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domingo, 18 de junio de 2017

JOAQUÍN MONTESORO MORENO

MONTESORO MORENO, Joaquín
[Tartanedo, 5 de junio de 1780 / ]

Joaquín Montesoro Moreno Malo de Molina Crespo, nació el 5 de junio de 1780 en Tartanedo, localidad del Señorío de Molina que en 1833 quedó incorporada a la provincia de Guadalajara.

Su entorno familiar
Eran sus padres Carlos Montesoro Malo de Molina, nacido en Madrid el 4 de octubre de 1743, y Antonia Moreno y Crespo, nacida en Tortuera (Guadalajara) el 7 de julio de 1756. Tuvieron tres hijos: Joaquín, Manuel, oficial del Ejército, y Josefa. Carlos Montesoro Malo de Molina era regidor perpetuo del Ayuntamiento de Molina de Aragón pues la familia Montesoro, aunque de origen italiano, llevaba asentada en el Señorío molinés desde el siglo XV y pertenecían al estamento nobiliario. En el siglo XVIII recibieron la herencia de los Rivas, una de las familias principales de Molina de Aragón y su comarca.
En 1796 marchó a Alcalá de Henares para cursar estudios en la Academia de Santa María de Jesús de la Universidad de la ciudad complutense. De vuelta al Señorío molinés, desde los primeros años del siglo XIX se convirtió en una personalidad destacada en su tierra natal; por entonces se fundó en Molina una Junta de Caridad, por iniciativa del corregidor Ignacio Yáñez Rivadeneyra y de Rafael Garcés de Marcilla, en la que Joaquín Montesoro tuvo, a pesar de su juventud, una activa participación. Además de apoyar económicamente a los más necesitados, alimentó en su casa a algunos menesterosos de la población y en el frío invierno molinés adecentó una casa de su propiedad y pagó el salario de una persona para que allí pudiesen acogerse los niños sin familia que deambulaban por el Señorío.
La Guerra de la Independencia
Pero la Guerra de la Independencia amplió sus horizontes personales; el 3 de mayo de 1808, siendo regidor de la capital del Señorío, un grupo de vecinos acudieron a él, como persona distinguida y respetada, para que impidiese que las rentas del Señorío se entregasen a los recaudadores enviados por las autoridades españolas ante el temor de que pudiesen caer en manos de los franceses o de sus colaboradores españoles. Solicitaban que esos recursos permaneciesen en el Señorío, una petición que, además, se justificaba por la crisis política y económica que vivía el país y que ya había provocado incidentes en el pueblo de Torremocha del Pinar cuando, un año antes, se habían querido cobrar los impuestos.
Al día siguiente, 4 de mayo, llegaron a Molina de Aragón las primeras noticias del levantamiento popular de Madrid y de la dura represión desatada por el mariscal Joachim Murat. Inmediatamente, muchos vecinos se fueron concentrando espontáneamente frente al domicilio del corregidor Vallarino, a quien se suponía amigo de los franceses, en actitud amenazante. De nuevo Joaquín Montesoro intervino para calmar los ánimos de los más exaltados, aunque el corregidor murió pocos días después en extrañas circunstancias.
A la vista de los acontecimientos, en la segunda quincena del mes de mayo, se reunieron las personalidades más señaladas de la ciudad para formar una Junta de Gobierno, en la que estaba Joaquín Montesoro, que declaró la independencia del Señorío de Molina, reconoció a Fernando VII como su rey, declaró la guerra a Francia y, finalmente, impidió que las rentas del Señorío se entregasen a las autoridades afrancesadas. La componían Joaquín Montesoro, Joaquín Asensio de Ocón, que en 1809 había sido sustituido por Juan Masegosa, Francisco Fernández y, como secretario, Mateo Nicolás Sanz Téllez.
El 23 de febrero de 1809 la Junta la Junta Superior de Observación y Defensa del Señorío, que presidía Joaquín Montesoro, invitó a las de Teruel, Albarracín, Calatayud y Daroca a que enviasen dos delegados a Monreal del Campo con el objetivo de coordinar sus fuerzas frente a la agresión francesa. Al mismo tiempo, la Junta de Gobierno que en Zaragoza presidía el general José Palafox propuso que se estableciese una Junta Superior de Aragón que ejercería su jurisdicción sobre este reino y algunas zonas limítrofes de Castilla, una petición que Lorenzo Calvo de Rozas defendió en la Junta Central. Constituida formalmente esa Junta, en ella se integró Joaquín Montesoro como representante de Molina y su Señorío.
Consagrado éste a la Junta Superior de Aragón, fue nombrado presidente de la del Señorío el corregidor José Antonino Colmenares, pero su torpe actuación al frente de la misma levantó las protestas de los molineses, que enviaron a Ramón López Pelegrín para que informase del motivo de su descontento y solicitaban que Joaquín Montesoro volviese a dirigirlos.
Aprobada la Constitución de 1812, se establecieron las Diputaciones Provinciales; la de Guadalajara, que fue una de las primeras en constituirse, celebró su primera reunión el 25 de abril de 1813. El primer Jefe Político de Guadalajara fue Guillermo de Vargas y Ximenez de Cisneros, y los diputados elegidos para esta primera Diputación fueron Joaquín Montesoro, Félix Herrero Valverde, José López de Santamaría, Francisco Hernández Vargas, Baltasar Carrillo Manrique, Ventura Zubiaur y Fernando García del Olmo, actuando Juan José Merlo como secretario y José López de Juana Pinilla como intendente. Ese mes de abril de 1813 la Diputación permaneció en Anguita, por no estar liberada la capital provincial, en mayo pudo celebrar en Cifuentes sendas sesiones los días 16 y 24 de ese mes y desde el 9 de junio ya pudo instalarse la corporación provincial en la ciudad de Guadalajara.
El reinado de Fernando VII
Con la vuelta de Fernando VII y la restauración del régimen absolutista, Joaquín Montesoro se vio perseguido, como todos los liberales guadalajareños. Pero en 1820 el triunfo del pronunciamiento de Rafael del Riego le devolvió al primer plano de la política. Fue nombrado Jefe Político subalterno de la provincia alcarreña y el 12 de abril de 1821 ocupó la presidencia de la restablecida Diputación constitucional, que formaba con Antonio Medrano Heredia, Melitón Romero de Tejada, Matías Mariano Maestre y Juan Antonio Hernández Morales. La situación de la renacida institución fue tan precaria que la sede de la Diputación estuvo radicada temporalmente en su propio domicilio particular.
Como Jefe Político combatió las guerrillas absolutistas y en abril de 1821 repelió la incursión de una partida que, expulsada de la provincia de Burgos, pretendió asentarse en la de Guadalajara. También inició el proceso de desamortización aprobado por el gobierno liberal, y se dice que se presentó personalmente en el Monasterio de San Bartolomé de Lupiana, de la orden Gerónima, para enviar a Madrid o subastar en Guadalajara diversos bienes del patrimonio conventual.
Condenado al ostracismo después de la victoria de los ejércitos realistas en 1823, volvió a la actividad política tras la muerte de Fernando VII. El 10 de diciembre de 1833, la Reina Gobernadora le nombró Subdelegado de Fomento de Teruel, pasando después a ocupar el cargo de Jefe Político de esa provincia. Y en virtud de este cargo, el 12 de noviembre de 1835 presidió la constitución de la Diputación Provincial turolense.
Al frente de esta provincia aragonesa tuvo que combatir activamente a los partidarios del pretendiente Carlos María Isidro de Borbón, especialmente activos en el Maestrazgo en esta Primera Guerra Carlista. Se le adscribió durante esos años a la facción moderada del liberalismo, y en la prensa de Guadalajara se le reconocía como uno de sus más destacados representantes.
Profesionalmente figuraba como hacendado y ganadero. Si su familia poseía importantes rentas y propiedades en el Señorío de Molina, Joaquín Montesoro las acrecentó gracias a los procesos desamortizadores de 1836 y 1855, aprovechando la legislación impulsada por Juan Álvarez Mendizábal para adquirir 683 parcelas rústicas y en 1859 compró dos casas en Molina de Aragón que valían 4.070 reales. Además, en 1856 le encontramos administrando los bienes que tenía en el Señorío de Molina el conde de Priego.
Fue nombrado caballero de la Orden de Carlos III el 3 de noviembre de 1805, y así se recoge en el escudo nobiliario que adorna la fachada del palacio de los Montesoro, en Molina de Aragón.

Elección y actividad parlamentaria
En las elecciones a diputados en Cortes que se celebraron en julio de 1836 sólo salió elegido por mayoría absoluta en la primera vuelta el moderado Ambrosio Tomás Lillo. Para las ternas de los otros dos diputados fueron elegidos: Francisco Romo y Gamboa, Baltasar Carrillo Manrique, Joaquín Berdugo, Alfonso Peralta, Jacinto Garrido y Joaquín Montesoro, que en la segunda vuelta obtuvo una votación significativa pero insuficiente para ganar el escaño, que fue a parar a candidatos progresistas.
Fue postulado como Senador en los comicios celebrados el 20 de octubre de 1837 y elegido por la Reina Gobernadora entre la terna propuesta; fue, con diferencia, el candidato más votado, 1.305 votos, con un censo electoral más numeroso que el de anteriores comicios. La solemne apertura de las Cortes se celebró el 19 de noviembre, pero no juró su cargo hasta el 28 de febrero de 1838. Continuó en el Senado durante las sucesivas legislaturas hasta la de 1840.
En la sesión celebrada por el Senado el 15 de febrero de 1840 se leyó la relación de aquellos senadores que no habían cesado en su cargo ni habían sido comprendidos en la segunda renovación del Senado y que, por lo tanto, formarían en la Cámara Alta durante el año 1840, y entre ellos estaba Joaquín Montesoro. Los sucesos que provocaron el final de la Regencia de María Cristina de Borbón forzaron la brusca clausura de esta legislatura el 23 de julio de 1840.
En 1837 fue miembro de las Comisiones que analizó la validez de las actas electorales, que evaluó la aprobación de una quinta de 40.000 hombres para la Guerra Carlista y que estudió la validez de los testamentos otorgados en Villanueva y Geltrú (Barcelona).
Fue nombrado suplente para la Comisión encargada de recibir a la reina en la solemne sesión de apertura de las Cortes de 1840. Perteneció a la Cuarta Sección y presentó una moción para que fuese declarada Fiesta Nacional el 18 de junio, aniversario de la promulgación y juramento de la Constitución progresista de 1837, formando parte de la Comisión que se nombró con ese motivo.
JUAN PABLO CALERO DELSO

jueves, 15 de junio de 2017

JULIÁN FERNÁNDEZ ALONSO

FERNÁNDEZ ALONSO, Julián
[Zamora, 1846 / Guadalajara, 2 de enero de 1887]

Julián Fernández Alonso nació en 1846 en la ciudad de Zamora, hijo de Andrés Fernández y de Joaquina Alonso, también zamoranos, pero muy pronto se trasladó a vivir a Madrid, donde empezó a trabajar como tipógrafo, llegando a ser regente en la imprenta de Diego Valero.
Desde sus orígenes se afilió a la Federación Regional Española de la Primera Internacional, fundada en diciembre de 1868, y animó a ingresar en ella a los compañeros de profesión con los que coincidía y a los jóvenes aprendices a los que iba enseñando su oficio en diferentes imprentas madrileñas, entre los que destacaron Pablo Iglesias Posse, Antonio García Quejido y Alfonso Martín Manzano.
Tuvo una relación más estrecha con Pablo Iglesias, con quien colaboró muy intensamente en la difusión del marxismo en nuestro país. Fue Julián Fernández, como secretario de su Sección de Tipógrafos, junto a José Ortiz de Zárate, tesorero de la citada sociedad, quien en 1870 avaló la solicitud de ingreso de Pablo Iglesias en la Primera Internacional; a cambio, fue el propio Pablo Iglesias el que firmó, en septiembre de 1873, la hoja de adhesión de Julián Fernández a la Asociación del Arte de Imprimir, la pequeña sociedad de tipógrafos madrileños en la que su amigo Iglesias había entrado el 4 de mayo de ese mismo año. Julián Fernández Alonso ocupó, desde 1875 hasta su marcha a Guadalajara, el cargo de Tesorero de la citada Asociación desempeñando este cargo “con una escrupulosidad y un celo extremados".

Pionero del socialismo en Guadalajara
En 1875 sólo había en la ciudad de Guadalajara una imprenta dirigida por la familia Ruiz, asentada en la Alcarria desde los primeros años de ese siglo. Para atender sus propias necesidades, y para instruir en el oficio de impresor a algunos niños asilados en la Casa Inclusa, la Diputación aprobó una partida presupuestaria de 12.500 pesetas, repartida entre los ejercicios de 1877 y 1888, con el propósito de poner en marcha su imprenta en la Casa de Expósitos de la calle Alamín. Inaugurada el 1 de julio de 1877, fue nombrado administrador Tadeo Calomarde Jiménez y regente Alfonso Martín Manzano. Cuando en 1878 se ampliaron las instalaciones hubo que contratar nuevos operarios y, al no encontrarlos en la provincia, recurrió Alfonso Martín a dos de sus amigos madrileños: Julián Fernández Alonso, que fue oficial primero y segundo regente, y Enrique Burgos Boldova, ambos pertenecientes al núcleo marxista de Madrid. En Guadalajara, aquél mantuvo su espíritu proselitista y muy pronto organizó, con los empleados de la Imprenta Provincial y algunos de sus familiares, un grupo clandestino de ideología socialista.
En la primavera de 1879 se celebraron las primeras reuniones que tenían como objetivo la fundación de un partido obrero de ideología marxista; nacía así el PSOE como fruto de una determinación muy prematura porque, en palabras de Juan José Morato, entonces sólo había un puñado de amigos en Madrid, otro en Barcelona, y menos aún que un puñado en Guadalajara, éstos, tipógrafos amigos de Iglesias procedentes de Madrid". Así, de la mano de Julián Fernández Alonso, Guadalajara tuvo un evidente protagonismo en la articulación del socialismo español y en 1880 ya se puede considerar organizada la Agrupación Socialista alcarreña, que reunía a unos quince o veinte afiliados.
En 1882 este pequeño núcleo de tipógrafos socialistas agrupó a todos los trabajadores de artes gráficas de la capital de la Alcarria, primero como una Subsección de la Asociación del Arte de Imprimir de Madrid y, a partir de la constitución de la Federación Tipográfica, formaron una Sección propia de la que Tomás Gómez fue su presidente, Ligorio Ruiz era su secretario y Julián Fernández Alonso ocupaba el cargo de tesorero. Ese mismo año, estos compañeros recibieron durante unos días a Pablo Iglesias, que se alojó en casa de Fernández Alonso, necesitado de descanso y tranquilidad por prescripción del doctor Jaime Vera. Fueron estos tipógrafos alcarreños los encargados de publicar un Boletín anual de la Federación tipográfica, que se tiraba en la Imprenta Provincial y que los hermanos Cordavias, carteros y socialistas, distribuían gratuitamente por todo el país.
Julián Fernández se casó con Bibiana Martínez Sanz, natural del pueblo alcarreño de Archilla, con la que tuvo seis hijos (Alfonso, Andrés, Julio, Alfonso, María y Julián) de los que fallecieron tempranamente los dos primeros. En Guadalajara, primero se instalaron en la calle del Arrabal del Agua y, más adelante, residieron en el piso principal del número tres de la calle Cardenal González de Mendoza. Y en ese domicilio, a las nueve de la mañana del 2 de Enero de 1887, moría Julián Fernández sin recibir asistencia médica. En El Socialista se publicó una sentida necrológica de aquel "valiente soldado del ejército obrero".
La Diputación acordó conceder "a Doña Bibiana Martínez, viuda del cajista que fue de la Imprenta de la Provincia D. Julián Fernández Alonso, el importe del haber de una mensualidad del finado, en concepto de paga de tocas, por los buenos servicios prestados por aquel y la pobreza absoluta de su familia". Como sostiene Morato, no cabe duda que, "por su conducta ejemplar”, aquel pionero del socialismo tenía "la simpatía de lo mejor de Guadalajara".
JUAN PABLO CALERO DELSO

lunes, 12 de junio de 2017

ENRIQUETA HORS BRESMES

HORS BRESMES, Enriqueta
[Madrid, 1907 / ]

Enriqueta Hors Bresmes nació en Madrid en el año 1907. Era hija de Alfredo Hors Pérez y Petra Bresmes.
En 1928 completaba sus estudios de Licenciatura en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, mereciendo uno de los dos Premios Extraordinarios concedidos en la Sección de Letras; al año siguiente fue distinguida por su aplicación con un premio en metálico con cargo a los Presupuestos del Estado. En esos mismos años, su hermana Pilar cursaba sus estudios en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central en Madrid.
Durante su etapa de estudiante universitaria ya había destacado por su inteligencia; el 7 de octubre celebraba la Dictadura primorriverista el Día del Libro Español, y con ese motivo se realizaban innumerables actos de los que daba cumplida cuenta la prensa de la época; en la conmemoración del año 1926 ella fue una de las conferenciantes en la Asociación de Escritores y Artistas en Madrid. Pero también se había señalado por su espíritu avanzado y rebelde; en 1929, siendo alumna de doctorado, fue una de las firmantes, junto a su hermana Pilar, de un manifiesto rubricado por las estudiantes de la Universidad madrileña que rechazaron la “galantería” que la Dictadura había tenido con ellas, al permitirlas realizar sus exámenes de septiembre, mientras que a sus compañeros masculinos se les retiraba ese derecho en represalia por las algaradas estudiantiles de la Federación Universitaria y Escolar (FUE).
Una vez obtenida la licenciatura, pasó a colaborar muy activamente en la Sección de Filología del Centro de Estudios Históricos que dirigía Ramón Menéndez Pidal, una de las instituciones científicas más notables de la época, dentro de la órbita de la Junta para la Ampliación de Estudios. Allí continuó con sus investigaciones, y colaboró con algunos de los proyectos más ambiciosos del Centro, como la prepa­ración desde 1929 del Romancero español o hispánico gracias a una ayuda del hispanista estadounidense Archer Milton Huntington, fundador de la Hispanic Society de Nueva York, que no se pudo publicar hasta 1965, bajo la dirección de Rafael Lapesa, con el título de Crestomatía del español medieval.
Publicaba ella por entonces sus primeros trabajos, como un prólogo a La Galatea, de Miguel de Cervantes para la edición de la Compañía General de Artes Gráficas dentro de su colección “Las cien mejores obras de la literatura española”, o La prudencia en la mujer, de Tirso de Molina. De entonces son sus primeras colaboraciones en la prensa; por ejemplo, en el número del mes de febrero de 1930 de Filosofía y Letras, que se reclamaba “Revista de los Estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid”.
Además, se integró plenamente en la vida académica de la Universidad española. Desde 1928 figuró como profesora ayudante de los cursos de verano para alumnos extranjeros organizados por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central en la Residencia de Estudiantes, bajo la dirección de intelectuales tan prestigiosos como Pedro Salinas; ese primer año fue la elegida para intervenir públicamente en la clausura del curso.
En 1930 asistió a los cursos de verano de español para extranjeros que se ofrecían en la ciudad de Santander, ejerciendo como profesora de prácticas para los alumnos que llegaban desde el resto de Europa. Ya durante la República, los cursos se trasladaron a la Universidad Internacional de Santander, y en el verano de 1933 fue una de las encargadas de las clases prácticas en el curso de español para extranjeros en el que impartieron las clases teóricas literatos y profesores tan destacados como Dámaso Alonso, Jorge Guillén, Gerardo Diego o Tomás Navarro Tomás, y que contó también con una serie de representaciones del grupo teatral La Barraca, que dirigía Federico García Lorca.
También se preocupó por su futuro profesional, y desde el 30 de octubre de 1930 hasta el 30 de septiembre de 1932 fue aspirante al magisterio secundario en el Instituto Escuela de Madrid. En 1935 aprobó las oposiciones a Cátedras de Lengua y Literatura, siendo destinada al Instituto Ramón Muntaner de Figueras, en la provincia gerundense, donde continuó dando clase hasta el final de la Guerra Civil.
Perdida Cataluña por el Ejército Popular de la República en las primeras semanas de 1939, Enriqueta Hors debió de sufrir el preceptivo expediente de depuración decretado por las autoridades educativas franquistas. Sorprendentemente, y a pesar de sumar tantas circunstancias adversas, según resolución del 1 de febrero de 1940 fue confirmada en todos sus derechos y autorizada a permanecer en el escalafón profesional, seguramente por gozar de la protección y el aval de Ramón Menéndez Pidal.
 Directora del Instituto de Guadalajara
Se trasladó al Instituto de Guadalajara, que poco a poco normalizaba su actividad académica, bajo la dirección de su catedrático de Lengua Francesa, Adolfo Gómez-Cordobés Hernández, que sustituía al encarcelado Julio Juan y Blanquer. Al comenzar el curso de 1942-1943, y pasar el profesor Gómez-Cordobés a dirigir la Escuela Normal de Magisterio alcarreña, dejó vacante la dirección del Instituto, que recayó en Enriqueta Hors Bresmes. Aunque existía el precedente de Dolores de Palacio, directora del Instituto de Peñaranda de Bracamonte en 1933 y del de Ávila entre 1940 y 1945, Enriqueta Hors fue una de las primeras mujeres en ponerse al frente de un Instituto de Segunda Enseñanza masculino,
Desde luego, se convirtió así en la primera mujer que se hizo cargo de la Dirección del Instituto de Bachillerato de Guadalajara y, además, lo hizo en circunstancias especialmente difíciles, meses después de que terminase la Guerra Civil. A primera vista sorprende que en esa España tan totalitaria como tradicionalista una mujer vinculada a la Institución Libre de Enseñanza, y que venía directamente de un centro educativo de Cataluña donde impartió clase hasta 1939, ocupase ese cargo; pero, según testimonios de alumnos del Instituto arriacense de aquellos años, su capacidad y su personalidad destacaban tan sobremanera sobre el gris y depurado claustro profesoral de aquella Guadalajara, que ni siquiera a las autoridades franquistas se les ocurrió designar a otro catedrático para ese puesto.
Durante su etapa al frente del Instituto, sobre todo en sus primeros años, desplegó una actividad impresionante. En las celebraciones del Día del Libro, en las sesiones públicas de apertura y clausura de los cursos y en cualquier acto de carácter literario, casi siempre era la encargada de pronunciar la conferencia de rigor; teniendo que reseñar que siempre se limitaba en sus charlas, por más oficiales que fuesen, a tratar aspectos culturales y que nunca hizo apología del régimen franquista ni se identificó públicamente con él. Sabemos que en sus clases de Literatura española incluía, al margen de los libros de texto y del programa oficial, explicaciones y referencias a Antonio Machado o Federico García Lorca que estaban fuera del currículo académico del primer franquismo.
A ella debe el hoy Liceo Caracense la restauración y recuperación de parte de su tesoro artístico y de su patrimonio educativo. Y fue iniciativa suya, después de descubrir y recuperar sus restos, dar al Instituto el nombre de Brianda de Mendoza, la fundadora del convento para jóvenes que ocupó el palacio que acogía al Instituto de Bachillerato de la ciudad. Renunció al cargo en el año 1950, después de haber abierto camino a otras muchas mujeres.
Durante veinte años formó parte tanto de la vida cultural de la provincia, por ejemplo, perteneció al Patronato del Centro Provincial Coordinador de Bibliotecas de Guadalajara, como de las actividades propias del Cuerpo de Catedráticos de Institutos, integrando los tribunales de oposición para la selección del profesorado de Institutos de Enseñanza Media en los años 1959 y 1960, entre otros. También fue vocal de la Junta Provincial del Censo Electoral en 1945 y formó parte del jurado del certamen literario convocado por el Ayuntamiento de Guadalajara en 1947.
En 1960 viajó a Montevideo en comisión de servicios para cuidar a su hermana enferma, pero, llegado el tiempo de volver a su puesto en España, solicitó que se le ampliase la comisión y, como fuese rechazada su petición, pidió la excedencia del servicio activo como catedrática del Instituto de Guadalajara, con la pretensión de "ampliar sus estudios". Conviene reseñar que su padre había nacido en Montevideo, aunque vino a España siendo niño, pues aquí completó sus estudios de Bachillerato en el Instituto San Isidro de Madrid y se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad Central madrileña.
Regresó a España para el curso 1965-1966, obteniendo plaza en el Instituto de Manresa, sin que hayamos podido saber cuáles fueron los motivos de su estancia en América ni que actividades desarrolló en ese período.
JUAN PABLO CALERO DELSO

miércoles, 31 de mayo de 2017

JOSÉ LORENZO PRADES

LORENZO PRADES, José
[Valderrobles, ¿? / ]

Nació en la localidad turolense de Valderrobres, cabecera de la comarca del Matarraña, en el oriente aragonés, y estudió en el colegio San Valero de Alcañiz. Contrajo matrimonio con Vicenta Pérez Lafuente, que falleció aún joven en septiembre de 1875 en la capital zaragozana.
Destacó su labor periodística, fundando en su localidad natal los periódicos El Matarraña, en el año 1867, y La Algarabía, al año siguiente. Con posterioridad colaboró en diversas publicaciones en las tres provincias aragonesas, algunas de los cuales llegó a dirigir, como por ejemplo El Diario de Huesca en la capital oscense desde junio de 1881, en Zaragoza el Diario de Avisos en 1875, El Diario Mercantil en 1896 y El Mercantil de Aragón al año siguiente y La Derecha, que se reclamaba periódico democrático, en 1899, o en la provincia turolense La Comarca de Alcañiz en 1888, con cuya representación acudió a las reuniones para erigir un monumento al Justicia Mayor de Aragón, Juan de Lanuza. No fue su única participación en las actividades sociales de los primeros años de la Restauración; en 1886 fue invitado a formar parte de una comisión que en Zaragoza recababa fondos para ayudar a las víctimas del terremoto en Andalucía, que se hizo célebre por el desfalco de parte de sus recursos por uno de sus miembros.
Políticamente se adhirió muy tempranamente al republicanismo federal y fue diputado provincial por Teruel durante el Sexenio Revolucionario. De sus escritos se desprende un firme republicanismo, compatible con una proclamada fe católica, y un profundo aragonesismo, un pensamiento que se resume perfectamente en este breve texto publicado en 1899: “Pueblo cristiano, liberal y democrático. No admite la peregrina definición de El Liberalismo, escrita por el intransigente Sardá [y Salvany], ni acepta otra religión que la del Crucificado. Por eso rinde fervoroso culto á su excelsa patrona la Virgen del Pilar, lo mismo en los supremos instantes de lucha por la independencia de la patria contra el ejército del gran Napoleón, que durante los sangrientos combates habidos contra los eternos enemigos de la democracia y el progreso. El primer árbol de la libertad se plantó en el Calvario y puede asegurarse sin jactancia que el segundo fructificó en Zaragoza”.
En 1870 ya residía en esa capital bajoaragonesa, donde se vio involucrado en un lance chusco: el Jefe de Fomento de la provincia retó a duelo al republicano Víctor Pruneda como consecuencia de unos escritos de éste publicados bajo la firma de “salud y fraternidad”; José Lorenzo Prades y Ambrosio Gimeno fueron escogidos como padrinos por Víctor Pruneda, pero la policía desbarató el duelo, cuya inmediata celebración era conocida por todos los turolenses. José Lorenzo Prades escribió a La Época para rechazar algunas de sus afirmaciones sobre el asunto, y como no obtuvo satisfacción, remitió el texto a La Discusión. Para entonces ya era una de las figuras más relevantes del republicanismo turolense, pues en calidad de su representante escribe a La Discusión en mayo de 1870 para comunicar la adhesión a un manifiesto suscrito por la prensa republicana el día 7 de ese mismo mes y año.
En marzo de 1873, con motivo de la primera renovación de gobernadores civiles que hizo la República, fue designado secretario del Gobierno Civil de Alicante; para entonces ya no residía en Valderrobres. En el mes de julio fue designado gobernador civil de Guadalajara en sustitución de Antonio Altadill, después de que se dejase sin efecto un nombramiento previo a favor de Valentín Corona, que no llegó a incorporarse a su destino; su designación era comentada en la prensa desde la llegada de Francisco Pi y Margall a la presidencia de la joven República, pero permaneció como delegado gubernativo de la provincia alcarreña hasta enero de 1874, después de que el pronunciamiento del general Manuel Pavía enterrase la República democrática.
Durante la Restauración borbónica siguió fiel al ideario republicano y en el verano de 1887 formaba parte del Comité Provincial de Zaragoza del Partido Republicano Progresista. La última noticia que tenemos de él es el telegrama que dirigió a la presidencia del mitin que los republicanos celebraron en su Valderrobres natal el día 6 de septiembre de 1903, adhiriéndose al acto pero manifestando su pesar porque su quebrantado estado de salud no le permitía asistir personalmente.
JUAN PABLO CALERO DELSO