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viernes, 4 de marzo de 2022

FRANCISCO DE EYRÉ MOSQUERA

EYRÉ MOSQUERA, Francisco de

[Chantada, 1818 / Guadalajara, 23 marzo de 1866]

Francisco de Eyré Mosquera nació en 1818 en la parroquia de San Xoán da Laxe que pertenece al municipio de Chantada, en la provincia de Lugo, y falleció en Guadalajara alrededor de las doce horas del día 23 de marzo de 1866. Era hijo de Teresa Mosquera Pérez y de Juan de Eyré, que provenía de una familia de origen irlandés asentada en Galicia desde el siglo XVI como consecuencia de las persecuciones religiosas contra los católicos en el Reino Unido. Permaneció soltero.

En el año 1836 obtuvo el título de Bachiller en Teología, el 19 de febrero de 1846 alcanzó la Licenciatura en Jurisprudencia y el 21 de febrero de 1856 la Licenciatura en Derecho Canónico. Durante los años de 1846 y 1847 ejerció como abogado en la comarca de Chantada y, a partir de 1850 actuó en los juzgados de Primera Instancia de Quiroga, en Lugo, y de Pola de Laviana, en Asturias.


 Su destino en Guadalajara

Al mismo tiempo, intentaba hacer carrera como funcionario en la incipiente Administración Pública del recién estrenado Estado liberal. El 23 de junio de 1849 fue nombrado Visitador de la renta del papel sellado y documentos de giro de la provincia de Cádiz, dependiente de la Dirección General de Rentas Estancadas del Ministerio de Hacienda, pero apenas permaneció un año en este puesto, retornando, como hemos señalado, al ejercicio libre de la abogacía en su tierra natal.

El 31 de diciembre de 1856 fue nombrado Oficial Cuarto de la Administración de Bienes Nacionales de la provincia de Cádiz con un sueldo 6.000 reales anuales, hasta que el 28 de julio de 1857 fue enviado, como Oficial Segunda de la Sección de Minas y Montes, a Ciudad Real, por no haberse presentado en plazo el funcionario que había sido designado para ese puesto. El día 20 de septiembre tomó posesión de su cargo en esa provincia manchega, donde también estuvo muy poco tiempo, pues el 5 de abril de 1858 la reina Isabel II firmó su traslado, con el mismo nivel y en la misma sección, a la provincia de Guadalajara con un salario anual de 8.000 reales.

Desde el 27 de abril de 1858 no solo trabajó sino que también fijó su residencia en la ciudad arriacense, pues el Diario Oficial de Avisos de Madrid informaba en su número del día 25 de mayo del año siguiente que en la administración central de Correos estaba retenida por falta de franqueo una carta dirigida a Francisco Eyré en Guadalajara. El 29 de noviembre de 1858 fue ascendido a Oficial Primera y Jefe de la Sección de Minas y Montes de la provincia alcarreña con un sueldo de 10.000 reales.

Pero en el año 1859, y por iniciativa de su titular el Marqués de Corvera, se procedió a una reorganización del Ministerio de Fomento modificándose su estructura interna y, como resultado de esta renovación, el 12 de junio de 1859 la reina Isabel II le nombró Oficial Segundo de la nueva Sección de Fomento en Guadalajara, que tenía como jefe a Andrés González Ponce, conservando las mismas retribuciones. Finalmente, el día 6 de mayo de 1861 fue ascendido por antigüedad a Oficial de primera clase, manteniendo su plaza en la misma ciudad, y conservando este mismo puesto y destino hasta su fallecimiento el 23 de marzo del año 1866.

Durante sus años en tierras alcarreñas se vio aquejado por graves problemas de salud, una “gastralgia crónica” según el doctor Román Atienza que era su médico en Guadalajara, que le obligó a solicitar distintos permisos para ausentarse de su puesto de trabajo y recuperar su maltrecha salud. Si ya en julio de 1857 pidió una prórroga de un mes para su toma de posesión en Ciudad Real por su mal estado de salud, en 1858 solicitó una licencia de dos meses, que finalmente se prorrogó otros tres meses más, por el mismo motivo y aún pidió una más al año siguiente. Desde luego, no debía de gozar de muy buena salud pues murió con solo cuarenta y siete años.

Merece la pena destacar su profunda religiosidad, puesta repetidamente de manifiesto mientras residió en la capital alcarreña. Así el 8 de diciembre de 1864 se publicaron en La Esperanza, el portavoz oficioso del carlismo, una larga serie de preces remitidas por sus lectores en defensa del Papa Pio IX contra “las acometidas de los infieles modernos”, entre las que figura este poema remitido por Francisco de Eyré: “Tu santo amparo. Madre, nos presta cariñosa, / y da también consuelo al Pontífice-Rey; / La Iglesia es nuestro escudo, protégela amorosa, / que ella es seguro puerto de tu cristiana grey”. Y en 1865, también en la edición del 8 de diciembre por ser la festividad de la Inmaculada Concepción, se incluía otra breve oración remitida igualmente por Eyré a La Esperanza. Y también encontramos su nombre en el diario El Pensamiento Español, de orientación carlista.

Su evidente proximidad al partido carlista ni impidió que su carrera administrativa se desarrollase durante el Bienio Progresista ni que en el año 1859 el entonces gobernador civil de Guadalajara, Pedro Celestino Argüelles de la Unión Liberal, anotase en un informe de su hoja de servicios que su conducta política era “recomendable”.

Su estudio fotográfico

Francisco de Eyré Mosquera abrió en Guadalajara el primer estudio fotográfico de la provincia y uno de los primeros que se establecieron en España lejos de los grandes núcleos urbanos. Seguramente se inauguró en 1862, el mismo año que Jean Laurent recorrió por primera vez esa provincia, pues hemos visto alguna CDV con su sello y firmada y fechada en ese año por el retratado, y terminó su peripecia vital en marzo de 1866 con su fallecimiento.

Parece ser que, en opinión de Luis Enrique Cabrera, el estudio estuvo situado en el número 44 de la Calle Mayor Alta de la capital alcarreña, prácticamente en la esquina con la Plaza de Santo Domingo. Durante algún tiempo el establecimiento de fotografía lo regentó exclusivamente Francisco de Eyré, cuyo nombre es el único que aparece en algunas de las fotografías que se conservan, y en otro período lo codirigió con Vicente Vázquez, un joven y casi adolescente vecino de Guadalajara, apareciendo en este caso las imágenes bajo el sello comercial de Eyré y Vázquez. Tras el fallecimiento de Francisco de Eyré, y hasta 1870 aproximadamente, las fotografías comercializadas están firmadas solo por Vicente Vázquez.

El proceso de reproducción fotográfica más utilizado por Eyré y Vázquez fue el de la copia a la albúmina, un procedimiento inventado en 1849 por el francés Louis Désiré Blanquart-Evrard e introducido en España dos años después por el sevillano Francisco de Leygonier. Y el formato más común de su trabajo fotográfico fue la CDV, o Carte de Visite, con retratos individuales o familiares de vecinos de Guadalajara, aunque sabemos que no fue el único utilizado. Como decoración para las fotos de estudio se usó mobiliario de la época, una balaustrada y un forillo o pequeño telón que insinuaba un paisaje que cubría el fondo de la imagen.

Un número significativo de los retratos que han llegado hasta nosotros, que no suman medio centenar, corresponden a militares de la Academia de Ingenieros, lo que se explica porque al año siguiente de la visita del británico Charles Clifford a Guadalajara, en 1856, para tomar las primeras fotografías de la ciudad, el fundador de esta Academia, el general Antonio Remón Zarco del Valle, propuso que desde ese curso se tomase una placa de todos los alumnos que ingresasen en la Academia, con el objetivo de que, cuando lo mereciesen, esa fotografía pudiese ser incorporada a la Galería de Retratos que existía en el edificio de la Academia. Quizás con este propósito muchos militares pasaron por el estudio de Francisco de Eyré.

JUAN PABLO CALERO DELSO


 

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