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domingo, 20 de enero de 2019

VÍCTOR SÁINZ DE ROBLES

SÁINZ DE ROBLES PÉREZ, Víctor
[Arnedo, 12 de abril de 1831 / Viana, 1914]

Víctor Tiburcio Valeriano Sainz de Robles y Pérez nació el 12 de abril de 1831 en la localidad riojana de Arnedo, y fue bautizado en su parroquia de Santo Tomás Apóstol. Era hijo de Joaquín Sainz de Robles y de Juana Pérez.
En su localidad natal completó sus estudios de enseñanza primaria y al concluirlos cursó durante tres años Latín y Humanidades en la Preceptoría de Arnedo, mereciendo el título de Preceptor de Humanidades. Pasó a cursar estudios de Bachillerato en los Institutos de segunda enseñanza de Soria y Logroño, ingresando en los seminarios de Logroño y Burgos, donde realizó cuatro años de Teología y uno de Derecho Canónico, pero sin llegar a recibir las órdenes sacerdotales.
Al abandonar el seminario se matriculó en la Universidad de Valladolid para cursar la carrera de Jurisprudencia, obteniendo el título de Bachiller en Leyes en la Universidad Central de Madrid. Inició los estudios para el grado de Doctor en 1858, pero los abandonó antes de poder ganar el doctorado para dedicarse a ejercer la docencia en la Universidad compostelana.

Su práctica docente
El 31 de diciembre de 1858 fue encargado de impartir la asignatura de Historia Universal en la Universidad de Santiago de Compostela y dos años después, desde el 21 de agosto de 1860, fue profesor de Estudios críticos de los prosistas griegos y latinos en la Universidad de Oviedo, puesto al que renunció en 1863 por haber aprobado unas oposiciones a catedrático de Instituto.
El 31 de enero de 1863 se incorporó como catedrático por oposición de Latín y Griego en el Instituto de segunda enseñanza de Soria, pasando desde el 1 de diciembre de 1864 a ocupar la Cátedra de Retórica en el mismo centro educativo de esa capital castellana. El 27 de abril de 1865 fue enviado en comisión de servicios al Instituto de Guadalajara para responsabilizarse de la dirección del centro, vacante por el traslado a Bilbao de José Julio de la Fuente, y asumir la Cátedra de Latín y Griego; pero, como ya le había sucedido en Soria, pasó a ocupar la Cátedra de Retórica desde el mes de julio de 1865. El 15 de octubre de 1866, y con motivo de una reforma educativa, fue nombrado catedrático de Perfeccionamiento de Latín y principios generales de Literatura.
Durante esos años, y por su cargo de director del Instituto de segunda enseñanza, fue vocal en las Juntas Provinciales de Instrucción Pública, de Estadística y de Agricultura, Comercio e Industria, además de formar parte de la Comisión Provincial de Monumentos y en el mes de marzo de 1867 fue nombrado individuo correspondiente en Guadalajara de la Real Academia de la Historia, un nombramiento que se debía más a su orientación ideológica y a las influencias políticas que a sus méritos para ser académico, pues no se le conocía ninguna publicación ni ningún trabajo que le hiciese acreedor de tan notable distinción; aunque sí hemos encontrado algún artículo de asunto profesional, por ejemplo solicitando subidas salariales o criticando el adoctrinamiento religioso en perjuicio de la Filosofía, en La Enseñanza.
La Revolución Gloriosa de septiembre de 1868, que puso fin al gobierno moderado y a la monarquía isabelina, trastornó profundamente su carrera docente. La Junta Revolucionaria de Guadalajara forzó su cese el 5 de octubre por su hostilidad al nuevo régimen y fue sustituido en la dirección del Instituto por el profesor Simón García y García. Además, se derogó la última reforma educativa isabelina y volvió a ocupar su Cátedra de Retórica, plaza que le fue ratificada por el regente, el general Francisco Serrano, el 19 de julio de 1870.
De ideas profundamente conservadores, a lo largo de todo el Sexenio se mostró firme partidario del pretendiente Carlos VII y durante el Sexenio ocupó la vicesecretaría del Comité Local y una vocalía en la Junta Provincial de Guadalajara del partido carlista, junto a Manuel Pérez Villamil, Manuel María Vallés, Cirilo de la Fuente y algún otro, sufriendo por ello la confiscación de sus bienes con motivo de la Tercera Guerra Carlista.

Su traslado a Pamplona
Incómodo con el ambiente de una ciudad tan progresista como Guadalajara, en la primavera de 1871 pidió el traslado a la Cátedra de Historia del Instituto de Zaragoza, pero no ganó esa plaza, así que el 25 de septiembre de 1871 solicitó y se le autorizó la permuta de su puesto con Miguel Avellana y marchó a Pamplona para integrarse en el claustro de su Instituto, del que fue nombrado secretario, escribiendo las correspondientes memorias de cada curso desde 1879 hasta 1891, y director desde el 8 de junio de 1899. Aunque en 1890 solicitó una permuta con el catedrático José Ríus y Foraster, el profesor Víctor Sainz de Robles permaneció en ese centro de segunda enseñanza hasta su jubilación, que se aprobó por la Regente María Cristina de Habsburgo-Lorena el día 18 de marzo de 1901, teniendo como alumno a Pío Baroja.
Se integró plenamente en el ambiente cultural de la sociedad pamplonesa, que a su llegada se hallaba en vísperas de la insurrección que dio paso a la Tercera Guerra Carlista, y a finales de la década de 1880 fue elegido concejal en la capital navarra. Desde su llegada al Instituto de Pamplona pasó a ser académico correspondiente en Navarra de la Real Academia de la Historia; fue el que más tiempo permaneció en esa categoría de todos los correspondientes en el antiguo reino, pero se echa de menos que durante tantos años no publicase ninguna obra o trabajo de interés y nivel académico. Como en Guadalajara, formó parte de la Comisión de Monumentos de Navarra, llegando a ocupar algún cargo directivo, y de la Junta Provincial de Instrucción Pública. También fue elegido, al menos en los años 1883 y 1885, para actuar como jurado en el Certamen Científico, Literario y Artístico convocado por el Ayuntamiento.
A partir de 1900 tramitó distintos escritos solicitando su jubilación, a pesar de no haber cumplido los preceptivos setenta años de edad, alegando incapacidad física y presentando algunos certificados médicos en los que se relataban sus dolencias. Aunque el expediente fue muy recomendado por varios políticos de su tiempo, como el marqués de Vadillo que ocupaba entonces la cartera de Gracia y Justicia, no se le concedió la dispensa y no se jubiló hasta cumplir la edad reglamentaria. Después, continuó residiendo en Navarra, con domicilio en la localidad de Viana, tan cercana a su Rioja natal, donde falleció en 1914.
JUAN PABLO CALERO DELSO

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