DESMAISSIERES
LÓPEZ DE DICASTILLO, Diego. Marqués de los Llanos de Alguazas y Conde de la
Vega del Pozo
[Madrid, 12 de junio de 1806 / Pau (Francia), 28 de marzo
de 1855]
Era hijo de Miguel Desmaissieres Flores,
nacido el día 7 de febrero de 1779 en la ciudad de León y fallecido en Madrid
el 19 de diciembre de 1822, y de Bernarda López de Dicastillo Olmeda, condesa
de la Vega del Pozo y marquesa de los Llanos de Alguazas, nacida en Madrid en
agosto de 1774 y fallecida el 8 de octubre de 1841. Contrajeron matrimonio el
14 de enero de 1802 y tuvieron nueve hijos, de los que cuatro fallecieron a
poco de nacer; además de Diego, sólo sobrevivieron Luis (1805-1823), Engracia
(1807-1855), Manuela (1812-1843) y María Micaela (1809-1865).
Su
entorno familiar
Miguel Desmaissieres siguió la carrera militar,
como su padre Arnaldo Desmaissieres Rassoir (1733-1813), ingresando como cadete
en las Guardias Valonas para pasar, ya como teniente, al Regimiento de
Fusileros y Granaderos; el 2 de mayo de 1808 se interpuso personalmente entre
los patriotas y el coronel Auguste Lagrange, asistente del mariscal Joachim
Murat, salvándole así la vida. Su madre, Bernarda López de Dicastillo,
pertenecía a una familia de la nobleza del antiguo reino de Navarra, con
intereses en la ciudad de Guadalajara y en el reino de Murcia, y era camarista
de la reina María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV.
Su hermana Micaela Desmaissieres y López
de Dicastillo nació en Madrid el 1 de enero de 1809 y falleció en Valencia el
24 de agosto de 1865. Fue la fundadora de la orden religiosa de las Adoratrices
Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad, una congregación dedicada a
la educación de las jóvenes que fue aprobada por la Santa Sede en el año 1861.
En 1889 dio comienzo su proceso de canonización, que concluyó el 4 de marzo de
1934 con su elevación a los altares bajo la advocación de Santa María Micaela
del Santísimo Sacramento.
En el mes de octubre de 1844, Diego de
Desmaissieres López de Dicastillo solicitó la Real Carta de Sucesión de los
títulos de Marqués de los Llanos de Alguazas y Conde de la Vega del Pozo; el
título familiar de Vizconde de Jorbalán fue cedido, por común acuerdo con su
madre, primero a su hermana Manuela Desmaissieres López de Dicastillo y, al
fallecer ésta, a su hermana María Micaela, siempre con carácter vitalicio pero
con la condición de que a su muerte se reincorporase a quien ostentase el
título de Conde de la Vega del Pozo. Desde 1844 fue caballero de la Orden de
Calatrava y en 1850 obtuvo la Gran Cruz de Isabel la Católica, además de ser
Caballero Maestrante de los Reales Alcázares de Sevilla. En octubre de 1838 fue
nombrado Gentilhombre de Cámara de Carlos Luis de Borbón-Parma, Duque de Luca e
Infante de España.
El 12 de febrero de 1846 se casó en su
palacio de Guadalajara, en una ceremonia suntuosa y que fue muy comentada por
el lujo que dicen que se derrochó en la celebración, con María de las Nieves
Sevillano Sevillano. La pareja tuvo dos hijas: la primera, María de las Nieves,
nació el 9 de febrero de 1850 pero falleció el 19 de septiembre de 1853 cuando
sólo contaba tres años de edad, y la segunda, María Diega, nació en Madrid el
16 de junio de 1852, falleciendo en la ciudad francesa de Burdeos el 9 de marzo
de 1916.
María de las Nieves Sevillano Sevillano
era hija de Juan Sevillano y Fraile, que nació en Vicálvaro el 9 de febrero de
1790 y falleció en su palacio de la madrileña calle de Jacometrezo el 19 de
febrero de 1864, y de Juana María Nicolasa Sevillano Sevillano, que habían
contraído matrimonio el 16 de marzo de 1815. Tuvieron dos hijas; la mayor,
María Nicolasa Sevillano Sevillano, que nació el 25 de diciembre de 1815 y
falleció el 17 de febrero de 1875, contrajo matrimonio con el conde de
Goyeneche y la segunda, María de las Nieves, que nació en Vicálvaro el 5 de
agosto de 1817 y falleció en Guadalajara el 22 de junio de 1882, tuvo por
esposo a Diego Desmaissieres López de Dicastillo.
La acusada personalidad de Juan
Sevillano Fraile influyó poderosamente en toda la familia. El 9 de junio de
1767 se unieron en matrimonio José Ezequiel Sevillano Pérez y Feliciana Fraile
Martín, enlace del que nacieron tres hijos: José Ruperto, Rafael Antonio y Juan
Sevillano Fraile. Eran propietarios de tierras en Vicálvaro, por entonces una
pequeña villa a las afueras de Madrid que se había convertido en uno de los
principales abastecedores de pan para la capital del reino; los Sevillano
fueron los proveedores de pan para el Palacio Real. Con la fortuna conseguida
con tan próspero negocio, Juan Sevillano Fraile pudo adquirir numerosas fincas
rústicas desamortizadas a lo largo del segundo tercio del siglo XIX, no sólo en
Vicálvaro y sus alrededores sino en otras regiones españolas, sobre todo en
Murcia y La Mancha.
Con las rentas de estas fincas se hizo
con un importante capital, entrando a participar en el negocio de la banca y de
las inversiones industriales, en la órbita de la familia Rothschild. Como
banquero, aportó sus recursos en apoyo a la monarquía isabelina, prestando
numerosos servicios a la reina María Cristina de Borbón, más señaladamente durante
su exilio a partir de 1840. No podía esperarse otra cosa de quien había
participado con valor en la Guerra de la Independencia y en la Primera Guerra
Carlista, componiendo una larga carrera militar que le identificó con la
monarquía y con la ideología liberal; en 1823 ya era alcalde de Vicálvaro, pero
en 1824, con la restauración absolutista, pidió ser eximido de ese cargo
municipal. Es natural que en diciembre de 1846, con la reina María Cristina de
Borbón en la Corte madrileña y con los moderados en el poder, la reina Isabel
II le recompensase concediéndole el título de Marqués de Fuentes del Duero y
nombrándole senador vitalicio.
Pero la corrupción y los escándalos
financieros, especialmente puestos de manifiesto con las concesiones
ferroviarias, salpicaron al gobierno y a la Familia Real y provocaron el
descontento de algunos sectores moderados, que en 1854 organizaron un
pronunciamiento del ejército que fue capitaneado por el general Leopoldo
O'Donnell. Este movimiento cívico y militar, conocido como la Vicalvarada, se inició en esta localidad
madrileña por ser el lugar de residencia de Juan Sevillano Fraile, que había
roto con la reina María Cristina de Borbón y su entorno y había financiado el
pronunciamiento y ofrecido su palacio como centro de reunión para los
conspiradores. En octubre de 1854 y como recompensa a su generosa colaboración
con el pronunciamiento militar, el nuevo gobierno nacido de la Vicalvarada concedió a Juan Sevillano
Fraile la Grandeza de España de Primera Clase y el título de Duque de
Sevillano.
A pesar de la brillante trayectoria
política y financiera de Juan Sevillano Fraile, el enlace de su hija con Diego
Desmaissieres no era desventajoso para ninguno de los dos cónyuges. Si aquélla
era heredera de una fortuna tan cuantiosa que aportó al matrimonio la
exorbitante dote de ocho millones de reales, éste poseía una situación
económica solvente y pertenecía a la más rancia nobleza. El abuelo de Diego,
Arnaldo Desmaissieres, había nacido en el cantón francés de Valenciennes, que hasta
1678 perteneció al Flandes español, por lo que la familia siempre mantuvo una
estrecha vinculación personal y un vasto patrimonio económico en Francia, hasta
el punto que Diego Desmaissieres, sus hermanos Luis y Manuela y su hija María
Diega fallecieron en suelo galo.
Su
acción política
Diego Desmaissieres era descendiente de
una las familias nobles que habían gobernado la ciudad de Guadalajara en el
siglo XVIII: los López de Dicastillo. El 25 de abril de 1705 se concedió a
Mateo López de Dicastillo el título navarro de Conde de la Vega del Pozo. Su
hijo Javier ejerció la Alferecía Mayor de la ciudad de Guadalajara como
teniente de la Casa del Infantado y el hijo de éste, Roque López de Dicastillo
Solís de Magaña, ostentó cargos municipales en Madrid y en la capital
alcarreña. Además, a diferencia de otros regidores, los miembros de esta
familia residieron en la ciudad arriacense y ejercieron sus cargos
personalmente, por lo que consiguieron un claro ascendiente sobre los vecinos,
prestigio que conservaban en las primeras décadas del siglo XIX. Así, su
esposa, María de las Nieves Sevillano, fue durante los primeros años del
reinado de Isabel II la presidenta de la comisión de damas encargada de la
Inclusa de Guadalajara y de administrar el pago a las amas de cría de la
provincia alcarreña que acogían a expósitos recién nacidos de la de Madrid.
Este poder político y esta influencia
social estaban respaldados por una vasta hacienda; en 1715 se calculaba a
Javier López de Dicastillo una fortuna próxima a los 120.000 reales de vellón,
a los que había que añadir diversos patronatos y la dote de su esposa; sólo las
rentas de sus mayorazgos le proporcionaban más de 40.000 reales anuales,
después de descontar las cargas.
Atendiendo a estas raíces, al fallecer
su padre en 1822 se trasladó a vivir a Guadalajara con toda la familia. Allí
falleció su madre, Bernarda López de Dicastillo, en el año 1841 y nueve años
después, su hermana María Micaela se trasladó al colegio que había abierto en
Madrid y que fue el germen de su congregación de las Madres Adoratrices.
Durante estos años, los de la Década Moderada (1844-1854), Diego Desmaissieres
mantuvo su residencia habitual en la capital alcarreña, cuando no estaba en
destinos diplomáticos, habitando en su palacio, que tenía adjunto el Oratorio
de San Sebastián, donde oficiaba como capellán el padre Anacleto Núñez,
exclaustrado en 1836 del convento de los carmelitas descalzos de la capital. Su
presencia en la capital alcarreña facilitó que en 1844 fuese elegido diputado a
Cortes por la circunscripción de Guadalajara.
Desde 1855, tras la muerte de Diego
Desmaissieres, el palacio siguió acogiendo a su viuda y a su hija, María Diega,
que en 1882 heredó, después de perder a su madre, todos los títulos y
propiedades cuya valoración superaba los cien millones de pesetas en plata. El
palacio de Guadalajara fue hermosa y generosamente reconstruido a su costa,
siguiendo los planos del arquitecto Ricardo Velázquez Bosco, pero no volvió a
ser habitado por la familia. En estos años finales del siglo XIX, María Diega
Desmaissieres construyó en Guadalajara un hermoso panteón de estilo
neobizantino donde reposan los restos mortales de sus antepasados y los de ella
misma, atendiendo una disposición testamentaria de su padre.
Diego Desmaissieres López de Dicastillo
no siguió la carrera militar, en la que habían destacado su padre y su suegro,
y optó por la diplomática. Su primer destino, el 16 de junio de 1825, fue la
Corte de los zares de Rusia, pero su mala salud hizo conveniente su traslado.
Pasó a la legación española en Roma, donde permaneció desde febrero de 1827
hasta el 25 de julio de 1828. El 29 de junio de 1834 fue nombrado secretario
encargado de la legación de S.M. en Nápoles, pero a causa del motín de La
Granja, el 31 de agosto de 1836 fue relevado de su cargo y se trasladó a París,
donde se le exigió que jurase la Constitución de 1812 que acaba de entrar de
nuevo en vigor. Ante las turbulencias políticas en España y por su descontento
particular con el nuevo gobierno progresista, solicitó permiso para residir en
París durante un tiempo.
Con la vuelta de los moderados al poder,
Diego Desmaissieres prosiguió su carrera diplomática y fue enviado a la
embajada española en París aunque, una vez más, los cambios políticos de su
tiempo forzaron su traslado cuando en febrero de 1848 la revolución puso punto
final al reinado de Luis Felipe de Orleans en Francia y se proclamó la II
República. Fue destinado a Bélgica y en 1850 le encontramos como enviado
extraordinario y ministro plenipotenciario ante el rey de Cerdeña, donde fue
recompensado con el Gran Cordón de la Orden de San Mauricio y San Lázaro, y en
Toscana. Con ese motivo tuvo que cesar como vocal de la Junta Provincial de
Beneficencia de Madrid, que consignó en sus actas su sentimiento por la pérdida
de su concurso.
Se alineó sin ninguna duda con el
partido moderado, aunque su posición política venía marcada más por la
fidelidad a la reina, y en general a la monarquía, que por su firme identidad
con el ideario liberal. Tanto él como su suegro pertenecían a la camarilla de
la reina María Cristina de Borbón, y se integraban en ese sector del partido
moderado que colocaba a la monarquía por encima de la constitución y que
consideraba que la autoridad de la reina era anterior y superior a una
soberanía nacional que no reconocían. Y si bien Juan Sevillano Fraile acabó
asociándose con los moderados puritanos y apoyando el pronunciamiento del
general Leopoldo O’Donnell en 1854, Diego Desmaissieres siempre permaneció leal
al moderantismo más reaccionario.
Su vinculación con la reina Isabel II
fue muy estrecha; no conviene olvidar que su hermana María Micaela sería
visitante asidua del Palacio Real, donde había sido introducida por el Padre
Antonio María Claret, confesor de la reina. Y, por otra parte, es interesante
reseñar que el general Ramón María Narváez, máximo líder del moderantismo
liberal y principal valedor de Isabel II en esos años, había sido comandante
del cuerpo de Guardias Valonas, al que habían pertenecido el padre y abuelo de
Miguel Desmaissieres, una familia originaria del Flandes español.
La falta de descendencia masculina, en
un tiempo en el que las mujeres quedaban recluidas en el ámbito doméstico,
impidió que los Desmaissieres pudiesen articular una élite liberal moderada en
Guadalajara, paralela a la que estaban construyendo los progresistas. La
desafección de Álvaro de Figueroa y Torres, conde de Romanones, que se integró
en el Partido Fusionista Liberal anuló las posibilidades de la otra familia
capaz de dirigir con éxito a la fracción más conservadora de la burguesía y
dejó el campo libre a la élite progresista alcarreña.
Los apuros económicos pasados por su
familia desde 1822, cuando falleció su padre, hasta el año 1826, cuando su
madre heredó el mayorazgo de los López de Dicastillo por la muerte de su
hermano, y las posibilidades de enriquecimiento que le ofrecía su suegro Juan
Sevillano Fraile, y en general la proximidad a la corona, le animaron a
invertir en empresas financieras e industriales a partir de 1836, formando una
sociedad con la compañía francesa Choviteau.
Entró así en la élite burguesa y adoptó
los usos y costumbres de su clase, que armonizaba perfectamente la tradición
aristocrática con la adaptación a la nueva realidad. Por ejemplo, repartió una
elevada cantidad de dinero en limosnas con motivo de su enlace matrimonial y,
desde entonces, el ejercicio de la caridad fue una seña de identidad de su
familia, como demostró su esposa presidió la Junta de la Casa de Expósitos de
Madrid que se encargaba del pago de la remuneración que percibían las amas de
cría que acogían a los expósitos lactantes. Al mismo tiempo, fue miembro
destacado del Casino de Madrid, centro de recreo de la alta burguesía
madrileña.
Elección y actividad parlamentaria
Diego Desmaissieres fue elegido diputado
por Guadalajara en 1844, en un proceso electoral que vio anulados los votos
emitidos en el Señorío de Molina por diversas irregularidades, una decisión que
ya se había producido en anteriores comicios sin que en esta ocasión, como en
las anteriores, se pudiese culpar a la insurrección carlista de las
dificultades para ejercer el sufragio en esa comarca.
Las nuevas Cortes Constituyentes
abrieron sus puertas el 10 de octubre y Diego Desmaissieres juró su cargo y
tomó posesión de su escaño el día 17 de ese mismo mes, que ocupó hasta el 31 de
octubre de 1846. Su actividad parlamentaria en el Congreso de los Diputados fue
muy escasa. Ingresó en las siguientes secciones: tercera, de la que fue
vicepresidente; cuarta, de la que fue secretario; sexta y séptima, de la que
fue presidente. Se integró en la Comisión de etiqueta, que recibía y acompañaba
a la reina en la solemne apertura de las Cortes, y en la de operaciones en la
Bolsa, un asunto en el que tenía fuertes intereses particulares como inversor.
Sólo cabe reseñar un discurso suyo sobre los plazos de entrada en vigor de la
nueva Constitución moderada y de las leyes orgánicas derivadas.
En 1847 la reina Isabel II le nombró
senador vitalicio, y permaneció en el Senado hasta que en 1854 se disolvió la
Cámara Alta al preferir las nuevas autoridades progresistas unas Cortes
unicamerales, para lo que modificaron la Constitución vigente; cuando el Senado
volvió a abrir sus puertas, al finalizar el Bienio Progresista, en el año 1857,
Diego Desmaissieres ya había fallecido.
Mientras fue senador, nombramiento que
le llegó precisamente cuando se encontraba en misión diplomática en Venecia,
simultaneó sus actividades como representante de España en diversos países de
Europa con su actividad parlamentaria, por lo que su presencia y participación
en la Cámara Alta fue muy limitada. En alguna sesión se informa públicamente de
su ausencia temporal de la Corte por este motivo.
Ocupó el puesto de Secretario de la Mesa
del Senado en la legislatura de 1849-1850, en la de 1848 formó parte de la
Sección Primera, en la de 1851 se integró en la Comisión que visitó a la
infanta María Luisa Fernanda de Borbón con motivo de dar a luz y en la de 1853
se inscribe en la de Administración Económica. Sólo se registran dos intervenciones
parlamentarias suyas y en asuntos de poca importancia.
JUAN PABLO CALERO DELSO
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