, desplazando a la centrista Unión Liberal, volvió a la lucha política. En los comicios de 1863 se presentó como candidato por la circunscripción de Pastrana, “donde cuenta con gran número de amigos políticos y personales”, que cultivaba veraneando en los baños de La Isabela, junto a Sacedón. Pero como los progresistas decidieron el retraimiento electoral, escribió un manifiesto a los electores del distrito animándoles a adoptar la misma postura. En el proceso electoral del año siguiente, fue propuesto para concejal del distrito madrileño del Hospicio, y aunque se posicionó a favor de la participación de los progresistas, respetó la voluntad mayoritaria del partido, que optó por el retraimiento.

El Sexenio Revolucionario
La Revolución Gloriosa de septiembre de 1868 supuso el triunfo del ideario político que había defendido desde su juventud. Y aunque no se sentó en las Cortes Constituyentes de 1869, no por eso estuvo al margen de la política nacional. Como experto, fue elegido para formar parte de las comisiones encargadas de estudiar y proponer las reformas más convenientes para adaptar a los territorios de Ultramar el Código Penal vigente en la Península, y la que fijó el escalafón de funcionarios de Aduanas de Cuba y Puerto Rico. También fue uno de los fundadores de la Asociación Nacional para el estudio y la reforma de los Presupuestos.
En 1871 volvió a sentarse en el Congreso de los Diputados, y aunque era miembro del Comité del Partido Progresista Democrático de Castropol, se presentó por el distrito de Pastrana, destacando por ser uno de los diputados firmantes de una proposición para formar una Comisión para “estudiar el estado moral, intelectual y material de las clases trabajadoras, así agrícolas como industriales”. Decidido partidario de la monarquía democrática de Amadeo de Saboya, se alineó con el Partido Radical de Manuel Ruiz Zorrilla, y en contra de Práxedes Mateo Sagasta, llegando a pedir a finales de 1871 su dimisión en sede parlamentaria.
Activo dirigente del Partido Radical, fue reelegido diputado por Pastrana en 1872, tanto en los comicios convocados el 2 de abril como en los que se celebraron el 24 de agosto. En esta última legislatura fue presidente de la Comisión de Actas, que validaba los resultados electorales, siendo acusado de parcialidad y de connivencia con el jefe del ejecutivo, y vicepresidente del Congreso de los Diputados. Y si en la primera legislatura de ese año se incorporó a una comisión elegida por los diputados de ambas Castillas, Aragón y Extremadura para tratar el asunto de los aranceles sobre el trigo; en la segunda hubo quejas porque llegó a figurar en siete comisiones parlamentarias, y aún después de las protestas fue elegido para formar parte de la calificadora de jueces y magistrados.
No es de extrañar que recibiese críticas por su voracidad institucional, pues desde el 19 de junio de 1872 era, además, Comisario del Almirantazgo de Marina; bien podía decir el diario La Época el día 13 de mayo de 1873, que “el Sr. Pasaron y Lastra [...] durante la situación radical lo ha sido todo”. Sin embargo, no dudó en votar por la República en la histórica sesión del 11 de febrero de 1873.
Durante la República Democrática, se mantuvo fiel políticamente al Partido Radical y a Manuel Ruiz Zorrilla, aunque delegó en su hijo el protagonismo político familiar. Pero después del golpe de Estado del general Manuel Pavía, volvió al primer plano de la política, y así el día 15 de enero fue designado miembro de la Comisión de Obras del Palacio de Justicia de Madrid, cuya composición se modificó en esa fecha.
Como jurista de prestigio, participó en numerosas comisiones e iniciativas para la reforma del sistema legal español, incluso cuando gobernaban sus rivales políticos. Así, en enero de 1854 fue nombrado miembro de la comisión para la reforma de la instrucción del procedimiento civil del Ministerio de Gracia y Justicia, y en 1865 estuvo en el tribunal de oposiciones para cubrir varias cátedras de Derecho Civil y Canónico.
Además de sus responsabilidades políticas y de sus ingresos en el ejercicio libre de la abogacía, fue propietario agrícola, y no sólo en su tierra natal. Y en 1863 formó parte de la Comisión encargada de la construcción de un tranvía que desde la Plaza del Progreso de Madrid llegase hasta la Dehesa de los Carabancheles.

Escritor y periodista
Escribió varias obras de carácter político. En 1853 editó su Proyecto de bancos agrícolas para las provincias de Galicia y Asturias y se dio a conocer el Informe sobre el estado en que halló a los colonos pobres de Galicia el hambre que los afligió durante el año 1853; una crisis en cuya solución se implicó desde la comisión de la Real Congregación de Santiago Apóstol, que excitaba la caridad ante la hambruna que azotaba aquel territorio. Como consecuencia, estuvo en la Junta Especial de Caridad de Galicia, que el 24 de abril de 1857 firmó un extenso memorándum dirigido a la reina Isabel II dando cuenta de sus trabajos relativos a la situación de penuria de los habitantes de ese antiguo reino.
Cinco años después dio a la imprenta La isla de Cuba considerada económicamente, obra muy comentada en aquellos años que copió el general José Gutiérrez de la Concha para un Informe sobre la isla caribeña que se publicó en la prensa española en el año 1861. Además, colaboró con algunas publicaciones, especialmente con La América.
JUAN PABLO CALERO DELSO

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