HORS BRESMES, Enriqueta
[Madrid,
1907 / ]
Enriqueta
Hors Bresmes nació en Madrid en el año 1907. Era hija de Alfredo Hors Pérez y Petra Bresmes.
En 1928 completaba sus estudios de
Licenciatura en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, mereciendo uno de
los dos Premios Extraordinarios concedidos en la Sección de Letras; al año
siguiente fue distinguida por su aplicación con un premio en metálico con cargo
a los Presupuestos del Estado. En esos mismos años, su hermana Pilar cursaba
sus estudios en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central en Madrid.
Durante
su etapa de estudiante universitaria ya había destacado por su inteligencia; el
7 de octubre celebraba la Dictadura primorriverista el Día del Libro Español, y
con ese motivo se realizaban innumerables actos de los que daba cumplida cuenta
la prensa de la época; en la conmemoración del año 1926 ella fue una de las
conferenciantes en la Asociación de Escritores y Artistas en Madrid. Pero
también se había señalado por su espíritu avanzado y rebelde; en 1929, siendo
alumna de doctorado, fue una de las firmantes, junto a su hermana Pilar, de un manifiesto rubricado por
las estudiantes de la Universidad madrileña que rechazaron la “galantería” que la
Dictadura había tenido con ellas, al permitirlas realizar sus exámenes de
septiembre, mientras que a sus compañeros masculinos se les retiraba ese
derecho en represalia por las algaradas estudiantiles de la Federación Universitaria y Escolar (FUE).
Una
vez obtenida la licenciatura, pasó a colaborar muy activamente en la Sección de
Filología del Centro de Estudios Históricos que dirigía Ramón Menéndez Pidal,
una de las instituciones científicas más notables de la época, dentro de la
órbita de la Junta para la Ampliación de Estudios. Allí continuó con sus
investigaciones, y colaboró con algunos de los proyectos más ambiciosos del
Centro, como la preparación desde 1929 del Romancero
español o hispánico gracias a una
ayuda del hispanista estadounidense Archer Milton Huntington, fundador
de la Hispanic Society de Nueva York, que no se pudo publicar hasta 1965, bajo
la dirección de Rafael Lapesa, con el título de Crestomatía del español medieval.
Publicaba
ella por entonces sus primeros trabajos, como un prólogo a La Galatea, de Miguel de Cervantes para la edición de la Compañía
General de Artes Gráficas dentro de su colección “Las cien mejores obras de la
literatura española”, o La prudencia en
la mujer, de Tirso de Molina. De entonces son sus primeras colaboraciones
en la prensa; por ejemplo, en el número del mes de febrero de 1930 de Filosofía y Letras, que se reclamaba “Revista de los Estudiantes de la Facultad
de Filosofía y Letras de Madrid”.
Además,
se integró plenamente en la vida académica de la Universidad española. Desde
1928 figuró como profesora ayudante de los cursos de verano para alumnos
extranjeros organizados por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad
Central en la Residencia de Estudiantes, bajo la dirección de intelectuales tan
prestigiosos como Pedro Salinas; ese primer año fue la elegida para intervenir
públicamente en la clausura del curso.
En 1930 asistió a los cursos de verano de español para extranjeros que se ofrecían en la ciudad de Santander, ejerciendo como profesora de prácticas para los alumnos que llegaban desde el resto de Europa. Ya durante la República, los cursos se
trasladaron a la Universidad Internacional de Santander, y en el verano de 1933
fue una de las encargadas de las clases prácticas en el curso de español para
extranjeros en el que impartieron las clases teóricas literatos y profesores
tan destacados como Dámaso Alonso, Jorge Guillén, Gerardo Diego o Tomás Navarro
Tomás, y que contó también con una serie de representaciones del grupo teatral
La Barraca, que dirigía Federico García Lorca.
También
se preocupó por su futuro profesional, y desde el 30 de octubre de 1930 hasta
el 30 de septiembre de 1932 fue aspirante al magisterio secundario en el
Instituto Escuela de Madrid. En 1935 aprobó las oposiciones a Cátedras de
Lengua y Literatura, siendo destinada al Instituto Ramón Muntaner de Figueras,
en la provincia gerundense, donde continuó dando clase hasta el final de la
Guerra Civil.
Perdida
Cataluña por el Ejército Popular de la República en las primeras semanas de
1939, Enriqueta Hors debió de sufrir el preceptivo expediente de depuración
decretado por las autoridades educativas franquistas. Sorprendentemente, y a
pesar de sumar tantas circunstancias adversas, según resolución del 1 de febrero de 1940 fue confirmada en todos sus
derechos y autorizada a permanecer en el escalafón profesional, seguramente por
gozar de la protección y el aval de Ramón Menéndez Pidal.
Se
trasladó al Instituto de Guadalajara, que poco a poco normalizaba su actividad
académica, bajo la dirección de su catedrático de Lengua Francesa, Adolfo
Gómez-Cordobés Hernández, que sustituía al encarcelado Julio Juan y Blanquer. Al comenzar el curso de
1942-1943, y pasar el profesor Gómez-Cordobés a dirigir la Escuela Normal de
Magisterio alcarreña, dejó vacante la dirección del Instituto, que recayó en
Enriqueta Hors Bresmes. Aunque existía el precedente de Dolores de Palacio, directora del Instituto de Peñaranda de Bracamonte en 1933 y del de Ávila entre 1940 y 1945, Enriqueta Hors fue una de las primeras mujeres en ponerse al frente de un Instituto de Segunda Enseñanza masculino,
Desde luego, se
convirtió así en la primera mujer que se hizo cargo de la Dirección del
Instituto de Bachillerato de Guadalajara y, además, lo hizo en
circunstancias especialmente difíciles, meses después de que terminase la
Guerra Civil. A primera vista sorprende que en esa España tan totalitaria como
tradicionalista una mujer vinculada a la Institución Libre de Enseñanza, y que
venía directamente de un centro educativo de Cataluña donde impartió clase hasta 1939, ocupase ese cargo; pero, según
testimonios de alumnos del Instituto arriacense de aquellos años, su capacidad
y su personalidad destacaban tan sobremanera sobre el gris y depurado claustro
profesoral de aquella Guadalajara, que ni siquiera a las autoridades franquistas
se les ocurrió designar a otro catedrático para ese puesto.
Durante
su etapa al frente del Instituto, sobre todo en sus primeros años, desplegó una
actividad impresionante. En las celebraciones del Día del Libro, en las
sesiones públicas de apertura y clausura de los cursos y en cualquier acto de
carácter literario, casi siempre era la encargada de pronunciar la conferencia
de rigor; teniendo que reseñar que siempre se limitaba en sus charlas, por más
oficiales que fuesen, a tratar aspectos culturales y que nunca hizo apología
del régimen franquista ni se identificó públicamente con él. Sabemos que en sus clases de Literatura española incluía, al margen de los libros de texto y del programa oficial, explicaciones y referencias a Antonio Machado o Federico García Lorca que estaban fuera del currículo académico del primer franquismo.
A
ella debe el hoy Liceo Caracense la restauración y recuperación de parte de su
tesoro artístico y de su patrimonio educativo. Y fue iniciativa suya, después
de descubrir y recuperar sus restos, dar al Instituto el nombre de Brianda de
Mendoza, la fundadora del convento para jóvenes que ocupó el palacio que acogía
al Instituto de Bachillerato de la ciudad. Renunció al cargo en el año 1950, después de haber abierto camino a otras muchas mujeres.
Durante
veinte años formó parte tanto de la vida cultural de la provincia, por ejemplo,
perteneció al Patronato del Centro Provincial
Coordinador de Bibliotecas de Guadalajara, como de las actividades propias del
Cuerpo de Catedráticos de Institutos, integrando los tribunales de oposición
para la selección del profesorado de Institutos de Enseñanza Media en los años
1959 y 1960, entre otros. También fue vocal de la Junta Provincial del Censo Electoral en 1945 y formó parte del jurado del certamen literario convocado por el Ayuntamiento de Guadalajara en 1947.
En
1960 viajó a Montevideo en comisión de servicios para cuidar a su hermana enferma, pero, llegado el tiempo de
volver a su puesto en España, solicitó que se le ampliase la comisión y, como
fuese rechazada su petición, pidió la excedencia del servicio activo como
catedrática del Instituto de Guadalajara, con la pretensión de "ampliar sus estudios". Conviene reseñar que su padre había nacido en Montevideo, aunque vino a España siendo niño, pues aquí completó sus estudios de Bachillerato en el Instituto San Isidro de Madrid y se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad Central madrileña.
Regresó a España para el curso
1965-1966, obteniendo plaza en el Instituto de Manresa, sin que hayamos podido
saber cuáles fueron los motivos de su estancia en América ni que actividades
desarrolló en ese período.
JUAN
PABLO CALERO DELSO
Su estancia en América, se debió a razones familiares, ya que su hermana residía allí.
ResponderEliminarLo se porque era familia mía
Hola; muchas gracias por el comentario. Consulté en el AGA su expediente administrativo y encontré su petición de excedencia donde aludía al deseo de visitar a su hermana como motivo de la excedencia docente, pero no había más información. Si es familia suya, cualquier nuevo dato sobre Enrique Hors que pueda proporcionarme será bien recibido.
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