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domingo, 3 de marzo de 2019

JOSÉ ROBLEDANO TORRES

ROBLEDANO TORRES, José
[Madrid, 27 de diciembre de 1884 / 12 de febrero de 1974]

José Robledano Torres nació en Madrid el día 27 de diciembre de 1884 y falleció en la misma ciudad el 12 de febrero de 1974. Se casó con Magdalena Piqueras, a la que debe seguramente la vida, pues durante sus años en la cárcel ella, junto a las esposas de otros presos políticos, montó un negocio que le permitió pagar la atención médica que él necesitaba y que nadie le ofrecía en los distintos presidios por los que pasó. En el año 1915 tuvieron un hijo, también llamado José y que también se dedicó profesionalmente a las artes gráficas, residiendo en Madrid en el número 38 de la calle de Ríos Rosas.
Se formó como artista en la madrileña Escuela de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde tuvo como maestro a Antonio Muñoz Degrain y como condiscípulos a los hermanos Valentín y Ramón Zubiaurre. Pintor notable, disfrutó de una beca en El Paular durante los años 1915 y 1916. Ya desde su primera exposición, en el Círculo de Bellas Artes madrileño en 1902, demostró ser un excelente paisajista, mereciendo una Mención de Honor en la Exposición de Bellas Artes de 1904. José Sorolla le consideró como uno de sus discípulos y así aparece retratado en su cuadro "En el taller", del año 1907, que hoy se encuentra en el Museo Sorolla de Madrid, después de pertenecer a la familia de José Robledano. Pero esta prometedora carrera artística tuvo que ser dolorosamente postergada por la necesidad de la supervivencia.
José Robledano ilustrador
Porque su labor artística está estrechamente enlazada a la prensa de su época, en la que destacó como ilustrador e historietista; no por casualidad fue presidente de la Agrupación Profesional de Periodistas y entre 1936 y 1939 fue vicepresidente y secretario de la Asociación de la Prensa de Madrid. En 1904 publicó su primer dibujo en Arte y Sport y en 1908 ya formaba parte del equipo de redacción de la Revista Crítica. En esos primeros años también ilustró La cabeza del dragón, una pieza teatral infantil escrita por Ramón María del Valle-Inclán para “El teatro para niños” que, en 1910, impulsó Jacinto Benavente. No fue su última colaboración con el teatro, pues además de escenógrafo también fue actor en diversas ocasiones y en esos años publicó sus dibujos para la revista teatral Comedias y comediantes.
Pero sobre todo destacó como pionero de la historieta en España, desde que en 1910 comenzó a publicar sus ilustraciones en la revista Infancia, donde vio la luz “El suero maravilloso” que es considerada la primera historieta española, y además, según se dice, fue el primero en utilizar “bocadillos” dentro de sus viñetas. En esta misma línea de ilustración infantil y humorística colaboró con Chiquilín (1924-1926), en la primera etapa de Pinocho (1925-1931) o con la catalana Papitu. También ilustró con sus viñetas el libro humorístico Chascarrillos de Gedeón, Piave y Calínez que, editado en la imprenta del Noticiero-Guía de Madrid, conoció tres ediciones.
Muy pronto dio el salto hacia las revistas más prestigiosas de su época, como Nuevo Mundo, La Esfera, Mundo Gráfico, Blanco y Negro, Flirt y La Lidia. Igualmente se publicaron sus dibujos, sobre todo caricaturas, en periódicos diarios de tanto prestigio como El Imparcial o El Liberal, aunque destacaban sus colaboraciones en El Sol junto a Francisco Sancha, colaborador de la prensa socialista, y José Bagaría, con el que también coincidió en Buen Humor.
Además, cultivó la ilustración editorial con viñetas y portadas, como por ejemplo en el volumen que recogía los Cuentos escogidos del famoso autor norteamericano Mark Twain que se publicó en la Colección Alegría. También realizó dibujos para ilustrar algunos de los populares cuentos infantiles de la Editorial de Saturnino Calleja y varias de las colecciones de novelas populares tan difundidas en su tiempo. Y no podemos olvidar sus populares “aleluyas” y sus dibujos para campañas publicitarias institucionales y comerciales.
 Militante socialista, desde el año 1934 colaboró esporádicamente en El Socialista, donde inmortalizó su personaje de “el señor Cayetano”, y con más frecuencia en Claridad, el portavoz del ala izquierda del socialismo español, en buena parte gracias a su amistad particular con el periodista Javier Bueno, que llegó a dirigir la publicación. Acabada la Guerra Civil, sus dibujos en este órgano socialista le valieron su ingreso en la cárcel de Porlier, primero, y su condena a muerte, después; el fiscal, a falta de otros delitos, insistió en su alegato en sus dibujos en la prensa obrera, afirmándose en la sentencia que eran "una campaña difícilmente contra los sentimientos que encarnaba el Movimiento Nacional, llena de injurias y de expresiones soeces, tendiendo con todo ello a alentar la resistencia armada contra la auténtica España [...] y principalmente el clero, que aquí pintaba como enemigo feroz del proletariado". Le fue conmutada la última pena, pero hasta 1944 recorrió distintos penales, como Valdenoceda (Burgos) o Alcalá de Henares, de los que pudo sacar, escondidos entre la ropa sucia, impresionantes dibujos que siguen siendo un alegato contra la crueldad de los presidios franquistas.
Profesor del Instituto de Guadalajara
Desde 1934 intentó acceder a una plaza de profesor de dibujo en la enseñanza pública, y en la primavera de 1936 ya aparecía entre los profesores del Instituto de Bachillerato de Guadalajara, precisamente ofreciendo un premio a sus alumnos más aventajados. En 1937 fue nombrado catedrático de Dibujo de este centro educativo. Según el profesor Gabriel Vergara Martín, que le denunció al responder el cuestionario del expediente de depuración que sufrió en 1939, cesó en su puesto el 30 de agosto de 1937 por traslado al Instituto Pérez Galdós de Canarias, aunque lo cierto es que se dirigió a Madrid, donde fue profesor de dibujo en el Instituto Obrero de la capital de la República, que dirigía Marcelino Martín González del Arco, también socialista y también catedrático del Instituto alcarreño.
Durante los treinta años que trascurrieron desde su salida de la cárcel de Alcalá de Henares hasta su fallecimiento en Madrid, continuó dedicándose a las artes plásticas: siguió ilustrando populares "aleluyas"  (destacando unas Aleluyas de Higiene para alumnos de escuelas primarias encargadas por la Dirección General de Sanidad), diseñando carteles y campañas publicitarias (como la del Fósforo Ferrero) y realizando cubiertas para libros (por ejemplo, en 1947 la de la novela Segundo López, aventurero urbano de Leocadio Mejías para la editorial Rolla). Del mismo modo, recuperó su faceta de pintor, participando en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1952.
JUAN PABLO CALERO DELSO

1 comentario:

  1. Fue profesor de mi padre en el curso 1936-37 y muy amigo de mi abuelo Enrique cuando era presidente de la diputación de Guadalajara y de Marcelino Martín alcalde de Guadalajara.

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