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domingo, 24 de febrero de 2019

MIGUEL RODRÍGUEZ DE JUAN

RODRÍGUEZ DE JUAN, Miguel
[Santiz, 25 de noviembre de 1852 / ]

Miguel Rodríguez de Juan nació en la localidad salmantina de Santiz, limítrofe con la provincia de Zamora, el día 25 de noviembre de 1852, y contrajo matrimonio en esa misma provincia.
Se trasladó a Madrid, residiendo en el número 7 de la Travesía del Reloj, para cursar estudios universitarios, alcanzando en 1882 la licenciatura en Filosofía y Letras. Al año siguiente obtuvo los títulos de Doctor en esa misma Facultad, con una tesis titulada Exposición crítica del sistema filosófico de Kant, Schelling y Hegel, y de licenciado en Derecho por la Universidad Central de Madrid.

Su carrera docente
En 1882 se presentó a las oposiciones para las cátedras de Psicología y de Retórica y Poética en el Instituto de Segunda Enseñanza de San Juan de Puerto Rico, sin conseguir ninguna de las plazas a que aspiraba y quedando en sexto lugar, sobre diez opositores, en la segunda de las cátedras. En 1883 fue nombrado Profesor auxiliar en el Instituto de segunda enseñanza de Oviedo y en 1890 ganó, por oposición, la Cátedra de Latín del Instituto de Baeza, ocupando la misma plaza en el de Cabra y, a partir de septiembre de 1891, en el de Guadalajara, ciudad en la que estableció su residencia, primero en el número 3 de la calle de San Sebastián y luego en el número 8 de la Cuesta de San Miguel. En la capital alcarreña fracasó en su intento de ocupar la Cátedra de Lengua y Literatura Española, a cuya oposición se presentó en el año 1900, pero desde 1902 se ocupó de la cátedra de Psicología, Lógica, Ética y rudimentos de Derecho.
En 1896 fue nombrado director del Instituto alcarreño como pago por el nuevo gabinete conservador del apoyo electoral de los carlistas alcarreños a su partido en los recientes comicios, como fue denunciado públicamente en la prensa local. Tradicionalista militante, aprovechó este nombramiento para obtener ventaja en sus rivalidades políticas y expulsó de las dependencias que ocupaba en el Instituto al Ateneo Caracense, forzando así la desaparición de tan meritoria institución, que recogía más de medio siglo de herencia cultural ateneísta en la ciudad. Durante su mandato fue muy contestado en la prensa provincial por su falta de celo en el control de los profesores a su cargo y fue reprendido por el rector de la Universidad de Madrid por su arbitraria adjudicación de cátedras. En junio de 1897, con la vuelta de los liberales al gobierno, fue cesado de su cargo, siendo sustituido por el catedrático Ignacio Arévalo, una destitución a la que se resistió el profesor Rodríguez de Juan, enfrentándose hasta tal extremo con sus compañeros del claustro que fue suspendido temporalmente en sus funciones al comenzar el curso 1897-1898.
Al finalizar el curso de 1901-1902 se forzó la dimisión del director del Instituto de Bachillerato arriacense, Luis Catalá, que se había ganado la firme oposición de la mayoría del claustro. Por unanimidad, los profesores acordaron proponer al Ministerio a Miguel Rodríguez de Juan como nuevo director, completando la terna preceptiva los profesores Juan Prat y Gabriel María Vergara. A pesar de sus antecedentes, el conde de Romanones, por entonces ministro de Instrucción Pública, le nombró de nuevo director del centro escolar. En esta ocasión, tampoco desmintió la fama que le acompañaba, y se enfrentó con la Escuela Normal de Maestras por su afán intervencionista. También hay que reconocer que impidió que el desescombro de la iglesia del convento de la Piedad, sede del Instituto, arruinase irreversiblemente el templo y se perdiesen los restos de su fundadora, Doña Brianda de Mendoza. Se jubiló el 26 de septiembre de 1922.
En noviembre de 1911 solicitó a la Junta para la Ampliación de Estudios que, temporalmente, se le pensionase o que se le trasladase a un centro docente de Madrid con el objeto de completar los estudios que llevaba tiempo realizando sobre “Psicología anormal ante el Derecho Penal”, pues no encontraba en Guadalajara el material bibliográfico imprescindible para concluir sus trabajos. La pensión le fue denegada por la JAE en julio de 1912.
Abogado en ejercicio, en 1898 fue elegido Decano del Colegio de Abogados de Guadalajara, completando su Junta Directiva Juan Carrasco, Emilio García de la Peña, Juan Zabía y Tomás Bravo Lecea. Aunque era un hombre leyes, tenía un carácter hosco, y se enfrentó repetidamente dentro y fuera de los tribunales con aquellos que le criticaban y ofendían. Así ocurrió en 1896 con Flores y Abejas y en 1899 con Santos Bozal Moreno, director de La Crónica, además de defender en cuatro ocasiones a Manuel de Vega Lanseros, propietario y director del regeneracionista y un tanto sensacionalista La Voz de España, que fue procesado reiteradamente por su actividad periodística.

Su actividad política
Destacado militante del carlismo provincial, desde 1895 formó parte de su Junta Provincial y en 1899 se presentó como candidato al ayuntamiento de Guadalajara, sin conseguir ser elegido. También se presentó candidato en las elecciones a diputados provinciales por el distrito de Brihuega-Cifuentes, obteniendo sólo 389 votos, mientras que el candidato más votado, el liberal Ricardo Martínez, consiguió reunir 5.911 sufragios. En tierras alcarreñas dirigió dos periódicos de orientación carlista: El Padre Arriaco, un trasunto de El Padre Cobos que sólo sacó dos números en 1896, y La Verdad, que se publicó semanalmente entre el 1 de enero de 1899 y el 17 de enero de 1900 y que tomaba la cabecera del semanario republicano homónimo de 1880 y que le llevó a pleitear con Santos Bozal, director del semanario liberal La Crónica.
También publicó dos libros: en 1885, y en la Imprenta de Pando en Oviedo, editó su tesis doctoral Ensayo crítico sobre los sistemas filosóficos de Kant, Fichte, Schelling y Hegel, y en la Imprenta de la Diputación Provincial en 1898 sus Elementos de Psicología, Lógica y Filosofía moral.
Por su ambición de volver a la dirección del Instituto de Bachillerato, se alejó del carlismo militante y se aproximó a la órbita del conde de Romanones. Desde Flores y Abejas se burlaban de su afán de congraciarse con el cacique liberal de la provincia: “Un carlista pelícano / a un conde muy cazador, / ahora le BLM / con verdadero fervor. / Lector, por más que te asombres / compadece tanto afán: / ¡qué cosas hacen los hombres / por un pedazo de pan! En enero de 1917 formó parte como vocal de la Junta Directiva de la Sociedad para el estudio del niño, una organización que nacía como consecuencia de las charlas de pedagogía experimental que se habían impartido pocos meses atrás en Guadalajara bajo la organización del profesor Alberto Blanco Roldán, y que presidía el conde de Romanones.
Fue académico correspondiente de la Real Academia de la Historia y vocal de la Comisión Provincial de Monumentos. En 1902 se le concedió el honor de nombrarle Comendador de la Orden de Alfonso XII.
JUAN PABLO CALERO DELSO

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