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jueves, 7 de septiembre de 2023

ANTERO BAÑOS MONTERO

BAÑOS MONTERO, Antero

[Guadalajara, 1850 / Guadalajara, 15 de octubre de 1925]

 Antero Baños Montero nació en la ciudad de Guadalajara en el año 1850 y falleció en la capital alcarreña el día 15 de octubre de 1925. Contrajo matrimonio con Emilia García Ruiz, también nacida en Guadalajara en 1850, que era hija de Vicente García Ludeña y de Luisa Ruiz Olmeda, y que falleció en la misma ciudad el 15 de mayo de 1929. Tuvieron un hijo, Antonio Baños García, que nació en la capital alcarreña el 17 de enero de 1874.

Vino al mundo Antero en el seno de una familia que residía en la ciudad arriacense, por lo menos, desde el siglo XVIII y que estaba dedicada a oficios manuales; en el padrón de 1813 ya encontramos al matrimonio formado por Fernando Baños y Jesusa Hita y sabemos que, el 24 de noviembre de 1824, el zapatero Mariano Baños Veguillas, con taller en el número 14 de la calle de Bardales, se presentó a un “concurso habierto [sic] por el ayuntamiento para la adquisición de calzado para los guardias y serenos del mismo”.

Por su parte, Antero era hijo de Felipe Baños Nicolás, que nació en Guadalajara en 1819, hijo de Gabriel Baños y de Juliana Nicolás, y que falleció en la misma ciudad el 20 de febrero de 1888, y de Petra Montero Lozano que también nació en Guadalajara, hija de Manuel Montero y de Gregoria Lozano, y que murió en Guadalajara el 29 de marzo de 1885 a los 66 años de edad. Ofrece una buena prueba del nivel social de la familia que Petra Montero, con tan solo doce años de edad, estuviese empleada como criada en casa del barbero Tomás Sánchez Fluiters.

Antero se crió en el seno de una familia muy numerosa que, durante su infancia, vivió en el número 4 de la plaza de la Fábrica, que se abría frente al Palacio del Infantado; su hermana Pilar murió con sólo cuatro años el 27 de enero de 1864, su hermano Ruperto lo hizo el 17 de octubre de 1917 a los 71 años de edad, habiendo estado casado con Tiburcia España; su hermana Aurea, que era viuda de Dionisio Medina Elegido, falleció el 2 de abril de 1925 a los 72 años de edad, en su domicilio del número 7 de la calle de Bardales y su hermano Pedro, casado con Antonia de la Torre Ranz, falleció el día 19 de febrero de 1931 con 74 años.

Como ya hemos señalado, Antero Baños y Emilia García solo tuvieron un hijo, Antonio, que completó en 1893 los cursos de Bachillerato en el Instituto provincial de segunda enseñanza y se matriculó en la Facultad de Medicina de la Universidad Central madrileña. Una vez terminados con éxito sus estudios, ejerció la profesión como médico titular en distintos pueblos de la provincia: Loranca de Tajuña, donde fue presidente de la Junta Local de Reformas Sociales y de la Junta Municipal del Censo electoral, en la agrupación de pueblos de Aranzueque, Yebes y Valdarachas, también en Valdeavero y, por último, en Alovera.

Su vida laboral

Antero Baños Montero destacó en los estudios, que cursó en la Escuela Práctica de la Normal de Maestros de Guadalajara con el maestro Lorenzo García, mereciendo algunos premios de final de curso en Geometría y Religión. Sin embargo, como entonces era habitual entre los hijos de la clase obrera, no ingresó en el Instituto provincial de segunda enseñanza, pues heredó de su padre y de toda su familia la profesión de zapatero, oficio en el que trabajó desde que era muy joven.

Pero, aunque siguió viviendo en la ciudad arriacense y durante el ejercicio de 1896-1897 llegó a formar parte de su Junta municipal, no permaneció mucho tiempo en el negocio familiar porque su espíritu inquieto le llevó a ejercer otros trabajos. Ya en 1883, en la lista de alumnos matriculados en las Escuelas Municipales, a la que acudía su hijo Antonio, aparecía con la profesión de empleado y, más adelante, se dedicó a la hostelería, regentando el bar de la sociedad recreativa La Peña, que tenía su sede en la céntrica Plaza de Moreno, y en 1897 instaló un “lujoso café” en la casa contigua al Colegio de Huérfanas del Ejército de Guadalajara, establecido en el Palacio del Infantado. Pero en mayo de 1900 no renovó la contrata con La Peña, haciéndose cargo del establecimiento José Fernández aunque muy brevemente, pues el 29 de julio de ese año la sociedad cerró definitivamente sus puertas. Al perder esta concesión hostelera, Antero Baños se trasladó a vivir a Madrid.

Los primeros años del nuevo siglo no fueron fáciles para él y su familia como consecuencia de su precaria situación económica. En 1905 fue amenazado de embargo por impago de la contribución urbana en Guadalajara, y las notificaciones por impagos al Estado continuaron en 1910 y 1911. Seguramente acuciado por las deudas, en 1906 se trasladó a vivir a Loranca de Tajuña, donde su hijo era médico titular de la localidad. Sabemos que retornó a Guadalajara, pues en 1916 solicitó al Ayuntamiento de la ciudad permiso para una acometida de agua para su domicilio, y aquí falleció en 1925.

El negocio de zapatería familiar continuó en manos de Mariano Baños Veguillas, que regentó una conocida zapatería en mismo el número 14 de la calle de Bardales, en la que parte de la familia Baños vivió y tuvo su taller durante más de un siglo.

Su actividad sindical

El semanario internacionalista La Federación, en su número del 8 de octubre de 1871, anunciaba que se encontraba próxima a constituirse una Federación Local de la Asociación Internacional de Trabajadores en Guadalajara. Como en el caso de Brihuega, el proceso de formación no fue fácil y el 17 de diciembre de 1871 el Consejo Federal internacionalista español aceptaba la afiliación individual de Bernardino Martín, pintor de oficio y con domicilio en Guadalajara, y de Antonio Arbeig, obrero chocolatero residente en Brihuega, a las que hay que sumar la adhesión de Antero Baños Montero, que se recogía en el acta del Consejo Federal del 31 de enero de 1872, mostrando la impaciencia de los tres promotores de la organización obrera en la provincia por sumarse a la Internacional de los trabajadores.

También, como en el caso de Brihuega, el núcleo internacionalista arriacense optó por formar previamente una sociedad obrera de carácter mutual y solidario, antes de formalizar la Federación Local de la Internacional de trabajadores. En el otoño de 1871 se fundó la Asociación Cooperativa de Obreros de Guadalajara, una iniciativa que servía al semanario La Federación, en su número del 24 de diciembre de 1871, para dar cuenta en sus páginas del dinamismo extraordinario de la incipiente Federación Local de la capital alcarreña, asunto sobre el que insistía en su número del 14 de enero de 1872, aunque sin ofrecer datos más concretos. Finalmente, los desvelos de Antero Baños y Bernardino Martín dieron fruto y en su reunión del 10 de febrero de 1872 el Consejo Federal aceptó la constitución definitiva de la Federación Local internacionalista de Guadalajara.

Sin embargo, su vida activa fue muy breve; pues todo parece indicar que durante el verano de 1873, con motivo de la caída del proyecto federal de Pi y Margall y el fracaso de la revuelta cantonal, el republicanismo popular y la Internacional obrera entraron en crisis en tierras alcarreñas. Para entonces la sección de Guadalajara de la FRE había ido cesando poco a poco en sus actividades y espaciando su contacto con el Consejo Federal, aunque mantuvo alguna actividad porque sabemos que Antero Baños envió un donativo para apoyar a unos trabajadores en huelga, según recogía La Emancipación el 18 de enero de 1873.

A principios de ese verano, aún se mantenía viva la identidad entre la República y los trabajadores arriacenses, como lo demuestra la implicación de los Voluntarios de la República (y de sus más destacados militantes obreros: Tomás Gómez, Antero Baños, Ignacio Aragonés, Manuel de la Rica o Mariano Cordavias) en la represión de la huelga de jornaleros convocada en Quer el 2 de julio de 1873. No deja de resultar paradójico que el primer movimiento huelguístico de la Guadalajara contemporánea fuese campesino y que fuese reprimido por las cabezas visibles del movimiento obrero, sin que puede alegarse en su descargo que el citado movimiento huelguístico tuviese un carácter carlista, como se dijo, pues ni contaba Carlos VII con nutridas simpatías en la comarca de La Campiña ni la instrucción del sumario cayó bajo la jurisdicción del juez especial encargado de la rebelión carlista.

En cualquier caso, al comenzar el mes de agosto de 1873, Antero Baños Montero abandonó la milicia de los Voluntarios de la República, síntoma evidente del divorcio entre la República y los sectores más avanzados del movimiento obrero alcarreño. Y pocos meses después le siguieron el resto de trabajadores de Guadalajara y los militantes más sinceramente federalistas. Desde entonces solo quedó en pie la citada Asociación Cooperativa de Obreros de Guadalajara, presidida por Tomás Gómez y sostenida por los mismos trabajadores que desde las filas del republicanismo federal se habían organizado en la sección local de la Internacional obrera.

La ilegalización de la Federación Regional Española de la Internacional obrera tras el golpe de Estado del general Manuel Pavía en enero de 1874 dificultó extraordinariamente el normal desarrollo de la vida societaria del proletariado militante, condenando a la clandestinidad al Partido Republicano Federal y forzando la práctica disolución de la Federación Local obrera de Guadalajara, impedimentos que continuaron durante los primeros años de la Restauración monárquica bajo los gobiernos conservadores.

Sin embargo, a partir de 1881, con la llegada al gobierno de los liberales de Práxedes Mateo Sagasta, se autorizaron de nuevo tanto los partidos antimonárquicos como las sociedades obreras, renovándose los intentos de organizar a los trabajadores de Guadalajara en la nueva Federación de Trabajadores de la Región Española, heredera de la antigua FRE, de orientación libertaria y ya desvinculada del republicanismo federal, pues “sin negar la eficacia de la libertad, progenitora de nuestra escuela; sin renunciar o prestar nuestro apoyo independiente, y sin compromiso alguno, a los partidos democráticos en general y al federal pactista, nuestro afín en los medios orgánicos, en particular, no olvidaremos por un instante que unos y otros se hallan muy lejos de nosotros, y que sería caótico y anti-humanitario renunciar al completo triunfo de la causa del Proletariado, que ninguno de aquellos persigue”, según un artículo remitido desde Guadalajara a la Revista Social.

Una vez más, de entre el grupo de militantes anarquistas arriacenses que habían mantenido en pie la Asociación Cooperativa de Obreros durante esos años, sobresalió el liderazgo de Antero Baños Montero. Durante el otoño de 1881 se dieron los primeros pasos para reconstruir una Federación Local de la FTRE, a partir del nacimiento de una Sociedad de Zapateros, seguramente alentada por él, a quien también se pueden atribuir con poco margen de error algunos artículos publicados en la anarquista Revista Social, en sus números del 27 de octubre y 22 de diciembre de 1881. Al mismo tiempo, se establecían contactos con los obreros de Sigüenza y se informaba de los avances del movimiento obrero alcarreño desde las páginas de la citada Revista Social.

Pero, frustrado el proyecto de organizar una Federación Local de la FTRE en la ciudad de Guadalajara y disuelta, por los enfrentamientos internos, la Asociación Cooperativa de Obreros, Antero Baños Montero abandonó toda actividad sindical e incluso, como hemos señalado, dejó de ser un trabajador manual para intentar convertirse, sin mucho éxito, en un empresario.

JUAN PABLO CALERO DELSO

 

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