HERNÁNDEZ PAREJA, Justo
[Brihuega,
9 de enero de 1801 / Madrid, 10 de marzo de 1870]
Justo Hernández Pareja nació
en la villa alcarreña de Brihuega el 9 de enero de 1801, y fue bautizado en la parroquia de Santa
María de la misma localidad, y falleció en Madrid el día 10 de marzo de 1870. Era hijo del fabricante de paños briocense Antonio Hernández Méndez y contrajo
matrimonio con Josefa López, con la que tuvo una hija, a la que puso por nombre
Marta, que se casó con el abogado Ángel Cabañas.
Aunque
siempre estuvo muy ligado a Brihuega, desde muy joven vivió en Madrid, donde se instaló para mejor comercializar la producción pañera de la fábrica familiar. En 1841
aparecía como residente en la Plazuela de la Villa, pero desde 1844 tenía su
domicilio en la Calle Mayor de Madrid, donde compró el solar sobre el que se encontraba
la antigua iglesia de San Salvador, que en 1843 se derribó por estar en estado ruinoso.
Su actividad económica
En 1814, al
terminar la Guerra de la Independencia, las Reales Fábricas de Paños de
Guadalajara y Brihuega habían quedado completamente arruinadas; de la antaño pujante
industria textil sólo quedaron en la
localidad briocense unos pocos telares dedicados a la producción de textiles de baja calidad, en manos de un puñado de empresarios.
Antonio Hernández Méndez era uno de estos modestos fabricantes de paños que
envió a Madrid a su hijo, Justo Hernández Pareja, con la misión de
distribuir en la capital los productos de la empresa familiar.
En
Madrid prosperó extraordinariamente y en 1830 abrió en la orilla del Tajuña
una
moderna industria textil movida por energía hidráulica que
adquirió cierta notoriedad, pues todavía en abril de 1839 las tropas carlistas
entraron en la localidad llevándose como botín numerosas piezas de su paño. En
1840 Justo Hernández Pareja adquirió el edificio de la Real Fábrica de Paños,
aunque ya no quedaba prácticamente nada de la antigua maquinaria, y trasladó
allí su industria; además, remodeló los jardines que la rodeaban.
Hasta Trillo
se trasladó desde Madrid una fábrica de estambres, que
empleaba pocos trabajadores pues disponía de moderna maquinaria, que
Saturnino Navarro había fundado y que se sacó a subasta para pagar las deudas
contraídas por su dueño; la adquirió Justo Hernández Pareja, que la
llevó a la Alcarria y la mantuvo en funcionamiento. También era propietario de una fábrica de ladrillos y
tejas en Brihuega y, durante un tiempo, tuvo en Madrid unos talleres para la
confección de uniformes para el Ejército y ganó algún contrato de suministros con el Palacio Real.
El
proceso desamortizador puesto en marcha por iniciativa del progresista Juan
Álvarez Mendizábal en 1836 le permitió adquirir numerosas fincas, tanto
rústicas como urbanas. Se enriqueció de tal manera con estas inversiones que a
su muerte figuraba entre los seis primeros contribuyentes de la provincia
alcarreña por impuesto territorial, que gravaba la propiedad inmueble
básicamente agraria, y era además el único que no tenía título nobiliario.
Justo
Hernández Pareja no se conformó con ser un terrateniente rentista,
despreocupado de sus propiedades y acomodado al uso tradicional de la tierra. Así,
por ejemplo, en el Monte Anguix, en el término municipal de Sayatón,
plantó 12.000 olivos y 50.000 cepas de viñedo, colaborando
decisivamente en la extensión de estos cultivos en la provincia, y se mostró
pionero en la utilización de maquinaria
agrícola en sus fincas, lo que le produjo algunos sinsabores por la consiguiente reducción de jornales. A él se debió
también, entre otros, la decisión de explotar a gran escala la riqueza forestal de la
provincia. Por iniciativa suya, la madera cortada en la Sierra de Cifuentes y
en los pueblos del antiguo ducado de Medinaceli comenzó a transportarse por el río Tajo
aguas abajo hasta Aranjuez y desde allí por ferrocarril hasta Madrid, gracias
a la apertura el 9 de febrero de 1851 de la línea férrea que unía ambas
ciudades.
Entusiasta
de las corridas de toros, tuvo su propia ganadería de reses bravas, que
adquirió a la viuda de Fernando Freyre, de la
localidad sevillana de Alcalá del Rio y, como casi todos los ganaderos, . Como todos los ganaderos, recibió las
críticas habituales entre los aficionados taurinos, por la poca bravura de sus
reses de lidia. También tuvo en arriendo la Plaza de
Toros de Madrid; en 1849 en compañía de otros, siendo sustituidos en esa
administración por Felipe López en 1850. Volvió a gestionarla en 1857 y 1859. Se dice que fue él
quien convenció a las autoridades eclesiásticas para que permitiesen que se
celebrasen corridas de toros en los domingos y festividades religiosas, algo que
hasta entonces estuvo terminantemente prohibido, lo que le hizo
extraordinariamente popular en la Corte.
Su acción política
De profundas convicciones liberales, aunque poco amigo de la disciplina partidaria, Justo Hernández
Pareja siempre estuvo vinculado a los sectores progresistas del liberalismo hispano y, en su juventud, fue miembro de la Milicia Nacional hasta su
disolución en el año 1843. Desde
ese momento, y hasta
1854, durante el período de gobiernos del partido moderado
liderados por el general Ramón María de Narváez, afirmaba
que había sido vigilado e incomodado por su adscripción política al
liberalismo progresista.
Sin
embargo, él había cooperado activamente para derribar el gobierno progresista
de Baldomero Espartero. En los comicios celebrados el 27 de febrero de 1843 la
Diputación Provincial avaló una lista progresista y gubernamental integrada por
Mariano Delgrás, Vicente Peiró, Narciso Riaza y José Guzmán y Manrique. Pero
las disensiones que aquejaban a los progresistas, a causa de la política del
general Espartero, provocaron la presentación de otra candidatura en la que
figuraban progresistas de tanto prestigio como Justo Hernández Pareja y Diego
García Martínez. El enfrentamiento entre los progresistas provocó una
abstención tan alta que ninguno de los candidatos consiguió superar el 50% de
los votos que era preceptivo, por lo que fue necesario convocar para el mes de
abril unos nuevos comicios. En esta segunda vuelta, y en medio de numerosas
denuncias de fraude, los tres candidatos esparteristas superaron el número de
votos exigido y ocuparon sus escaños en el Congreso de los Diputados, dejando a
Justo Hernández Pareja sin un asiento en las Cortes que, seguramente, hubiese
conseguido si no se hubiesen consentido tantas irregularidades.
Derribado
el régimen moderado en 1854, durante el Bienio Progresista apoyó al gobierno de la nación, pero se enfrentó de los líderes del liberalismo más avanzado, como se puso de
manifiesto con motivo de las elecciones a Cortes Constituyentes del otoño de
1854, en las que todos los progresistas presentaron una candidatura unitaria de
la que se separaron algunos liberales más moderados, que presentaron una lista
propia formada por Justo Hernández Pareja, Luis María Pastor Copo y José Manuel Collado, entonces
ministro de Hacienda. A pesar de las presiones
ejercidas desde el gobierno en favor de estos tres últimos, celebrados los comicios el día 4 de octubre de 1854, con un censo electoral que en
Guadalajara se había incrementado hasta sumar 8.965 votantes, los resultados no
ofrecieron dudas sobre la voluntad del cuerpo electoral. De los que 6.121 ciudadanos
que se acercaron a ejercer su derecho, Diego
García Martínez obtuvo 5.920 votos, Pedro Gómez de La Serna, 5.220; José María
Medrano, 4.262 y José Guzmán y Manrique Ruiz, 3.073, siendo todos ellos
elegidos en la primera vuelta. Para el último escaño en disputa hubo que acudir
a una segunda vuelta entre el progresista Ramón Ugarte y los progresistas
disidentes Luis María Pastor Copo y Justo Hernández Pareja, que apenas recogió un 25 % de los votos y volvió a ser derrotado.
Terminado
el Bienio en 1856, el protagonismo político pasó a manos del general Leopoldo O'Donnell y su partido, la Unión Liberal, en el que se integró Justo Hernández Pareja. Convocado
un nuevo proceso electoral, y celebradas las votaciones el día 10 de octubre de
1858 con un censo mucho más restringido, consiguió la victoria, aunque por muy
escaso margen: solo obtuvo 159 votos de los 296 electores llamados a las urnas.
El 13 de diciembre de 1858 juró su cargo y se sentó por primera vez en el
Congreso de los Diputados representando a la circunscripción electoral de
Brihuega, manteniendo su escaño hasta el final de esa legislatura en el mes de
agosto de 1863.
El
día 11 de octubre de 1863 se celebraron nuevas elecciones legislativas en
España, y en la provincia de Guadalajara resultaron elegidos Justo Hernández
Pareja, con el apoyo de 205 de los 326 electores del distrito de Brihuega;
Isidoro Ternero por el distrito de Guadalajara, con 311 votos; Domingo Benito
Guillén por Pastrana, con 398 sufragios; Diego García Martínez por Sigüenza,
con 149 papeletas; y Mateo Alcocer por Molina de Aragón con tan solo 125 votos. No deja de ser sorprendente que en un
distrito como el de Guadalajara-Cogolludo, donde el liberalismo progresista
siempre gozó de la más amplia base social y donde el carlismo nunca consiguió
un apoyo significativo, Isidoro Ternero obtuviese la práctica totalidad de los
votos emitidos, aunque sólo acudiesen a las urnas la mitad de los electores con
derecho a sufragio. Mientras tanto, liberales tan destacados como Justo
Hernández y Diego García obtenían el acta en circunscripciones de gran influencia
carlista, como eran las de Brihuega y Sigüenza, lo que parece probar que hubo
un acuerdo electoral entre partidos rivales. En cualquier caso, Justo Hernández
Pareja tomó posesión de su escaño el 25 de noviembre de 1863 y el 23 de junio
de 1864 cesó como diputado.
Para las elecciones del día 1 de
diciembre de 1865, los partidarios del gobierno moderado y del general Narváez presentaron
como candidatos por la provincia de Guadalajara a Justo Hernández Pareja, Ignacio
Figueroa marqués de Villamejor, Cosme Barrio Ayuso, Fabriciano Morencos y
Francisco Briones, siendo elegidos los cuatro primeros; sólo Francisco Briones
no pudo hacerse con el acta de diputado por la circunscripción de Sigüenza y
Atienza, pues fue superado por el opositor Manuel Ortiz de Pinedo. También en
esta ocasión se denunciaron distintas irregularidades y presiones del
gobernador civil de la provincia para forzar la elección de los candidatos
gubernamentales, pero no deja de ser sorprendente que un progresista como Justo
Hernández se hubiese incorporado, aunque fuese desde la Unión Liberal, a una
candidatura impulsada por el general Narváez precisamente cuando su régimen
tomaba una deriva fuertemente autoritaria, mientras los progresistas
optaban por el retraimiento electoral, provocando una muy elevada abstención en
el ya exiguo censo. En esos momentos su sobrino, Justo Hernández Gómez, se
estrenaba como diputado provincial por el partido judicial de Brihuega.
Leal
a sus convicciones progresistas, y en línea con su partido de la Unión Liberal, apoyó en 1868, a la
Gloriosa Revolución que destronó a Isabel II, pero sobresaltados
por la hegemonía progresista y la irrupción en la escena política
de las clases populares, algunos dirigentes provinciales de la Unión Liberal,
como Justo Hernández Pareja y Manuel Ortiz de Pinedo, procuraron “introducir la desunión y la discordia entre
los buenos liberales de esta provincia”, intentando sorprender “a los buenos liberales de la provincia con cábalas
que, por desgastadas y demasiado conocidas, no deben encontrar eco ni relajar
la unión tan necesaria en la gran familia liberal, para el afianzamiento de la
Libertad, a tanta costa conquistada”. Para acallar las disensiones, la
elite progresista de Guadalajara se alejó de una política de pequeñas camarillas y oscuros
personalismos y convocó una asamblea abierta a todos los alcarreños de filiación
liberal, manifestando sus dirigentes que “estamos
irrevocablemente decididos a acatar lo que la provincia determine en dicha
reunión, y hasta consideraríamos desleal y mal liberal al que se separe del
acuerdo que en aquella se tome, o que
lo sostenga con tibieza”. Quizás
por su divergencia con la línea mayoritaria de los partidos políticos y
sectores sociales que apoyaban al nuevo régimen democrático, no fue elegido
para formar parte de la candidatura que este bloque político presentó a
las elecciones del año 1869.
Falleció el 10 de
marzo de 1870, diez meses antes de que el rey Amadeo I viniese a
España para encarnar la monarquía democrática por la que tanto luchó, y cinco semanas
después de que el proletariado militante de Brihuega conociese en un primer
acto público las ideas emancipadoras del anarquismo y se organizase en la Primera Internacional.
Terminaba
así sus días el alcarreño que mejor representó a esa burguesía
revolucionaria que surgió con fuerza en la primera mitad del siglo XIX.
Compartiendo una ideología liberal y animada por una fe inquebrantable en el
progreso científico, esta burguesía intentó llevar adelante una profunda
transformación económica de carácter capitalista, que en el caso
de Justo Hernández se aplicó tanto a la agricultura como a la industria.
Devoto de esa herencia científica de la Ilustración y fiel a ese afán
divulgador, escribió y publicó en 1849 un breve tratado sobre los tejidos de
lana con el título de Reflexiones sobre
la mejora de las lanas merinas españolas, en contestación a un artículo inserto
en la Revista de la Ganadería española. Dejó
la nostalgia de esa otra España liberal, lamentablemente fracasada pero que
hubiese sido posible si las familias que acabaron conformando la elite
progresista nacional y provincial hubiesen tomado otra resolución y hubieran
invertido en la expansión de la industria y en la modernización de la
agricultura, en lugar de mimetizarse en usos y costumbres con la rancia
aristocracia cortesana.
JUAN PABLO CALERO DELSO
No hay comentarios:
Publicar un comentario