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lunes, 2 de noviembre de 2020

GREGORIO HERRÁINZ DE HERAS

HERRÁINZ DE HERAS, Gregorio
[Leganiel, 9 de mayo de 1842 / ]


Gregorio Herráinz de Heras (o de las Heras) nació en el pueblo de Leganiel, en la comarca de la Alcarria conquense, el día 9 de mayo de 1842. Era hijo de Felipe Herráinz de Parada, que ejercía como maestro de niños en aquella localidad, y de Juana de las Heras, tras cuyo fallecimiento su marido se hizo sacerdote. A pesar de contar con escasa fortuna familiar, Gregorio Herráinz estaba emparentado con los Guzmán y Manrique, que formaban parte de la elite política y económica alcarreña. En 1869 contrajo matrimonio en la ciudad de Guadalajara y, tres años después, nació su único hijo, que falleció en Valladolid el día 19 de septiembre de 1881.
En el año 1858 inició sus estudios en la Escuela Normal de Cuenca, con un permiso personal por no alcanzar la edad reglamentaria, pero para el segundo curso se trasladó a la Central de Maestros de Madrid, donde completó su carrera habiendo obtenido sobresaliente en todas las asignaturas y donde obtuvo en el año 1860 el diploma para la enseñanza a sordomudos y ciegos. La necesidad de ayudar en los estudios a sus tres hermanos pequeños le obligó, por la escasez de recursos económicos familiares, a opositar con éxito a la plaza de maestro de la Escuela de Hiendelancina, donde impartió clase muy pocos meses.
Ingresó por oposición en el Cuerpo de Profesores de Escuelas Normales el 16 de enero de 1864, con solo veintiún años de edad y se jubiló, “por haber cumplido la edad reglamentaria”, mediante un Real Decreto firmado el 9 de septiembre de 1918, cuando era el número uno del escalafón de profesores numerarios de Escuelas Normales y director de la de Zaragoza. Su primer destino fue como tercer profesor de la Sección de Letras en la Escuela Normal de Oviedo, en la que solo permaneció hasta el día 17 de Mayo de 1865, cuando consiguió el traslado a la de Guadalajara, ciudad en la que residió durante doce años.

Sus años en Guadalajara
Durante su estancia en Guadalajara continuó con sus estudios y realizó el curso especial de Dibujo Lineal Hendricks en la Escuela Normal Central madrileña, que le subvencionó la Diputación Provincial a causa de una situación económica particular tan penosa que en el acta del 5 de febrero de 1870 de la corporación provincial se recoge la decisión de conceder a Gregorio Herráinz de las Heras, “profesor tercero de la Escuela Normal de Maestros de esta provincia, una habitación que existe sin ocupar en el referido establecimiento, atendiendo al corto sueldo que disfruta”, cuando ya había contraído matrimonio.
En tierras alcarreñas desplegó una incansable actividad docente, impartiendo clases gratuitamente en el Círculo Mercantil y en la Escuela nocturna para adultos de la capital. En el año 1872 publicó el libro Modo de propagar la instrucción primaria en las poblaciones agrícolas y clases jornaleras, que era el lema del concurso público que había convocado la Sociedad Económica Matritense y en el que obtuvo el primer premio. En esta obra se muestra como un profundo conocedor de todas las circunstancias de la vida cotidiana de los campesinos, entre los que creció, y ofrece soluciones políticas en la línea del republicanismo contemporáneo más avanzado, manifestándose como un reformador social laico.
Durante el Sexenio Revolucionario se puso en marcha en Guadalajara la Escuela Normal de Maestras, una medida que suponía un avance muy significativo para la condición de la mujer en tierras alcarreñas y que abrió sus puertas en el año 1872 bajo el impulso de Gregorio Herráinz, que fue su primer Secretario y el redactor de su Reglamento. Continuó impartiendo clase en la Normal de Maestros y en la Exposición Provincial de Guadalajara de 1876 fueron premiados sus programas razonados de las asignaturas de Gramática, Geografía e Historia.
Formó parte de las Juntas Local y Provincial de Instrucción Pública de Guadalajara; de la primera, en 1873 como representante del Ayuntamiento; y de la segunda como padre de familia por nombramiento del Presidente del Poder ejecutivo del día 12 de Setiembre de 1874. En la capital alcarreña, y por su iniciativa, la Junta adquirió “dos nuevos locales a largo plazo de arrendamiento para dejar otros de todo punto inadecuados e insalubres; el material aumentó considerablemente y por medios extraordinarios, y el Magisterio percibió cuanto se le debía por atrasos”.
Igualmente promovió la unión profesional de los docentes de Primera Enseñanza, en el convencimiento de que “si la asociación existiera entre los maestros, cuando se echa encima un proceso electoral, estudiarían las condiciones de la lucha, designarían su candidato propio para cada uno de los distritos que permitieran concebir juiciosas esperanzas de éxito”. Con ese propósito, Gregorio Herráinz de las Heras elaboró con precisión y amplitud un proyecto de asociacionismo corporativo de los maestros que hizo público, aunque reconocía las dificultades de llevar a la práctica su propuesta, pues al ser el Magisterio una “colectividad que se ramifica casi por todas las localidades, ofrece, sin embargo, un cuadro desgarrador de disgregación y presenta rotos los mil vínculos de enlace que habrían de ser sus inagotables focos de prestigio, de fuerza y de bondad”. A pesar de todo, en 1873 se celebró en la Universidad Central madrileña una Asamblea del Magisterio nacional, a la que fue enviado como representante de la provincia de Guadalajara, siendo nombrado miembro de la comisión redactora del Reglamento de una efímera Asociación Nacional del Magisterio, que finalmente se constituyó en la provincia de Guadalajara en 1874, siendo nombrado Gregorio Herráinz su primer presidente.
También se implicó en las luchas políticas de la provincia en aquel agitado período. El día 29 de septiembre de 1868 fue uno de los dirigentes políticos que accedió a la Casa Consistorial de Guadalajara para proclamar el destronamiento de Isabel II y el triunfo de la Revolución. En 1869 se alineó con la escisión republicana, siguiendo a su pariente José Guzmán y Manrique Ruiz que ese mismo año fue elegido para ser el primer presidente provincial del Partido Republicano Federal. Gregorio Herráinz formó parte del Comité Local Republicano de la capital alcarreña junto a Hilarión Guerra Preciado, Emilio Carrasco, Vicente García Ron, Crispín Ortega, Agapito Gutiérrez y Fernando Artega y en junio de 1873 salió elegido concejal en la ciudad de Guadalajara con el apoyo de los republicanos. También se dice que dirigió un periódico en esta capital, aunque no hemos podido confirmarlo por haber desaparecido todos los ejemplares de la prensa provincial en los años del Sexenio.
Tras su marcha, Gregorio Herráinz siguió visitando la provincia y en el año 1909, cuando ya era director de la Escuela Normal de Zaragoza, pasó el verano en Sigüenza.

Su actividad profesional
En 1876, con el regreso de la monarquía borbónica en la figura de Alfonso XII, solicitó y obtuvo su traslado a la Escuela Normal de Soria, para la que fue nombrado segundo maestro mediante una Real Orden fechada el día 15 de diciembre de 1876 y donde cesó el 12 de febrero de 1877, después de haber solicitado una licencia de quince días, por lo que apenas impartió clase durante dos meses en esa capital castellana, regresando a la Escuela de Guadalajara.
Pero su retorno a tierras alcarreñas fue muy breve, pues el 15 de enero de 1878 se incorporó a la Escuela Normal de Valladolid. Desengañado de la lucha política partidista tras el final del Sexenio Revolucionario, aunque siempre estuvo identificado con las ideas de progreso y laicismo, en la ciudad vallisoletana se volcó en la actividad periodística, dirigiendo una revista profesional del Magisterio y asumiendo las labores de primer redactor de diario El Norte de Castilla hasta principios de 1882, además de dar clases particulares para aumentar sus menguados ingresos. En el año 1878 redactó, por encargo del Ayuntamiento vallisoletano, una Memoria sobre el estado de la educación e instrucción de las escuelas públicas de Valladolid.
La muerte de su único hijo en septiembre de 1881 le sumió en una profunda tristeza y le hizo imposible continuar viviendo en la misma ciudad, por lo que solicitó y obtuvo en diciembre de 1881 su traslado a la Escuela Normal de Segovia, de la que fue nombrado director y a la que se incorporó en febrero de 1882, residiendo en el segundo piso del número 10 de la calle Juan Bravo de esa ciudad. Durante su estancia en Segovia, y necesitado de ocupaciones que le distrajesen del enorme pesar por el fallecimiento de su hijo, se dedicó preferentemente a la defensa de los intereses de los maestros por medio del Boletín del Magisterio de la Provincia de Segovia, nacido por iniciativa de Valentín Fuentes Gonzalo pero del que en abril de 1882 se hizo cargo Gregorio Herráinz de las Heras con tanta consagración que su traslado en julio de 1899 supuso el cierre del citado boletín.
Como director de la Escuela Normal segoviana tuvo que reorganizar completamente este centro educativo, desatendido durante años por distintas circunstancias, hasta el punto de que solo estaban matriculados una veintena de alumnos. Ordenó el archivo del centro, redactó y consiguió que fuese aprobado el reglamento interior de la Escuela, restableció los registros de contabilidad interna, mejoró la biblioteca, estableció un laboratorio de Física e instaló, siendo la Normal de Segovia la primera en hacerlo, estaciones telegráficas y telefónicas, además de fomentar las excursiones escolares. Por motivo de su cargo, formó parte desde su llegada a tierras segovianas de la Junta Provincial de Instrucción Pública, que él se encargó de revitalizar y de que se reuniese con la debida regularidad, consiguiendo normalizar los sueldos de los maestros, anulando las retribuciones en especie que aún percibían algunos maestros rurales y alcanzado el objetivo de que todos los haberes del Magisterio se percibiesen del Habilitado de Clases Pasivas correspondiente.
En 1898 concursó para la Escuela Normal de Zaragoza y fue propuesto por el Consejo de Instrucción Pública para ocupar allí una plaza, pero una reforma de los centros normalistas aprobada por el Ministerio de Fomento rebajó la categoría de la de Zaragoza, por lo que en 1899 Gregorio Herráinz solicitó se revocase ese nombramiento y se la destinase a otro centro de superior categoría, lo que fue desestimado en primera instancia. Seguramente como consecuencia de este contencioso, el 15 de junio de 1900 quedó afecto a la Subsecretaría del Ministerio de Instrucción Pública, para poco después ser nombrado director de la Escuela Normal de Zaragoza, pues en 1905 ya formaba parte, con el rector de la Universidad aragonesa Mariano Ripollés Baranda, del comité que se formó en Zaragoza para organizar la Exposición Pedagógica Universal de 1905.
Participó Gregorio Herráinz en otros Congresos Pedagógicos; en el primero, celebrado en Madrid en 1882 por iniciativa del Fomento de las Artes, contribuyó con una ponencia titulada “Reformas que reclaman nuestras Escuelas Normales. Instituciones pedagógicas que con ellas deben concurrir a la formación de los maestros y elevar la cultura de la mujer: carácter de esta cultura”, que fue muy aplaudida y alabada por Claudio Moyano; y aunque en ella apoyaba la formación cultural de las mujeres, sus argumentos son hoy difíciles de entender: “Como en el sexo fuerte se dan extraños contrasentidos, ejemplares afeminados, que prefieren quehaceres mujeriegos, sin que por eso se destruya, ni tan siquiera se quebrante la tendencia general, en el débil se presentan también caracteres varoniles, aptitudes mentales salientes y privilegiadas, que inclinan, que arrastran hacia los profundos veneros de la ciencia: no les cerremos la entrada”. El tercer Congreso Pedagógico se desarrolló en Madrid en octubre de 1892, en conmemoración de la llegada de Colón a tierras americanas, por lo que tuvo carácter internacional; en él su ponencia trató de los “Requisitos que deben exigirse para el ejercicio de la primera enseñanza, pública y privada. Por quién, cómo de qué manera deben nombrarse y pagarse los maestros públicos”.
También participó, en varias ocasiones como presidente, en tribunales oficiales para oposiciones del Magisterio. Y el 23 de enero de 1882, a propuesta del rector de la Universidad de Valladolid, se le distinguió con el título de Caballero de la Real Orden de Carlos III, en atención a sus méritos en la enseñanza.

Gramático y filólogo
Buena parte de su tiempo lo dedicó Gregorio Herráinz a estudiar la Gramática de la lengua castellana, aunque casi nunca obtuvo reconocimiento; sabemos que en 1894 Unamuno calificaba, sin haberlo leído, de “chinchorrerías y armas al hombro” un folleto suyo recién publicado en Segovia. Su primera obra fue una Gramática castellana teórico-práctica en todas sus partes. Obra acomodada a las necesidades de esta enseñanza en las Escuelas Normales, que se publicó en Madrid 1869 y al año siguiente salió de imprenta un Compendio de gramática castellana, razonada y al alcance de los niños para facilitar su uso como libro de texto.
Años después, ya destinado como director de la Escuela Normal de Segovia, y quizás bajo la influencia del filólogo Matías Salleras que le había precedido en ese cargo, volvió a interesar por la filología y publicó en 1885 su Consultor ortográfico de cartera o Compilación suma de lo conducente a la solución de dudas en el acto de escribir y un Tratado de gramática razonada con aplicación decidida y constante al estudio del idioma español, ambos impresos en el establecimiento tipográfico segoviano de F. Santiuste. Todavía un año después publicó Contra privilegio, escalpelo o Examen crítico de las obras de la Academia de la Lengua. En sus libros se implicó en los debates contemporáneos sobre la lengua castellana, oponiéndose a la ortografía fonética y defiende la etimológica.
Como consecuencia de su actividad profesional, también publicó varios libros de tema pedagógico, entre los que merece la pena destacarse Reformas sobre Primera Enseñanza, que vio la luz en Segovia en 1884; una recopilación de sus Conferencias pedagógicas celebradas en Segovia durante la última decena de Agosto de 1888; su Tratado de Antropología y Pedagogía, editado por la madrileña Librería de la Viuda de Hernando y Compañía en 1896; Evolución progresiva de la educación, alcance de esta en el día y sus consecuencias, que apareció en Zaragoza en 1903; una Reseña Histórica de la Escuela Normal Superior de Maestros de Zaragoza desde su fundación en 1844 a fin del año académico de 1905-1906, que fue editada en 1907 en la Imprenta del Hospicio Provincial de Zaragoza; y su Resumen de un Curso de Estudios Superiores de Pedagogía, que salió de la misma imprenta zaragozana en 1912. En 1879 publicó en Valladolid las Conferencias agrícolas al calor del hogar, que una Real orden de 8 de Junio de 1880 declaró libro texto de lectura oficial para las escuelas de niños y de adultos, por lo que conoció tres ediciones; además fue obra premiado en la Exposición Agrícola Vallisoletana.
JUAN PABLO CALERO DELSO

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