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martes, 15 de septiembre de 2020

MARÍA DEL CARMEN OÑA ESPER

OÑA ESPER, María del Carmen
[Sanlúcar de Barrameda, 30 de julio de 1884 / Madrid, abril de 1932]

María del Carmen Oña Esper nació en la localidad de Sanlúcar de Barrameda, en la provincia de Cádiz, el día 30 de julio de 1864 y falleció en la ciudad de Madrid en el mes de abril de 1932. Tuvo al menos un hermano, Inocencio, que en el año 1890 consiguió también el título de licenciado en Filosofía y Letras en la Universidad Central madrileña.
En 1887 comenzó sus estudios de Bachillerato en el Instituto de segunda enseñanza de Sevilla, siendo la primera mujer que, en la capital andaluza, optó por la matrícula oficial y que acudió a clase con sus compañeros. Esta singularidad, ser la primera mujer que asistía regularmente a las aulas y ser la única junto a más de medio centenar de alumnos varones, pusieron de manifiesto que las dificultades de las jóvenes para su acceso a la instrucción no se circunscribían al marco legal vigente. María del Carmen Oña nos dejó, por medio de un artículo titulado “Digno de memoria”, que se publicó en la revista barcelonesa La Universidad en su número de febrero de 1888, un testimonio de su experiencia: cuando “apareció como llovida entre ellos, la primera impresión fue de sorpresa; pero a la salida, como ya estaban bien enterados de lo que se trataba, fue otra cosa. […] el silencio hubiera sido en aquellos momentos la esencia de la oportunidad, […] lo que hubo fue un millón de escolares que se desahogaron en la silba más espantosa que jamás oyeron oídos humanos”. No fue el único; en la revista de La Ilustración de Barcelona del 13 de enero de 1889 publicó otro artículo con el título de “Ella y ellas”.
Ni este acoso ni la segregación que soportó, debía concurrir acompañada de un familiar y entrar la primera en el aula para sentarse junto al profesor y separada del resto de alumnos, no la desanimaron, pero la convencieron para pedir el traslado al Instituto Cardenal Cisneros de Madrid, donde se matriculó para el curso de 1888 y donde realizó el examen final del Bachillerato el día 24 de junio de 1892, mereciendo la nota de Sobresaliente.
En 1895, con 31 años ya cumplidos, María del Carmen Oña se matriculó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid, siendo la primera alumna del Instituto de Sevilla, junto con Ester Alonso López, que se matriculó en una Universidad española. Mediante una Real Orden del 11 de junio de 1888 se había regulado el acceso de las mujeres a los estudios universitarios superiores, pero se establecían una larga serie de limitaciones que hacían muy difícil que una mujer se matriculase en la Universidad española, por lo que volvió a encontrarse con dificultades semejantes a las que padeció en el Instituto sevillano. En solo tres cursos aprobó todas las asignaturas, y el 20 de junio de 1898 obtuvo la licenciatura, obteniendo un Sobresaliente en el examen de grado. En los cursos de 1901 y 1902 se matriculó en las asignaturas para el Doctorado, pero no llegó a defender la tesis, pues se impusieron sus obligaciones como profesora.

En la Escuela Normal de Guadalajara
En 1899 había conseguido el título de Maestra Superior y al año siguiente comenzó su actividad docente en la Escuela Normal de Valladolid. En 1905 obtuvo una plaza, como profesora interina, en la Normal de Pontevedra, y por una Real Orden de 14 de julio de 1909 fue nombrada, en virtud de oposición, profesora numeraria de la Sección de Ciencias de la Escuela Normal Superior de Maestras de la misma ciudad gallega. En 1913 se trasladó, mediante concurso, a la Normal de Maestras de Guadalajara como numeraria de su Sección de Ciencias. Después de ampliar estudios en la Escuela Superior del Magisterio en el curso 1913-1914, se encargó de todas las asignaturas de Pedagogía en la Normal de Maestras alcarreña, permaneciendo en activo hasta su muerte en el mes de abril de 1932.
Sin embargo, en 1931 presentó su solicitud para ocupar una plaza de profesora de Pedagogía en la Escuela Normal de Maestros de Madrid, pero su petición fue desestimada por no cumplir todos los requisitos exigidos y no pudo participar en el concurso de traslados. Para entonces era una de las cincuenta primeras profesoras del escalafón de las Escuelas Normales y disfrutaba de un sueldo de 12.000 pesetas anuales.
Si había sido una de las pioneras en el acceso a la enseñanza media y una de las primeras mujeres licenciadas en España, también fue innovadora en su labor docente en Guadalajara. En el año 1915 se le abrió un expediente disciplinario “con motivo de varias excursiones que hizo a Madrid con alumnas” de la Escuela Normal de Guadalajara, aunque finalmente el expediente quedó sobreseído. Igualmente, llevó a las aulas este espíritu de renovación, desarrollando, por ejemplo, su método activo conversacional, sobre el que publicaría un interesante artículo.
A partir de 1916 encontró un ambiente más propicio en las Escuelas Normales para Maestros y Maestras alcarreñas, con la incorporación de nuevos profesores, entre los que destacaban los hermanos Bargalló, que desde Guadalajara animaron una profunda renovación teórica y práctica de la enseñanza primaria. En 1921 fundaron la Asociación del Profesorado de Escuelas Normales, a cuya primera Junta Directiva perteneció María del Carmen Oña, que tenía como portavoz a la Revista de Escuelas Normales en la que ella colaboraba. Fue vicepresidenta de la Sociedad para el estudio del niño, una organización nacida en 1917 como consecuencia de las charlas de pedagogía experimental que se habían impartido pocos meses atrás en Guadalajara bajo la organización del profesor Alberto Blanco Roldán, y que presidía el conde de Romanones. Y en 1924 ingresó en la Asociación Española para el Progreso de las Matemáticas, junto a Pilar Blasco Medrano y Visitación Puertas Latorre, también profesoras de la Normal alcarreña.
Hasta en siete convocatorias, entre los años 1910 y 1929, solicitó María del Carmen Oña una de las becas que concedía la Junta para la Ampliación de Estudios para realizar viajes de estudio al extranjero. Finalmente, entre los meses de abril a octubre de 1930 fue pensionada para el estudio de la pedagogía en las Escuelas Normales, visitando centros e instituciones educativas en Francia, Suiza y Bélgica (como la Universidad de la Sorbona, donde recibió clases, la Escuela Normal de Saint Cloud o algunas escuelas basadas en la pedagogía de Decroly) y entrevistándose con reconocidos profesores como el sicólogo Henry Wallon.
Fue, además, una entusiasta defensora de la Naturaleza; impulsó la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Guadalajara y a su iniciativa se debió la apertura y funcionamiento de un "consultorio para irracionales", es decir, de un centro veterinario en la capital alcarreña.
JUAN PABLO CALERO DELSO

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