VALLES CARRILLO, Manuel María
[Tendilla,
1 de enero de 1836 / Guadalajara, 13 de septiembre de 1909]
Nació
el 1 de enero de 1836 en el pueblo de Tendilla, a pocos kilómetros de la ciudad de
Guadalajara, en la que vivió la mayor parte de su vida, con domicilio en el
piso principal del número 41 de la Calle Mayor Alta, y en la que murió el 15 de
septiembre de 1909. Era hijo de Patricio Valles y de Jorja Carrillo y tuvo una hermana, Juana Valles Carrillo, que en el año 1902 se jubiló como maestra de Alhóndiga. otra pequeña localidad de la provincia alcarreña. En 1838 Patricio Valles contrajo segundas nupcias con Francisca Solana Rivas, con quien tuvo más hijos. Por su parte, Manuel María Valles se casó con
Leona Manuela de la Fuente, y el matrimonio tuvo dos hijas, Manuela y Amalia, y
un hijo, Manuel.
Asistió
a la escuela de su pueblo natal, en la que aprendió sus primeras letras y
después en Guadalajara y Madrid cursó los estudios necesarios para ser
procurador de los tribunales. En 1898 resultó elegido Decano del Colegio de
Procuradores de Guadalajara, y se mantuvo en ese puesto a lo largo de los años
hasta su muerte.
La Tercera Guerra Carlista
Manuel
María Valles fue el máximo dirigente político del carlismo durante el Sexenio
Revolucionario, aunque fuese Isidoro Ternero Garrido el más destacado líder
provincial del partido carlista, pero tenía una proyección más nacional que
local. En el mes marzo de 1870 fue nombrado secretario de la junta carlista de
Guadalajara, de la que formaban parte otros destacados carlistas de la
provincia como Víctor Sainz de Robles o Manuel Pérez Villamil; más adelante se
sumó Baltasar Ponciano Zabía.
Durante
estos años, en buena parte como consecuencia del ingreso en las filas carlistas
de nuevos militantes que provenían del catolicismo más integrista, se adoptó el
nombre de Junta Católico-Monárquica para la estructura legal que sostenía al
pretendiente, Carlos María de Borbón y Austria-Este. En Guadalajara la
influencia del catolicismo tradicionalista era superior a la del carlismo
puramente dinástico, como se puso de manifiesto en una comunicación, firmada
por Manuel María Valles en nombre de la Junta Provincial y a la que se sumaron
las Juntas Locales Católico-Monárquicas de Cogolludo, Chiloeches, Berninches,
Moratilla de los Meleros, Málaga del Fresno y Loranca de Tajuña, en la que transmitían
su adhesión a los acuerdos tomados por los carlistas en su reunión de la ciudad
suiza de Vevey, pero advirtiendo que “nuestro partido no defiende personalidad
de ninguna clase, y sí el augusto lema de Dios, Patria y Rey”.
De
hecho, en Sigüenza, eje del catolicismo integrista en tierras alcarreñas, el
carlismo se agrupó en un Círculo Católico que no se identificaba abiertamente
como carlista, aunque apoyase al pretendiente, y no por casualidad el conserje
del mencionado Círculo fue encausado por conspiración carlista cuando
comenzaron las hostilidades de la última carlistada.
Como
dirigente político del carlismo, fue responsable del éxito del partido en
Guadalajara durante los procesos electorales de los primeros años del Sexenio,
que se tradujeron en un puñado de alcaldes en todas las comarcas y en la
obtención, por primera y única vez, de un escaño en el Congreso de los
Diputados, y más concretamente el que ocupó el sacerdote Narciso Martínez Izquierdo por la
circunscripción de Molina de Aragón en los comicios de 1871, una victoria que
no estuvo exenta de trabas y dificultades, como las que impidieron en la
primavera de 1870 que se constituyese la Junta Local carlista de Brihuega,
según el propio Manuel María Valles hizo público. Él mismo fue elegido diputado
provincial por Tendilla ese mismo año y en 1872 pertenecía a la Junta
Provincial de Primera Enseñanza con el liberal Félix de Hita y el republicano
federal Inocente Fernández Abás.
Pero
esta participación en los procesos electorales y la renuncia a la vía
insurreccional, que Isidoro Ternero había encabezado en 1869, no eran bien
vistas por Manuel María Valles y muchos carlistas de la provincia, como se puso
de manifiesto en el documento que publicaron en enero de 1871 en el que
sostenían que acudían a las urnas “deponiendo repugnancias naturales” y sólo por
obligación, pues “mándasenos ir á las urnas por quien tiene derecho á
mandarnos”, o sea, su rey Carlos VII, a quien seguía mostrando lealtad en el mes de enero de 1872 como secretario de la Junta provincial de los carlistas.
Cuando
los carlistas se echaron al monte en la primavera de 1872 y desencadenaron la
Tercera Guerra Carlista, Manuel María Valles, que era un dirigente político sin
implicación directa en el frente militar, fue puesto en busca y captura con
Baltasar Ponciano Zabía como máximos cabecillas provinciales del carlismo. Fue
aprehendido y condenado a pena de destierro, que se levantó en noviembre de
1874, y al embargo de sus bienes. Además, el 1 de abril de ese año el
gobernador civil Juan Felipe Sendín García-Hidalgo ordenó que los diputados
provinciales Manuel María Valles, electo por Tendilla, Pedro Albacete Bueno,
por Maranchón, y Toribio Hualde Salcedo cesasen en su cargo y dejasen de
pertenecer a la Diputación Provincial por su probada pertenencia al partido
carlista.
Su acción política
Sin
embargo, una vez derrotado el ejército carlista y recluido en el exilio el
pretendiente Carlos VII de Borbón y Austria-Este, se mostró dispuesto a aceptar
el nuevo orden político y a combatir por sus ideas dentro de los cauces del
sistema, ingresando en el Partido Conservador, que le acogió con los brazos abiertos
y en el que fue desde el principio un dirigente destacado en la ciudad
arriacense, hasta el punto de que cuando se constituyó la nueva Diputación
Provincial en 1877, Manuel María Valles fue elegido diputado por Tendilla y en
1878 ocupó la Secretaría de la misma, con Román Morencos en la presidencia y
Justo Hernández Gómez en la vicepresidencia de la corporación, permaneciendo
como diputado varios años.
Desde
ese momento, ocupó diversos cargos en las instituciones políticas de la
provincia; así entre 1883 y 1892 fue casi ininterrumpidamente vocal de la Junta
Provincial de Beneficencia, en 1885 lo era también de la de Instrucción Pública
y en 1890 era, además, secretario general de la Junta de Patronos de los Baños de
Carlos III de Trillo. Volvió, como hemos visto, a la Diputación Provincial y
además fue elegido concejal para el ayuntamiento de la capital alcarreña,
siempre en las filas del partido de Cánovas del Castillo y definitivamente
alejado del carlismo.
En
la primera década del siglo XX la jefatura del Partido Conservador en
Guadalajara recayó en el diputado Alfredo Sanz Vives, que debía emplearse a
fondo para suturar las costuras de un partido con fuertes tendencias
centrípetas en Guadalajara, que se agravaban por su tradicional ausencia de
poder político provincial, generalmente monopolizado por los liberales del
conde de Romanones, herederos de la hegemonía de los progresistas.
No
fue Manuel María Valles ajeno a estas disensiones y se integró en la llamada
corriente tetuanista, que seguía políticamente al duque de Tetuán, integrando
el comité de Guadalajara de este grupo político junto a Felipe Lamparero,
Gregorio Carrasco, José María Aragón y el presbítero Cotano, y que tenía al semanario La Colmena como su portavoz. El comité
se disolvió en diciembre de 1902, volviendo a la obediencia del Partido
Conservador, que no por eso dejó de sufrir en Guadalajara muy graves
disensiones en años sucesivos. En abril de 1909, poco antes de morir, Manuel
María Vallés mostró públicamente su adhesión a Antonio Maura, que era
presidente del Consejo de Ministros y líder del Partido Conservador.
En 1904 fue nombrado por el gabinete conservador vocal secretario de la Comisión Provincial, y cuando
falleció era delegado regio y Presidente del Consejo Provincial de Industria y
Comercio, cargo para el que fue nombrado por el gobierno en febrero de 1908,
Decano del Colegio de Procuradores de Guadalajara, Vicepresidente de la
Comisión provincial de la Cruz Roja y consejero de la sucursal en Guadalajara
del Banco de España.
Alcalde de Guadalajara
En
las elecciones municipales de 1895 los conservadores forzaron la maquinaria
caciquil y gubernamental hasta hacerse con cinco actas, dejando solo dos
puestos a los liberales y otros dos a los republicanos. Como resultado de esos
comicios Manuel María Valles salió elegido concejal y desde el 1 de julio de
1895 fue nombrado alcalde de la ciudad arriacense, siendo ratificado dos años
después, en junio de 1897. Sin embargo, cesó en su cargo el 13 de diciembre de
ese año, cuando se le aceptó su dimisión como alcalde de la ciudad, presentada
a raíz de la llegada al gobierno de los liberales; aunque en principio mantuvo
el acta de concejal, ese mismo mes le fue aceptada una licencia de cuatro meses
por enfermedad y dejó de acudir a los plenos.
En
las elecciones municipales de 1899 se presentaron los republicanos José Adán,
Severiano Sardina, Lino Agustín, Félix Alvira, Rafael de la Rica, Manuel Diges
y José Diges, que salieron todos elegidos, junto a los liberales Miguel
Fluiters, Lorenzo Vicenti y León Carrasco Gómez, también electos. Los
conservadores Manuel María Valles y Juan Miranda Olave anunciaron su concurrencia
a las urnas, pero finalmente no se presentaron, por lo que los carlistas
ofrecieron sus propios candidatos en un intento fallido de recoger todos los
votos de la derecha.
A
pesar de no postularse en esos comicios ni en los de 1901, volvió a ser
nombrado, que no elegido, concejal por el Gobernador Civil con la excusa de
cubrir las vacantes producidas en el Ayuntamiento arriacense pero con el
objetivo inconfesado de liquidar la mayoría republicana en el primer municipio
de la provincia; junto a él se designó a Ezequiel de la Vega, José López
Cortijo, José Díaz Sánchez, Fernando Güici y José Sáenz Verdura. Trastocada la
mayoría elegida por voluntad popular, Francisco Julianis desplazaba de la
alcaldía al federal Manuel Diges Antón, y Manuel María Valles, consumado el
golpe antidemocrático, esa misma semana renunciaba a su puesto de edil.
Su actividad social
Dirigió
los principales centros recreativos de la capital alcarreña. En 1879 fue
elegido vocal suplente de la Junta Directiva del Casino de Guadalajara, y más
adelante ocupó su presidencia. En 1889 ya figura como socio del
Ateneo Escolar Caracense, que era la última expresión del ateneismo positivista
y burgués arriacense. También perteneció al Ateneo Instructivo del Obrero y formó
parte de su Junta Directiva en 1900, año en el que la votación se saldó con la
salida temporal de los republicanos y su sustitución por miembros de la
burguesía más conservadora: Facundo Martínez como presidente; Alfonso Martín
Manzano, vicepresidente; Agapito Frías, bibliotecario y Manuel María Valles
presidente de la Mesa de discusión.
También
perteneció a numerosas juntas y comités surgidos para las iniciativas más
diversas; por poner algún ejemplo, formó parte de la Junta local para coadyuvar
a los trabajos para levantar un monumento nacional a Emilio Castelar, y de la
Junta Provincial de Socorros a inútiles de guerra, establecida en octubre de
1897 a raíz del recrudecimiento del conflicto colonial en Cuba y Filipinas.
Aunque
no era muy aficionado a los deportes, sabemos que practicó la caza, llegando a
aparecer como personaje en Los cazadores,
una obra de fuerte carácter autobiográfico escrita por Enrique Pérez Escrich y
publicada en 1876, que fue reproducida por entregas en El Correo Militar a partir de su número del 30 de abril de 1900,
que incluye un episodio con Manuel María Valles que narra una jornada de caza
en tierras alcarreñas que parece el guión de La Escopeta Nacional, la película que dirigió Luis García Berlanga
casi un siglo después. Y, como alcalde, tuvo el honor de presidir el jurado de
la segunda carrera ciclista de Guadalajara, que se celebró en la ciudad
arriacense el 16 de octubre de 1895.
Entre otros reconocimientos, recibió la medalla conmemorativa de los Sitios de Zaragoza, que se
otorgó con motivo de su Centenario a los descendientes de los héroes del suceso
y a los que colaboraron con estos actos conmemorativos.
JUAN PABLO CALERO DELSO
JUAN PABLO CALERO DELSO
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