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viernes, 19 de abril de 2019

NARCISO RIAZA GARCÍA

RIAZA GARCÍA, Narciso
[Brihuega, 29 de octubre de 1811 / 5 de septiembre de 1885]

Narciso Riaza García nació en Brihuega (Guadalajara) el 29 de octubre de 1811 y falleció en la misma localidad el 5 de septiembre de 1885. Casó con Francisca Grimaud y Vázquez, natural de Madrid, y tuvieron al menos un hijo, Narciso Riaza Grimaud, que se graduó como licenciado en Derecho y siguió la carrera judicial, y que a su vez fue padre de Narciso Riaza Mateo que también fue un prestigioso jurisconsulto.
A la temprana edad de nueve años ingresó en el seminario diocesano de San Bartolomé de Sigüenza, donde destacó por su inteligencia y constancia, para seguir la carrera eclesiástica. Pero antes de recibir el orden sacerdotal abandonó el Seminario y se trasladó a Madrid para estudiar Leyes. Desde entonces, simultaneó su residencia en la capital del reino y en su pueblo natal, cuando los destinos de la carrera judicial no le llevaban a otras localidades de la provincia alcarreña, como Cifuentes y Sigüenza, o de fuera de ella, como Almansa, Almazán y Toledo. Entre los años 1842 y 1862 fue, temporalmente, Registrador de la Propiedad y en 1845 abrió su despacho de abogado en Guadalajara.
Su carrera judicial sufrió continuos sobresaltos por la intromisión de cuestiones políticas; los gobiernos de uno y otro signo tendían a favorecer o cesar a los jueces y magistrados que les eran afines, y Narciso Riaza se vio sometido a esos vaivenes. Durante el Bienio Progresista ocupó el juzgado de Cifuentes hasta que fue destituido en 1856 cuando el régimen progresista de Baldomero Espartero fue sustituido por el gobierno de la Unión Liberal de Leopoldo O’Donnell. Pasó por distintos puestos y destinos y en el año 1861, continuando aún sin destino como juez cesante, fue nombrado Registrador de la Propiedad del partido judicial de Brihuega.
Cuando se produjo la Revolución Gloriosa, en el mes de septiembre de 1868, era juez del partido judicial de la localidad soriana de Almazán, siendo llamado por la Junta Revolucionaria de Guadalajara que, en una de sus primeras disposiciones, le encargó que se hiciese cargo de nuevo del juzgado de Cifuentes. Fue distinguido con el nombramiento de caballero de la Orden de Carlos III.

Su actividad social
Hombre polifacético, los asuntos de Leyes no fueron su único horizonte intelectual. Cultivó la poesía y amó la ciencia, de tal manera que el 1 de abril de 1842 fue nombrado académico de la Real Academia de Ciencias Naturales de Madrid, institución que desapareció en 1847 para dar paso a la actual Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.
Con motivo de su elección como diputado provincial, durante la Regencia de Baldomero Espartero, se ocupó de asuntos educativos y en 1841 formó parte de una comisión de la Junta de Instrucción de la provincia, junto con Juan Manuel García Flores y Urbano Mínguez Senén, siendo nombrado al año siguiente miembro de la Junta de Inspección del Instituto de Segunda Enseñanza de la capital alcarreña, centro en cuyo claustro de profesores se integró cuando fue encargado de impartir clase de las asignaturas de Filosofía, Moral y Lógica.
También fue hombre de negocios, y aprovechando la legislación desamortizadora, en 1851 compró a Casimiro López Chávarri una serie de fincas rústicas que éste le había cedido en 1844 y que siete años después pasaron a ser de su plena posesión. Fueron 57 fincas del Convento de Monjas Jerónimas de San Román en Medinaceli y 83 de las religiosas Franciscanas de Santiago en Sigüenza, todas situadas en la localidad de Anguita (Guadalajara).
Nunca perdió el contacto con su pueblo, y a él se debió la iniciativa de un grupo de vecinos de Brihuega que, en el mes de mayo de 1852, enviaron al arzobispo de Toledo, a cuya archidiócesis pertenecían, unos nuevos estatutos para la Cofradía de la Virgen de la Peña, que fueron aprobados por el cardenal Juan José Bonel y Orbe el 7 de julio de ese año y que permitieron revitalizar la antigua cofradía y mantener el culto a esta advocación de la Virgen. En este mismo sentido, entabló un pleito para que no se viesen afectados por la desamortización eclesiástica los bienes con que había sido dotada una capellanía en la iglesia de Santa María de la Peña que había sido fundada por Juan Álvarez del Castillo.
Su actividad política
Políticamente fue hombre de ideas progresistas y muy activo, lo que le valió para estar presente en las principales instituciones políticas del recién creado Estado liberal. Fue diputado provincial por el partido judicial de Brihuega durante la Regencia del general Baldomero Espartero, concluyendo su mandato en 1843.
Se presentó entonces como candidato a las elecciones legislativas del 27 de febrero de ese mismo año por la circunscripción alcarreña junto con Mariano Delgrás y Vicente Peiró, una terna progresista que contaba con el apoyo de la Diputación Provincial. Pero a causa de las disensiones que aquejaban a los progresistas en Guadalajara y en toda España, al reunirse la Junta de Escrutinio el 10 de marzo se comprobó que de los más de 5.000 inscritos en el censo electoral, sólo 3.319 habían ejercido su derecho al sufragio y ninguno de los candidatos había conseguido superar el 50% de los votos, por lo que fue necesario convocar nuevos comicios. Celebrados éstos en el mes de abril, los tres candidatos superaron el número de votos exigido y pudieron ocupar sus escaños en el Congreso de los Diputados.
No acabaron aquí los problemas para el nuevo diputado, pues Manuel María Cortijo, vecino de Madrid, remitió una carta a las Cortes en la que acusaba a Vicente Peiró y Narciso Riaza, diputados progresistas por Guadalajara, de haber cometido un delito de apropiación indebida y de ocultación de bienes en relación con unas fincas eclesiásticas desamortizadas que habían sido propiedad de un convento de Ávila.
A pesar de todo, el 26 de abril de 1843 las Cortes dieron por válidos los resultados y el día 30 de ese mismo mes Narciso Riaza García juró su cargo. Ingresó en las secciones Primera, donde actuó como vicesecretario. Pero los acontecimientos políticos que provocaron el final de la Regencia del general Baldomero Espartero, trajeron como consecuencia la clausura de las Cortes el día 20 de mayo de ese mismo año, por lo que su primera estancia en el Congreso sólo duró tres semanas, aunque le dio tiempo para ser uno de los firmantes de un manifiesto, encabezado por Salustiano de Olózaga, en el que pedía al entonces regente que se mantuviese en el puesto hasta la mayoría de edad de Isabel II.
En la convocatoria de septiembre de 1843, volvió a ser elegido diputado a Cortes por la circunscripción de Guadalajara, pero con unos resultados electorales aún más menguados. En esta ocasión, de los casi 6.000 inscritos, sólo 3.097 ejercieron su derecho al sufragio activo y Narciso Riaza consiguió 1.931 votos, más del cincuenta por ciento de los emitidos, pero menos de un tercio del censo electoral.
En esta legislatura, el Congreso de los Diputados celebró su sesión inaugural el 15 de octubre de 1843; pero la legislatura se vio interrumpida por la convocatoria a Cortes Constituyentes del nuevo gabinete moderado, por lo que cesó como parlamentario el día 10 de julio de 1844. En su primera participación en las Cortes se integró en la Primera Sección como vicesecretario y en su segunda legislatura lo hizo en las secciones Sexta y Séptima, aunque no consta en el Diario de Sesiones ninguna intervención suya en el Pleno.
JUAN PABLO CALERO DELSO

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