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sábado, 7 de abril de 2018

JOSÉ DÍAZ DE LA PEDRAJA

DÍAZ DE LA PEDRAJA, José
[Santander, 1856 / septiembre de 1923]

José Díaz de la Pedraja nació en Santander en el año 1856, la misma ciudad en la que falleció en el mes de septiembre de 1923. Parece ser que tuvo, al menos, un hermano, Juan Díaz de la Pedraja, que era ingeniero de minas. Contrajo matrimonio con Justa Muñoz San Miguel, que falleció en Madrid el 29 de enero de 1919, y con la que tuvo dos hijos: José y Juan Díaz Muñoz. Durante sus estancias en la capital cántabra residió en el número 4 de la calle del Muelle, y fue por eso uno de los afectados por la trágica explosión del vapor Cabo Machichaco, el día 3 de noviembre de 1893, resultando herido sin gravedad.
En 1872 se trasladó a Madrid para cursar sus estudios superiores en la Universidad Central, alcanzando la licenciatura en Derecho. Hombre de leyes, prologó la Recopilación general de las leyes y disposiciones complementarias aplicables al Servicio Militar Obligatorio, obra escrita por Gregorio Ponzoa Rebagliato, editada en 1912 en la madrileña imprenta de la revista Alrededor del Mundo. Fue, además, muy amigo del historiador cántabro Ángel de los Ríos.
Profundamente religioso, fue por eso mismo un activo propagandista del catolicismo social, y estuvo afiliado al Partido Conservador. Inició su actividad política en su Cantabria natal, donde fue diputado provincial por el distrito de Reinosa en varias legislaturas, pues hemos encontrado pruebas de su labor en esa corporación en 1882 y 1887. Destacó por su iniciativa de levantar un granja modelo en las cercanías de la capital cántabra y, aunque fue aprobada por el pleno de la corporación, no se pudo llevar a cabo. Expuso todo el proyecto en un folleto que publicó en 1882 bajo el título Proposición para el establecimiento de una Granja-modelo-asilo.

Sus años de Gobernador civil
Como otros muchos políticos locales, dio el salto al escenario nacional al ser nombrado gobernador civil por un gobierno ideológicamente afín; en su caso lo fue de Navarra el día 22 de mayo de 1891, aunque no tomó posesión de su cargo hasta el día 6 de junio, y se mantuvo en su puesto hasta el 23 de diciembre de 1892. Acompasando sus nombramientos a los vaivenes del turnismo, volvió a ser destinado a Pamplona como delegado del gobierno desde el 6 de octubre de 1896 hasta el 12 de octubre de 1897, después de haber sido muy fugazmente gobernador civil en las provincias de Soria y de Murcia, en donde la prensa local ironizaba diciendo que “su estancia en Murcia fue tan breve, como la existencia de una rosa". Más tarde volvió a ocupar el cargo de gobernador civil en muy distintas ocasiones y destinos: desde el mes de julio del año 1899 en Cáceres, en 1900 en la provincia de Valladolid, en 1903 en la de Córdoba hasta el mes de agosto y, a partir de esa fecha, en la de Ciudad Real, y en 1904 en Palencia.
En el mes de marzo de 1899, y con motivo de una amplia combinación de gobernadores civiles, se anunció, y así lo recogió la prensa nacional, el inminente nombramiento por el gabinete conservador de Arturo Zancada Correvillas como nuevo delegado gubernativo en Guadalajara, desplazando al liberal Miguel Mathet Coloma, aunque finalmente fue José Díaz de la Pedraja el que se puso al frente de la provincia alcarreña. Su mandato como gobernador civil de la provincia de Guadalajara fue muy breve, pues cesó en sus funciones en el mes de julio de ese mismo año, siendo trasladado al mismo cargo en Cáceres y reemplazado en tierras alcarreñas por el también conservador Enrique Corcuera Menéndez.
No debía ser muy idóneo para el cargo, pues en todos estos destinos estuvo muy poco tiempo, no llegando a sumar en su expediente administrativo ni seis años como gobernador civil, a pesar de que en Cáceres, según la Revista de Extremadura, destacó por “su rectitud, sus conocimientos administrativos y sus desvelos”. La causa muy bien podría ser, precisamente, su excesiva integridad frente a los caprichos de los caciques de las provincias en las que era destinado, y así en Navarra se comentaba, como ejemplo de su rectitud, que “en la última feria de San Fermín uno de tantos charlatanes se dedicaba á vender un té llamado medicinal; enseguida que el Sr. Díaz de la Pedraja lo supo, prohibió terminantemente que la venta continuara, evitando así una indigna explotación del público”. En Murcia se dice que hizo una administración excelente, contra la voluntad manifiesta de los caciques a quienes recogió las licencias, dejándolos relegados a la para ellos triste categoría de “simples mortales”. Y esta misma causa fue la responsable de su paso fugaz por Guadalajara, al despertar la manifiesta enemistad de algunos dirigentes conservadores alcarreños, como Antonio Hernández López, que solicitaron al ministro el relevo de un gobernador que no se plegaba a su voluntad caciquil y que se rumoreaba que era bien visto por los liberales. La prensa liberal, por el contrario, le acusaba de animar a los votantes conservadores a apoyar a los republicanos para desplazar de sus puestos a los candidatos romanonistas.
Aunque siempre mantuvo su relación con la provincia cántabra, y pasaba algunos veranos en la localidad de Reinosa, a principios del siglo XX fijó su residencia en Madrid, en el número 46 de la calle Rodríguez San Pedro, y en la Corte desarrolló una notable carrera administrativa; sabemos que en 1906 ya estaba destinado en el Ministerio de Gobernación, del que en 1911 fue nombrado Oficial Primero, y en 1912 fue elegido para ser el primer Secretario de la recién creada Dirección General de Seguridad. Se jubiló en el mes de julio de 1918 con el nivel de jefe de administración civil de Segunda clase.
JUAN PABLO CALERO DELSO

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