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jueves, 30 de mayo de 2024

JULIA MORROS SARDÁ

MORROS SARDÁ, Julia

[León, 27 de agosto de 1902 / Madrid, 1983]

Julia Morros Sardá nació en la ciudad de León el día 27 de agosto de 1902, hija de Julia Sardá Pedragosa y de Juan Morros García y falleció en Madrid en 1983. Vino al mundo en el seno de una familia de la burguesía profesional: su padre era médico y veterinario y entre 1908 y 1936 fue catedrático en la Escuela de Veterinaria de León, de la que llegó a ser director; sus hermanos José y Julio fueron médicos de prestigio y su hermano Juan fue abogado del Estado. El 29 de junio de 1932 contrajo matrimonio civil en el juzgado del distrito madrileño de Congreso con el pedagogo, periodista y autor dramático Salvador Ferrer Culubret, junto al que permaneció toda su vida y con el que no tuvo hijos. Por una poesía suya publicada en El Día del 16 de febrero de 1928, sabemos que, por su matrimonio, era prima de la deportista y periodista feminista Ana María Martínez Sagi.

Cursó estudios primarios en el Colegio Leonés, popularmente conocido como Colegio Belinchón por ser fruto de la iniciativa de la pareja de alcarreños Ramón Belinchón Llerena y María García-Abad Fuerte, y desde 1916 los de segunda enseñanza en el mismo centro, donde obtuvo excelentes calificaciones y tituló con Premio Extraordinario. Al finalizar el Bachillerato, se matriculó en la Escuela Normal de Maestras de León, obteniendo el título de magisterio en 1921.

Se trasladó entonces a Madrid, residiendo hasta 1930 en la famosa Residencia de Señoritas, para estudiar en la Escuela Superior de Magisterio, donde conoció al que luego sería su marido, y donde se graduó con el número 1 de la promoción de 1925-1926 en la Sección de Ciencias. Se matriculó entonces en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central, donde obtuvo primero la licenciatura con premio extraordinario en la sección de Naturales y, posteriormente, el grado de doctorado con una tesis titulada “Contribución al Estudio de la Antropología Española. El crecimiento en la edad escolar”, que le valió ser admitida poco después como socia de número en la Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria, que publicó su tesis doctoral.

 Completó su período de formación con un viaje de estudios por Francia, Bélgica y Suiza iniciado en 1932, después de su boda, junto con su marido Salvador Ferrer, gracias a sendas becas de la Junta para Ampliación de Estudios. En su peculiar luna de miel, que se prolongó durante diez meses, en París residió en el número 41 del Boulevard Saint Michel y asistió a clases en el Institut de Psychologie, el Instituto de Orientación Profesional y la École d’Anthropologie; en Ginebra fue alumna de Éduard Claparède y Jean Piaget y visitó diversos centros escolares en Bélgica.

 Su actividad docente

Profesionalmente, muy pronto se inclinó por la práctica docente. En el curso 1926-1927 fue profesora de la Sección de Primaria del Instituto Escuela y al curso siguiente, por una Real Orden del 28 de septiembre de 1927, fue nombrada Ayudante interina de las clases prácticas de la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio, con un sueldo anual de 1.250 pesetas, siendo renovada como propietaria de esa misma plaza en julio de 1930, aunque en diciembre de ese mismo año fue declarada excedente como consecuencia de la reforma del citado centro educativo.

Alejada de la Escuela Superior, emprendió nuevos proyectos y a partir del mes de marzo colaboró como profesora en un curso para la formación de médicos escolares organizado por la Escuela Nacional de Sanidad y el Ministerio de Instrucción Pública. En noviembre de 1931, y seguramente bajo la influencia de su padre, fue nombrada profesora para las Cátedras de Botánica, Geología y Zoología de la Escuela de Veterinaria de León.

En enero de 1932, y dentro del programa de reforma educativa de la República, el gobierno decidió suprimir definitivamente la Escuela Superior de Magisterio, declarando la excedencia forzosa de Julia Morros Sardá y del resto del profesorado, que conservaban el derecho a percibir dos tercios del sueldo que tenían asignado, que en su caso eran 1.500 pesetas al año, Finalmente, en junio de 1932 fue nombrada Inspectora de Enseñanza para la provincia de A Coruña, adscribiéndola al partido judicial de Órdenes y el Ayuntamiento de Negreira, mientras que su marido Salvador Ferrer era nombrado para igual puesto en la provincia de León, hasta que en enero de 1933, en virtud del derecho de consorte reconocido en el Magisterio español, Julia Morros fue destinada en la Inspección educativa de la provincia de León, encargada de la zona escolar de Murias de Paredes, mientras su marido lo era de la de Sahagún.

En el verano de 1933 formó parte del tribunal provincial en León que juzgaba a los aspirantes admitidos al cursillo de selección profesional para ingreso en el Magisterio nacional. Además, ese mismo verano, realizó el cursillo que capacitaba para dar clase en Enseñanza Secundaria en los colegios que sustituirían a los hasta entonces regentados por órdenes religiosas, aprobando con el número 7 de la Sección de Ciencias Naturales. Finalmente, el 1 de noviembre de 1933 fue nombrada encargada de curso en la asignatura de Historia Natural en el Instituto de Bachillerato de León.

 Al año siguiente ella junto con Salvador Ferrer, pusieron en marcha una colección de material escolar titulada “Documentos Pedagógicos” formada por unos cuadernillos de sesenta y cuatro páginas, al económico precio de dos pesetas, que anunciaban formar “una utilísima colección” que permitía “conocer los problemas de la educación en su estado más actual”. A ella se le deben también los libros Problemas de Física y Química, Ciencias de la Naturaleza y su didáctica, cuya primera edición es de 1954, e Iniciación a la Química, también publicado en 1954 por la Editorial Juvenal.

Después de la Guerra Civil

La rebelión militar que dio paso a la Guerra Civil truncó las carreras profesionales y las expectativas de toda la familia. En un primer momento, fueron separados del servicio y quedaron sin sueldo Julia Morros, tanto de su plaza como profesora interina de la Facultad de Veterinaria como del Instituto de segunda enseñanza, donde era encargada de curso, como de la Inspección de Enseñanza Primaria; su padre, Juan Morros García, de la cátedra en la Facultad de Veterinaria, y su marido, también en la Inspección educativa provincial. Suspensión de empleo y sueldo que se ratificó con posterioridad mediante una Orden de la Presidencia de la Junta Técnica del Estado. Además, Julia Morros fue sancionada por las autoridades franquistas y, como se negase a abonar la multa, fue encausada por el Juzgado de Primera Instancia de León para forzarla al pago. Por su parte, Salvador Ferrer fue detenido, encausado y condenado a cadena perpetua bajo la delirante acusación de auxilio a la rebelión.

Durante los años de la Segunda República tanto Julia Morros como su marido se habían señalado políticamente, no solo por su matrimonio civil, sino también por colaborar con el Ateneo Obrero de León, una institución sin vinculación partidista pero de clara orientación política, impartiendo clases en el curso 1934-1935: él de Cultura General, Literatura y Arte y ella de Ciencias, bajo el título de “Divulgaciones científicas”. Además, ella había estado afiliada a la Agrupación Femenina del Partido Republicano Radical-Socialista leonés y Salvador formaba parte de la Masonería.

Sin embargo, muy pronto se reincorporó al servicio activo, quizás con la ayuda de alguno de sus hermanos más proclives al régimen franquista, según una Orden Ministerial de 8 de marzo de 1942 que la destinaba forzosamente en la Escuela Nacional, así que, aunque otra Orden del 15 de abril de 1943 ya la situaba en el escalafón de Inspectores de Primera Enseñanza con un sueldo de 8.400 pesetas anuales, lo cierto es que estando inhabilitada temporalmente para el Servicio de Inspección, a partir del 14 de julio de 1942 estuvo destinada como maestra en varias Escuelas Nacionales: en la parroquia de San Pedro de Arante de la localidad lucense de Ribadeo, en Becerreá, en la escuela de Os Campos, en el pueblo coruñés de Arzúa y, desde el curso 1944-1945, en la de Aranda de Duero, donde el caciquismo local y la estricta vigilancia policial a la que estaba sometida la pareja le privaron de la escuela a la que tenía derecho, estando allí destinada pero sin actividad docente, por lo que al comenzar 1945 solicitó la excedencia voluntaria para atender su salud.

Con el paso del tiempo fue rehabilitada, mediante Orden Ministerial del 5 de diciembre de 1951, que, sin embargo, la sancionaba con un destierro de la provincia leonesa durante cinco años y la prohibición de ocupar cargos directivos o de confianza, y se reincorporó a la docencia del profesorado, primero en la Escuela Normal de Maestras de Ávila, desde el 22 de enero de 1953, y a partir del 1 de enero de 1957 en la de Guadalajara, ejerciendo como profesora numeraria de Ciencias Naturales. En la capital alcarreña completó su rehabilitación profesional, hasta el punto de ser nombrada directora de la Escuela Normal femenina en 1963. El 23 de septiembre de ese año, y con motivo de la inauguración del nuevo edificio de la Escuela, fue la encargada de recibir al ministro Manuel Lora Tamayo, uno de los principales responsables de la depuración del profesorado que ella y su familia más directa habían sufrido en 1936. Durante su estancia en Guadalajara publicó El Museo de Ciencias Naturales en la escuela primaria, editado en 1962.

En el verano de 1964, y según Resolución de la Dirección General de Enseñanza Primaria, fue nombrada profesora numeraria de Historia Natural, Fisiología e Higiene y Agricultura de la Escuela de Magisterio María Díaz Jiménez de Madrid, de la que fue nombrada directora el 30 de octubre de 1969 y donde se jubiló al cumplir los 70 años. Unos meses después de su retiro, el 5 de mayo de 1973, se le tributó un homenaje conjunto con su marido por ser “figuras señeras de la extinguida Escuela Superior de Magisterio”, institución a la que Salvador Ferrer dedicó uno de sus libros.

JUAN PABLO CALERO DELSO

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