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domingo, 6 de enero de 2019

JUAN SÁNCHEZ LOZANO

SÁNCHEZ LOZANO, Juan
[Tocina, 16 de mayo de 1856 / Sevilla, 16 de febrero de 1908]

Juan Sánchez Lozano era natural del pueblo sevillano de Tocina, situado a orillas del río Guadalquivir, donde nació el 16 de mayo de 1856. No tenemos muchos datos de su vida familiar; sabemos que contrajo matrimonio con Rafaela Segura, que su madre falleció en enero de 1903 y que él lo hizo en la ciudad de Sevilla el día 16 de febrero de 1908.
Cursó estudios de Leyes en la Facultad de Derecho de la Universidad Literaria de Sevilla, obteniendo el título el 22 de junio de 1878 con el Premio de Licenciatura. A los veintidós años abrió en la capital hispalense su propio despacho de abogado y, en cuanto cumplió la edad reglamentaria, fue nombrado Juez Municipal de Sevilla y ocupó, interinamente, este cargo en el distrito sevillano de El Salvador desde el 27 de julio de 1881.

Su actividad política
Como ocurría con tanta frecuencia en aquellos años, el ejercicio profesional del Derecho le despejó el camino hacia la gestión política, afiliándose al Partido Fusionista Liberal. El 14 de agosto de 1883 fue nombrado Secretario de la alcaldía de la capital andaluza y el 24 de marzo de 1886 resultó elegido diputado provincial por el distrito de San Vicente y La Magdalena de la capital sevillana; siendo reelegido diputado provincial, ahora por la circunscripción de Morón-Osuna, el 7 de diciembre de 1890 y el 9 de septiembre de 1894. Desempeñó la vicepresidencia de la Comisión provincial desde el día 2 de noviembre de 1897, y la de la Diputación a partir del 5 de noviembre de 1888, siendo elegido presidente de la Diputación, por primera vez, el 14 de abril de 1893 con dieciocho votos y en una segunda ocasión el 5 de noviembre de 1894 con veintidos votos, cesando en dicho cargo por renuncia el 24 de marzo de 1895.
En la política provincial sevillana ocupó los más altos cargos institucionales: fue presidente de la Junta Directiva del Hospicio, Visitador del Hospital Provincial, vocal de las Juntas de Beneficencia e Instrucción Pública, vocal del Tribunal de lo Contencioso y vicepresidente de la Escuela de Artes y Oficios, además de influyente promotor de la Escuela de Comercio de la capital hispalense, sin contar con diversas responsabilidades orgánicas en el seno del Partido Liberal.
 Al mismo tiempo, colaboró con frecuencia en la prensa liberal de su provincia natal con tal notoriedad que el periodista Dionisio Alonso Morais decía de él que "antes que abogado y político, es periodista incansable y batallador, cuyas campañas le han proporcionado tan merecido renombre" y José Francos Rodríguez le llamaba "periodista incansable, decidido, más despierto en los días de combate que en los de recompensas". Sus primeros artículos se publicaron en El Constitucional y más adelante, cuando este periódico rompió la disciplina del partido liberal, fue propietario y director de El Progreso de Sevilla, fundado el 16 de mayo de 1883 para ser el nuevo portavoz del liberalismo sevillano, actividad que desarrolló con tanto empeño que llegó a considerarse un periodista profesional.
En el año 1900 publicó, precisamente en los talleres tipográficos de El Progreso, el libro Los liberales de la provincia de Sevilla. Sus retratos y perfiles biográficos, una obra con prólogo de José Francos Rodríguez en la que recogía los datos esenciales de las biografías particulares, profesionales y políticas de cien militantes del Partido Liberal de esa provincia andaluza.
En las elecciones al Congreso de los Diputados celebradas el día 27 de marzo de 1898 se presentó como candidato para ocupar un escaño por el distrito de Cazalla de la Sierra, pero la cúpula del Partido Liberal impuso la candidatura de José de la Bastida Fernández que, aunque nacido en el pueblo sevillano de Constantina, debía este nombramiento a su matrimonio con la hija del ministro liberal Segismundo Moret Pendergast. Y aunque Juan Sánchez Lozano mantuvo su candidatura frente a la lista oficial del liberalismo dinástico, el escrutinio dio a José de la Bastida el escaño en disputa.

Sus destinos como Gobernador Civil
Para compensar su derrota electoral, y premiar su lealtad al partido liberal, al que siguió afiliado, el nuevo gabinete de Práxedes Mateo Sagasta le nombró gobernador civil de Guadalajara el 2 de julio de 1898, ocupando este cargo hasta que en marzo de 1899 volvieron al poder los conservadores, de la mano de Francisco Silvela, y le cesaron. Cuando en marzo de 1901 el liberal Sagasta presidió de nuevo el Consejo de Ministros, reiteró su confianza en Juan Sánchez Lozano y volvió a nombrarle gobernador civil de la provincia alcarreña, pero por muy poco tiempo, pues en el mes de agosto fue destinado al Gobierno Civil de Jaén.
En junio de 1905 era gobernador civil en Zaragoza, donde tuvo que hacer frente a serias acusaciones de pucherazo electoral por parte de los republicanos aragoneses. En marzo de 1906 fue elegido para el Gobierno Civil de Málaga, precisamente por el presidente Segismundo Moret, y en el mes de julio de ese mismo año fue nombrado para idéntico cargo en la provincia de Granada. Su relación con el conde de Romanones y Segismundo Moret iba más allá de su afinidad ideológica y ambos le dieron pruebas de su amistad personal.
Durante su estancia en Guadalajara su trato afable y su simpatía personal le hicieron ganarse el reconocimiento de los alcarreños, sobre todo de los liberales, que en su portavoz, el semanario La Crónica, afirmaban que “pocos Gobernadores han dejado tan gratos recuerdos como el que acaba de cesar. Afable y cariñoso, servicial con sus amigos, coloso del cumplimiento de su deber, se marcha llevando consigo la simpatía de todos, porque ha sabido mandar y complacer a un tiempo”. Y, por su parte, Flores y Abejas publicó una nota necrológica en la que alababa "su cortesanía, su carácter noble, franco, generoso hasta la exageración y su su conversación siempre amena y chispeante". Más allá de las ponderaciones propias del estilo periodístico de su tiempo, son buena prueba de su popularidad la fiesta con que fue obsequiado un año después de su cese y su nombramiento como socio honorario de la sociedad recreativa Gran Peña de Guadalajara.
Pero también fue recordado por todos los habitantes de la provincia por su celo extremo en el cumplimiento de leyes y ordenanzas relativas a los teatros, que llevó al cierre temporal de todos los escenarios de la capital provincial por incumplimiento de las medidas de seguridad, llegando a rescindirse el contrato del Teatro principal de Guadalajara por su Ayuntamiento.
JUAN PABLO CALERO DELSO

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